domingo, 29 de mayo de 2016

Inhumanidad y sed de sangre


El poeta Ezra Pound, que criticó a los judíos por sumergir al mundo en los horrores de una Segunda Guerra Mundial, pasó trece años en el hoyo del infierno de St. Elizabeth, una institución psiquiátrica federal de Washington DC para prisioneros políticos. Pound ganó varios premios por sus escritos, mientras los judíos lo hicieron encerrar como si fuera un demente. Muchos visitantes de ese recinto, incluso quien escribe, comentaron que el hedor del lugar se parecía exactamente al de las ciudades en Europa que habían caído en manos de los comunistas judíos.


El comunismo no sólo lleva el olor horrible de la desesperación humana sino que también exhibe todos los aspectos inhumanos del judío. La escritora francesa Simone de Beauvoir, en su reciente libro La Fuerza de la Circunstancia, declaró que ella había visitado Brasilia, una ciudad en Brasil que había sido diseñada por un arquitecto llamado Oscar Niemeyer, a quien ella describe como un "judío comunista". Ella dijo de la arquitectura allí, en la página 533:
"Esta inhumanidad es la primera cosa que lo golpea a uno". Ella también cita el comentario de Lacerda acerca de Brasilia: "Es una exhibición arquitectónica del tamaño de la vida". Beauvoir deja de añadir que los contribuyentes estadounidenses pusieron 500 millones de dólares para construír esa ciudad de ensueño de los judíos en medio de una selva brasileña.


Inhumanidad y sed de sangre: éstos son los sellos del comunismo judío. Para incitar la Revolución francesa los banqueros judíos pagaron a agitadores para que excitaran a las muchedumbres en las calles, mientras el rey francés estaba consternado, incapaz de entender lo que estaba sucediendo. El famoso erudito Stanton Coblentz, en la página 126 de su libro "Diez Crisis de la Civilización", menciona "la secreta fuerza dirigente que parece haber estado en acción" en la Revolución francesa. O él temió mencionar que esa fuerza eran los judíos, o aquello fue suprimido de su manuscrito por algún editor judío. Muchos otros investigadores han mencionado a los judíos como la fuerza secreta que estaba detrás de la Revolución francesa.


Después de que ellos habían incitado a las muchedumbres para que asesinaran a los líderes Gentiles, los judíos arrastraron a miles de monjas y sacerdotes fuera de las iglesias, y los cortaron a trozos con hachas, o los asesinaron ante el altar de Cristo, de modo que las catedrales cristianas quedaran infernalmente convertidas en sinagogas judías tradicionales que apestaban con la sangre de Gentiles y resonaban con los gritos de mujeres y niños agonizantes. Cientos de indefensos hombres y mujeres cristianos fueron desnudados completamente, amarrados en parejas, y lanzados a los ríos para que se ahogaran, mientras los judíos estaban en las orillas y se mofaban de las víctimas de esas "bodas revolucionarias". La Revolución francesa había sido aclamada como el mayor triunfo de los comunistas judíos. ¿Por qué, entonces, asumió el Gentil Napoleón?; ¿por qué no pudieron los judíos establecer una dictadura comunista en Francia?.


Los judíos nunca han sido capaces de retener el poder político sobre ningún pueblo del Norte de Europa, cuya inteligencia y coraje los habían convertido en los amos del mundo. Los judíos podían ganar con su astucia, pero la astucia no podía administrar una nación, ni forjar las cadenas de la esclavitud alrededor de los europeos del Norte. Por consiguiente, a través de todo el siglo XIX, Karl Marx y otros comunistas judíos fueron capaces de incitar revoluciones, pero ellos no pudieron ganar el poder. Fue en Rusia que los judíos finalmente encontraron su víctima, pero incluso entonces ellos no podían haber ganado si los líderes rusos no hubieran sido distraídos por las tareas de la guerra.

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