lunes, 28 de enero de 2013

Los niños de Hitler


Mientras el Tercer Reich se desmoronaba, esta organización secreta resistía al avance aliado con tácticas de guerrilla
Interrogatorio a cuatro niños de la Werwolf acusados de atacar las líneas de comunicación aliadas. (Osterburgo, 1945).Niños de la Werwolf acusados de disparar contra tropas americanas. Aquisgrán, 1945



Cuando todo estaba perdido, cuando la posibilidad de ganar la guerra era ínfima, la Alemania nazi convirtió en terroristas a los niños que militaban en las Juventudes Hitlerianas. La Werwolf, una milicia secreta integrada en la sección de combate de élite Waffen-SS, tuvo como misión la de resistir al avance aliado empleando tácticas de guerrilla. Cuando el Tercer Reich empezó a desmoronarse, estos chavales se convirtieron en su última esperanza.

Fabricaban bombas con latas de sopa de rabo de buey HeinzSegún cuenta en «Berlín. La caída: 1945» el historiador británico Antony Beevor, «en septiembre de 1944, cuando los Aliados occidentales y el Ejército Rojo habían comenzado a avanzar hacia el Reich a gran velocidad, la cúpula nazi pretendía combatir a su implacable enemigo aún más allá de la derrota, por lo que decidió crear un movimiento de resistencia al que bautizó con el nombre en clave de Werwolf». Este estaba inspirado en una novela ambientada en la Guerra de los Treinta Años, obra de Hermann Löns, un ultranacionalista alemán muerto en 1914 que era adorado por los nazis.

En octubre de 1944, se puso en marcha el plan bajo la dirección del teniente general de las SS Hans Prützmann, que había estudiado las tácticas de guerrilla del Ejército soviético durante su estancia en Ucrania. Los jóvenes de la Werwolf -hombre lobo en alemán- fueron entrenados para matar centinelas con una soga de un metro con nudo corredizo. De acuerdo con Antony Beevor, «los programas de instrucción incluían técnicas de sabotaje con latas de sopa de rabo de buey Heinz que hacían explotar con detonadores en forma de lápiz capturados a los británicos».
Himmler y Prützmann

Los comandos de la milicia clandestina actuarían en el futuro en grupos de entre tres y seis hombres y mujeres, utilizando como armas el sabotaje, el asesinato y, sobre todo, la intimidación. Mientras el Reich se venía abajo, las Juventudes Hitlerianas de la organización secreta, amenazantes, pintaban con tiza en las paredes del país: «¡Traidor, ve con ojo, la Werewolf te observa!». Además, la guerrilla nazi también explotó la humillación que aún sentían muchos alemanes desde la firma del Tratado de Versalles que puso fin a la I Guerra Mundial: «Sabemos que tras la derrota no habrá ninguna oportunidad de que Alemania vuelva a levantarse como hizo tras 1918», decía un comunicado de la organización secreta.

Tal y como recoge un informe del Service Historique de l'Armee de Terre (SHAT) -archivo del Ejército de tierra francés- fechado el 9 de abril de 1945, ese mes el régimen nazi llamó a todos los alemanes a unirse a las filas de la Werwolf con la siguiente advertencia: «Todo bolchevique, todo inglés, todo estadounidense que pise nuestro suelo deberá convertirse en objetivo de nuestro movimiento». Poco después, el líder de las SS Heinrich Himmler amenazó a sus compatriotas «derrotistas» con esta orden: «Debe abatirse a todos los varones que habiten en una casa en que se despliegue la bandera blanca. […] Todo hombre mayor de catorce años será considerado responsable de sus actos».
Pocos éxitos

Aunque eran muchas las ganas de los chavales de la Werwolf por salvar al Tercer Reich, los resultados de las operaciones que llevaron a cabo no fueron todo lo buenos que esperaba Himmler. Ante su inoperancia, el líder de las SS decidió transformarla en mero órgano de propaganda. En opinión de Antony Beevor, la Werwolf sólo logró intimidar a la población alemana y asesinar a un par de sus objetivos. Tal y como explica el historiador, los soviéticos se reían de la «falta de espíritu revolucionario del pueblo alemán». Algunos de sus chistes decían que «los camaradas alemanes sólo tomarían al asalto una estación ferroviaria si lograsen comprar billetes para acceder a los andenes».

