
La brutalidad asesina de la revolución bolchevique, que empezó a exterminar en masa mucho antes de la guerra civil rusa y actuó siguiendo un plan genocida expuesto por el judío marxista Gregory Zinoviev (éste ya avisaba en 1917, en efecto, de que los comunistas iban a liquidar a 10 millones de ciudadanos rusos; en la práctica fueron, como mínimo, unos 20 millones y, según Alexandr Solzhenitsyn, Premio Nobel de la Paz, 66 millones, sin contar 80 millones de víctimas de otros países dominados por esa misma ideología); 2/ el bloqueo naval inglés de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, que vulneraba todas las leyes de la guerra y que, después de la rendición de Berlín, prosiguió implacablemente, con el fin de rematar la hambruna provocada a posta, causando la muerte de 1 millón de civiles alemanes, la mayoría mujeres y niños.
Cada tres años, 50 millones de personas han perecido de hambre y miseria en el Tercer Mundo. Multipliquemos y el resultado son unos 1000 millones de víctimas de la alta finanza de Wall Street. Hitler sería poco menos que Bambi comparado con la oligarquía.
El comunismo siguió, después de 1945, asesinando gente hasta alcanzar la cifra de 150 millones de víctimas.
Los judíos sionistas de extrema derecha perpetraron crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad en Palestina (laNakba), instaurando un Estado racista y supremacista cuyas ambiciones no se limitan a lo conseguido hasta el día de hoy (sin prisa pero sin pausa), sino que pretende la construcción del Eretz Israel -del Nilo al Éufrates- con la lacayuna ayuda de los EEUU.
No olvidemos Hiroshima y Nagasaki, el mayor crimen de guerra que la historia humana registra. Entre otras fechorías.
Ahora irrumpe en la conciencia de la población la corrupción generalizada del sistema oligárquico occidental, basado en el dominio descarado de los sionistas y del mundo del dinero, es decir, en el desprecio más absoluto de los denominados "valores democráticos". Mientras existió en Europa un Estado del Bienestar, la mayoría de los ciudadanos pudo ser comprada combinando el "lavado de cerebro" sobre el "Holocausto" con un consumismo degradante. A cambio de ello, la oligarquía transnacional obtenía la total libertad del estamento político para saquear impunemente el erario público. Tenía tarde o temprano que llegar el desastre, la quiebra, y llegó. El nazismo vuelve como las Erinias de la Venganza. ¿Podía preverse otra cosa? El nazismo, por segunda vez, representa la consecuencia necesaria del dominio de la oligarquía. La corrupción no es más que la supuración purulenta, pestilente, de la podrida raíz asesina que sustenta al régimen oligárquico. El Nacional Socialismo es efecto, no causa. Lo fue tras el Tratado de Versalles y lo es ahora de la impunidad de esos ladrones, mentirosos, criminales y genocidas denominados "políticos democráticos".
Estaría muy bien que ustedes indicaran la fuente de este texto. Blog FILOSOFÍA CRÍTICA. Gracias.
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