jueves, 12 de marzo de 2015

La infamia tiene nombre

Tras más de cincuenta años de propaganda y varias generaciones educadas en dichos valores, el marxismo cultural se ha convertido en religión. Tiene sus sacerdotes y sus inquisidores, se silencian las opiniones que vayan en contra de sus “dogmas”, si no es suficiente, el siguiente paso es una campaña personal contra el “hereje” con las habituales condenas: nazi, ultraderechista, homófobo, racista... pero si no es suficiente todavía, entonces decretan leyes contra el odio y te acaban metiéndo en la cárcel como a Pedro Varela o retirando los libros “prohibidos” de las tiendas, tras varios ejemplos como estos, los disidentes entienden el mensaje.

El Marxismo Cultural es el conductor ideológico que está detrás de la llamada corrección política, es la crítica destructiva y el debilitamiento de todas las instituciones de la civilización occidental y de los valores tradicionales que la sostienen.

Como religión, el marxismo cultural está en toda la prensa caso especial es Tele-5, donde el lobby gay tiene el poder absoluto y en todos los partidos politicos. 

A todos aquellos a los que le extraña que digamos que en el actual mundo capitalista la religión oficial sea el marxismo cultural, les decimos que la Guerra Fría no acabó con la victoria del capitalismo, sino en un empate con reparto de papeles: el capitalismo se llevó la economía y el marxismo la cultura. Llamativa contradicción es que al mismo tiempo que, desde los años 60, el mundo capitalista iba asimilando el marxismo cultural, el aparente mundo comunista de Europa del Este lo iba rechazando, llegando a la situación actual, donde Europa del Este es la última barrera de Occidente contra el marxismo cultural, en especial Rusia, mientras que en USA o Europa Occidental, son los ultra-capitalistas como la Fundación Rockefeller o Goldman Sachs los que promueven al movimiento gay. 
Herbert Marcuse hizo la pregunta: ¿Quién podría sustituír a la clase obrera como agente de la revolución?.

Su respuesta fue: los grupos marginados, incluyendo a los militantes negros, las feministas, los militantes homosexuales, los antisociales, los alienados y los revolucionarios del Tercer Mundo, representados por el asesino de masas "Che" Guevara.


El terrorismo cultural, ahora va dirigido contra los varones blancos, cristianos, y heterosexuales.

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