«¡Traidor, ve con ojo, la Werewolf te observa!»No eran más que niños asustados, y muy pocos hicieron uso de las cápsulas de cianuro cuando fueron arrestados. «Muchos de ellos aprovecharon para marcharse a casa cuando sus superiores los enviaron a preparar actos terroristas», afirma Beevor. Con el tiempo quedó demostrado que los alemanes no estaban hechos para la lucha de guerrillas. Pese a ello, la Werwolf logró crear el mito: tras la ocupación de Berlín, los soviéticos arrestaban a cualquier infante que encontraban jugando con un arma abandonada como sospechoso de pertenecer a la Werwolf. Pero lo cierto es que, acabada la guerra, los Aliados no tuvieron mucha dificultad para desarticular la organización.
«Operación Carnaval»

Entre las escasas operaciones que la Werwolf ejecutó con éxito destaca el asesinato de Franz Oppenhoff, un abogado católico al que los Aliados escogieron para ocupar la alcaldía de Aquisgrán. Cuando el Tercer Reich tuvo conocimiento del nombramiento, la organización clandestina puso en marcha la «Operación Carnaval» por orden del líder de las SS Heinrich Himmler. Los jóvenes Josef Leitgeb y Herbert Wenzel, después de infiltrarse en territorio ocupado por las tropas estadounidenses, se dirigieron a la residencia de Oppenhoff en Aquisgrán y le pidieron auxilio haciéndose pasar por aviadores alemanes que habían caído tras las líneas enemigas. El recién nombrado alcalde los recibió en su casa, y allí mismo Leitgeb le pegó un tiro en la cabeza.


Runa de la Werwolf

La Werwolf ha sido retratada en varias obras del mundo del cómic y el celuloide. De hecho, la película «Europa» recoge una peculiar versión del asesinato de Franz Oppenhoff. En la cinta, dirigida por el danés Lars von Trier, dos niños de la Werwolf se infiltran en el tren en el que trabaja el protagonista de la historia como revisor. En un momento del viaje los chavales acceden al camarote en el que se aloja el señor Ravenstein, que acaba de ser investido por los Aliados de alcalde de Frankfurt, y le descerrajan dos tiros. Tras el atentado, los pequeños terroristas mueren ametrallados por los militares yanquis que vigilaban el trayecto.

martes, 15 de enero de 2013

La desconocida operacion HAUDEGEN

La isla de Nordaustlandet en el archipiélago de Svalbard (Spitzbergen) se encuentra en el paralelo 80, es decir a 10 grados del Polo Norte. En ese lugar los alemanes decidieron instalar una estación meteorológica para la Luftwaffe y la Kriegsmarine. El nombre en código de la operación fue "Haudegen" (Estocada).
Como comandante en Jefe de la Operación Haudegen fue nombrado el Teniente Dege, una designación que nada tenía de fortuita. Wilhelm Dege, nació el 9 de octubre de 1910 en Bochum, ciudad que queda a orillas del Rurh, al noreste de Düsseldorf.

Después de su graduación, a partir de 1931, Wilhelm Dege estudió durante tres años en la Academia de Dortmund y luego fue profesor en una escuela de Münster. Estudió también Geografía, Geología y Prehistoria. En 1939 obtuvo su doctorado con la tesis de grado "Forschungsreisen to Spitzbergen", basada en su trabajo en Spitzbergen durante los años 1935, 1936 y 1938.

Como oficial de la Wehrmacht, y por sus conocimientos del idioma y del país, el Doctor Dege fue enviado a Noruega con el nombramiento de director de la expedición meteorológica de Spitzbergen. Con esa experiencia el Teniente Dege fue luego designado Comandante de la Operación Haudegen.

