domingo, 17 de marzo de 2019

Demoler la Locura del Mesías Hebreo




Tito Flavio Josefo era realmente un judío. Él no sólo era un judío: él era uno de aquellos 30.000 judíos que los romanos llevaron a Roma para trabajar como esclavos. Pero Tito Flavio Josefo no era un hebreo ordinario: él era el hijo de un Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén y de una princesa hebrea de sangre real, de modo que él era parte de la nobleza hebrea y de la élite dirigente.

A Tito Flavio Josefo los romanos le encargaron no sólo la tarea de escribir la historia de las guerras romano-judías, sino también la demolición de la locura del Mesías hebreo. Él probablemente prefirió hacer aquello a trabajar todo el día como un esclavo bajo el quemante Sol romano en el sitio de la construcción del Coliseo.


Los romanos reconocieron que la razón por la cual los hebreos eran tan problemáticos era su creencia en un mítico Mesías. El sacerdocio hebreo, sus rabinos fariseos, siguieron prometiéndoles la llegada de un Mesías, que se suponía les traería la liberación ante un gobierno y ocupación de extranjeros, los griegos o los romanos, y no sólo eso, sino la dominación hebrea mundial total, incluyendo la muerte o la esclavitud para todos los no-hebreos.



Los hebreos estaban muy inspirados y motivados por aquel Mesías prometido, tanto, que ellos estaban siempre atentos a la aparición de uno. Eso tenía mucho potencial para de problemas para ocupantes extranjeros como los romanos, y fue un enorme factor en las guerras entre judíos y romanos.

Él le dijo a los judíos, sus compatriotas, los hebreos, que dejaran de esperar al Mesías que les fue prometido por sus rabinos fariseos. Él les dijo que pagaran sus impuestos, ofrecieran la otra mejilla y amaran a sus enemigos. Obviamente ésas eran todas cosas en las que los romanos estaban interesados, pero todos sabemos cómo resultó eso.


Ellos todavía están esperando al Mesías...


A propósito, no se puede esperar ninguna originalidad o creatividad de parte de los bribones que nos trajeron plagiadores profesionales como los "santos" judíos Albert Einstein y Elie Wiesel. Ellos son truhanes por diseño. No hay ninguna creatividad, ellos sólo roban.

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