miércoles, 22 de noviembre de 2017

Lo dice Bochaca..

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Guste o no guste al personal, el 30 de Enero de 1933, el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, encabezado por Adolf Hitler, subía al poder merced a una victoria en las urnas..

El denominado "anti-semitismo" no es, como algunos han pretendido hacer creer como una invención de Hitler. Ése es un problema tan añejo como la propia historia de la etnia judía a lo largo de todo su deambular por el mundo.

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Todos los pueblos, en uno u otro momento de su historia, tomaron, amparándose en diversos motivos, razones o pretextos, medidas contra las comunidades judías que, habiendo inmigrado en el país, se mantenian voluntariamente segregadas y no participaban de los ideales e inquietudes de los autóctonos. En numerosas ocasiones incluso dando lugar a matanzas.

Esa clase de abusos eran especialmente frecuentes en el Este Europeo, en Polonia y Rusia, precisamente entre 1881 y 1917 alcanzaron una virulencia inusitada, los hebreos rusos y polacos emigraron en gran número a Alemania.

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En 1933, cuando el programa nacionalsocialista empezó a ser puesto en práctica, en Estados Unidos, donde los judíos gozaban de la plenitud de los derechos civiles, los negros, cuyo porcentaje con respecto a la población total quintuplicaba el de los judíos de Alemania, carecían de ellos, mientras los indios norteamericanos, supervivientes del mayor genocidio organizado que registra la Historia, estaban aparcados en reservas para satisfacción de la curiosidad turística. En Inglaterra, Madre de las Democracias, un divorciado veía cómo una parte de sus derechos eran limitados, hasta el extremo de que Eduardo VIII debia abdicar de la Corona de Inglaterra por haberse casado con Mrs. Simpson, una divorciada. En el Dominio de la Unión Sudafricana se discriminaba contra los negros, y en el de la Unión India existía una complicada organización de castas que casi equiparaba a las bestias a treinta millones de parias. Finalmente, un católico no podía, constitucionalmente, ser Rey ni Primer Ministro de una tan admirada democracia como la británica.

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Hoy en día podríamos citar casos de discriminación, de hecho o de derecho, contra sectores de población. El más aleccionador de todos nos parece el caso del Estado de Israel, que engloba casi tres cuartos de millón de árabes en Cisjordania y en la zona de Gaza; esos árabes no son inmigrados recientes, como la mayor parte de los judíos alemanes en 1933, sino que llevan varias generaciones viviendo en Palestina, pero carecen de los más elementales derechos políticos. Se argüirá que pueden ser elegidos e incluso miembros del Parlamento, pero se omitirá que no pueden ostentar cargos gubernamentales y que no tienen voz ni voto en la política del país, un país cuya ciudadania sólo puede ser ostentada por personas cuya madre fuera judía.

Fuente: Joaquín Bochaca..del libro El Mito de los Seis Millones.

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