Después de la guerra, Wilhelm Dege retomó su trabajo de profesor y continuó sus investigaciones geográficas en la Academia de Dortmund. Se retiró en 1976 y falleció el 21 de diciembre de 1979.

Como especialista, Dege participó en la remodelación de las nave arrastrera Carl J. Busch que sería enviada a Svalbard dotándola de las características necesarias para la labor científica, tanto climatológica como oceanográfica en un lugar tan agreste como el Polo Norte. Todos los miembros rigurosamente seleccionados para participar en la misión secreta fueron entrenados durante un año en diversos lugares de los Alpes.

El 5 de agosto de 1944 el barco Carl J. Busch zarpó de Sassnitz rumbo a Narvik, adonde llegó el 16 de agosto. Inmediatamente transfirió la carga para el almacén de Wahlenbergfjorden desde donde fueron a su vez transferidas al submarino U-357. Poco después el U-Boot tuvo que desembarcar la carga porque le ordenaron tomar parte inmediatamente en las operaciones contra convoyes aliados en el área Bjørnøya-Nordkapp.

Pero el submarino no regresó a tiempo y fue reemplazado por el U-307 al mando del Teniente Friedrich-Georg Herrle, quien debía transportar parte del personal de la expedición y escoltar al Carl J. Busch. Las dos naves zarparon el día 10 de setiembre de 1944. Burlando el bloqueo de la marina británica, el 13 de setiembre llegaron a Rijpfjorden, fondeando en la bahía de Wordiebukta.

Por primera vez en la historia, una nave circunnavegó el archipiélago de Svalbard con el objeto de verificar que no hubiera presencia aliada y para realizar el mapeo del archipiélago. Luego Dege decidió el lugar al norte del Archipiélago de Svalbard en la isla de Nordaustlandet, para levantar la estación meteorológica en el resguardado fiordo Rijpfjord, en Vestfonna.

Con muy poca luz debido a la fecha y el invierno en ciernes, comenzaron a instalar el campamento con placas laminadas de fibra y ventanas de plexiglás. Instalado el campamento y aproximándose el invierno que bloquearía la bahía, era tiempo para que los barcos zarparan. El Carl J. Busch y el U-307 regresaron a Tromsö.

Fueron colocadas cubiertas de camuflaje de color blanco sobre las barracas y prepararon los globos meteorológicos de hidrógeno, los anemómetros, barómetros y demás sensores y el equipo de radio. La jornada de trabajo en la estación comenzaba a las 07:30 de la mañana y terminaba a las 18:00. A las 20:00 horas se transmitían los mensajes, luego cantaban, leían libros de una surtida biblioteca y de vez en cuando brindaban con vino de manzana, Steinhäger un gin con cualidades digestivas o Bols, un licor de varios sabores. A las 23:00 se cerraba la jornada y todos se iban a dormir.

El completo estado de aislamiento, con temperaturas bajo cero, sirvió de experiencia para futuras operaciones similares, tanto en el Ártico como en el Antártico. En esas condiciones, Dege fue capaz de mantener la disciplina y la moral del reducido grupo de 11 hombres que componía la dotación de la estación meteorológica, a pesar de las duras condiciones de vida en ese inhóspito medio ambiente. Aparte de defenderse de los osos, de los cuales tuvieron que matar a cuatro de ellos y cuidar de dos cachorros, tenían que tener algún tipo de actividad recreativa y Dege se las ingeniaba para mantener a los hombres ocupados y con buen estado de ánimo. Entre otras cosas, el profesor de 35 años les dictaba clases de literatura alemana, ciencias, geografía, filosofía, física, música y matemáticas a ese grupo de entusiastas alumnos de no más de 20 años de edad.

De los cinco miembros de la expedición que viven actualmente, Heinz Schneider era cabo de la Kriegsmarine operador de radio en la zona de Cherburgo cuando se enteró que estaban solicitando voluntarios para una misión especial en una zona muy fría.

Siendo buen esquiador y experto en montañismo e incursiones en invierno además de la experiencia en estaciones meteorológicas, aceptó el reto y más tarde agradecía las clases de Dege, puesto que debido a la guerra Schneider interrumpió su educación. Siegfried Czapka, a los 19 años, era otro de los voluntarios que sólo sabía que iría a una zona gélida, montañosa y aislada en misión secreta, y por tanto la Kriegsmarine solamente les informaría a los familiares, una vez al mes, que sus hijos estaban bien, sin lugar a que respondieran.

Después de la guerra Czapka se convirtió en un científico dedicado a las exploraciones polares y tiene escritos varios libros sobre el tema. En la actualidad, cuenta con 80 años de edad. Heinrich Ehrich, era también radio operador y recibió entrenamiento sobre los equipos de radio y meteorológicos además del entrenamiento físico, igual al de sus otros compañeros. Las señales codificadas con los datos que tomaba Dege eran transmitidos por Ehrich diariamente a las horas convenidas.

Durante un año, la estación meteorológica transmitió los informes del clima, datos que eran de extrema utilidad para las operaciones en el norte de Europa. El 2 de mayo, mientras hacía su turno en la radio, el operador Ehrich recibió la noticia de la muerte de Hitler y le sugirió a Dege que izaran la bandera a media asta. El 8 de mayo de 1945, Dege recibió la información de Tromsö que la guerra había terminado y decidió comunicarse con los Aliados para entregar la base. Destruyeron los explosivos, menos el armamento para protegerse de los osos y Dege enterró los documentos secretos. Aunque tenían reservas de alimentos para dos años, la espera fue tediosa. A partir de ese momento la radio quedó silenciosa, nadie se volvió a comunicar con la estación.

Para prepararlos a lo que vendría Dege comenzó a dictar clases de democracia y a instruir a los jóvenes sobre lo que les esperaba una vez que llegaran a Alemania. La mayor preocupación entre todos era el estado en que encontrarían a sus familiares. Pero el trabajo en la estación continuaba y siguieron transmitiendo los datos meteorológicos pero ya sin codificarlos.

Finalmente en agosto, recibieron la comunicación de que serían recogidos por un barco noruego y debían rendirse ante el capitán de la nave. La nave cazadora de focas "Blaasel" al mando del capitán Ludwig Albertsen, llegó el 3 de setiembre de 1945, cuatro meses después de la rendición de Alemania, afortunadamente a tiempo, antes que los hielos bloquearan la bahía durante todo el invierno.

Dege hablaba perfectamente el noruego y no tuvo mayores problemas con los marinos recién llegados. Luego de comer le dijo al capitán Albertsen que era el momento de los formalismos de la rendición, asunto que el capitán noruego no tenía la menor idea de cómo afrontar. Wilhelm Dege sacó su pistola, la puso sobre la mesa y anunció su rendición. Al ver la Luger sobre la mesa, el asombrado Albertsen le preguntó a Dege si podía quedarse con ella. Luego Dege redactó un documento de rendición que ambos firmaron. Al día siguiente 4 de setiembre, con muy mal tiempo la nave estaba lista para zarpar.

Los 11 prisioneros llegaron a Tromsö el 13 de setiembre donde permanecieron en un campo de prisioneros durante meses antes de ser liberados y enviados a Alemania. Los 11 hombres tomaron diversos rumbos y debido a la guerra fría quedaron separados para no volverse a encontrar más. La Estación Haudegen quedó intacta y desde entonces sirvió como refugio para los que pasaran por ahí, pero el clima y los recolectores de recuerdos la han deteriorado casi completamente, pese a que en la actualidad es una zona protegida por el gobierno noruego.

Wilhelm Dege escribió un diario en la estación Haudegen y no fue capturado por los aliados. Fue el hijo de Dege, el Dr. Eckart Dege quien años después, en 1985, fue a Svalbard para recuperar el diario y otros documentos, cuidadosamente enterrados por Dege en un lugar secreto. En esos documentos están todos los detalles de la operación realizada durante el año en que estuvo funcionando la Estación Haudegen.

Entre los numerosos libros escrito por Wilhelm Dege después de la guerra, se encuentra "Gefangen im arktischen Eis Wettertrupp »Haudegen« - die letzte deutsche Arktisstation des Zweiten Weltkrieges" que trata sobre la Operación Haudegen y que fue traducida al inglés en el 2004.

Años después, los datos radiados por la estación Haudegen fueron analizados y estudiados, brindando valiosa información para el pronóstico del clima en el hemisferio norte. Lo que fue una expedición de tipo militar, finalmente fue reconocida como de gran valor científico por la UNESCO.

lunes, 14 de enero de 2013

El tratado de Brest – Litovsk



Para situarnos en la línea cronológica estamos en 1918. Después de que el Ejército Rojo de Lenin se haya enfrentado al Ejército Blanco, es decir, una formación de fuerzas antibolcheviques, que pretendían frenar la Revolución Rusa de 1917. Fue una auténtica guerra civil que obligó a Rusia a salir de la Primera Guerra Mundial, firmándose así el tratado de paz en Brest – Litovsk, aunque más que para firmar la paz era un tratado territorial.

El tratado propiamente dicho se firmó el 3 de Marzo de 1918 en la ciudad polaca de Brest – Litovsk con la oposición de Trosky. Lenin quiso aceptar enseguida las condiciones que imponían los alemanes y Trosky por su parte no quería, como dijo, “ni guerra ni paz”. Estas son las dos posiciones de los dirigente de Rusia durante esta época. Aunque sumándola a la opinión de Bujarin, que era mucho más radical proponiendo oponerse a lo que pedían las fuerzas de Alemania y además entrar en guerra contra ellos. Y este último tenía en un principio el apoyo de gran parte del partido.


Pero la actitud real que tenían los bolcheviques, era que después de que el ejército del zarismo estaba totalmente desintegrado: las unidades se habían desmovilizado, la disciplina no existía y los oficiales habían pasado a la reacción es la que condicionó la actitud de los bolcheviques para aceptar la paz.

Y fue Alemania, Bulgaria, el Imperio Austrohúngaro y Rusia los protagonistas de este acontecimiento. Obligando a la Rusia soviética a renunciar a buena parte de sus territorios como Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, además de otros territorios menos importantes.

Alemania fue la mejor parada en este caso, porque se llevó buena parte de los territorios, como Polonia, Lituania, Letonia y Estonia. Pero no le duró mucho tiempo porque el tratado fue anulado tras el armisticio firmado en noviembre de 1918 por las potencias que habían participado en la Primera Guerra Mundial, donde las vencedoras como Francia con Georges Clemenceau, Gran Bretaña con David Lloyd George, Estados Unidos con Thomas Woodrow Wilson e Italia con Vittorio Emanuele Orlando. Y este nuevo tratado se conoce como “El tratado de Versalles“. Por tanto la gloria de Alemania no duró mucho tiempo.

Pero volviendo al tratado que supuso un duro golpe para Rusia, porque quedó privada de una tercera parte de su población y de su tierra cultivable, de más de tres quintas partes de su producción de hierro y carbón y de la mitad de sus plantas industriales. Además supuso para Alemania la desaparición del frente del Este durante la guerra. Por si no fuera poco, creó una serie de Estados – satélite. Lo que le permitió continuar su batalla en el frente Occidental. El II Reich tuvo que haber apostado por la última carta que le quedaba, porque los americanos estaban cerca, y tarde o temprano desembarcarían en el nuevo continente. Pero no lo hizo, y por este motivo perdió en la Primera Guerra Mundial. Y como consecuencia directa perdió todos los países que había logrado en el tratado de Brest – Litovsk.