Reinhold Elstner
Para protestar contra la "catarata de mentiras" acerca de la historia del pueblo alemán por parte de los medios de comunicación, los políticos y el poder judicial, el 25 de de Abril de 1995 a las 20 horas el pensionado Reinhold Elstner se quemó en la escalinata de la Feldherrenhalle de Múnich en Baviera. Setenta y cinco años de edad, graduado de ingeniería, soldado en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial, después de perder el conocimiento su agonía tuvo una duración de doce horas. Había dejado un llamamiento al pueblo alemán en el cual puso sus esperanzas.
La conmemoración de Reinhold Elstner fue prohibida en la República Federal de Alemania. La colocación de coronas y ramos de flores en el lugar del sacrificio fue prohibida por la policía, con la patética excusa de que las manifestaciones en la Feldherrenhalle o en la Odeonplatz pueden evocar un período histórico específico que se debe eliminar y condenar. Las coronas y flores ya depositadas fueron arrojadas a la basura por orden de las autoridades. La "justicia" alemana, es decir, la de los vencedores, calificó como Volksverhetzung, delito de "incitación de la gente" la carta de Reinhold Elstner, y prohibió su difusión.
A más de diez años del sacrificio del mártir alemán rendimos honor a su memoria. Ninguna medida de los censores podría borrar la memoria de aquellos que se han sacrificado por la liberación de su pueblo y su tierra. "Viven eternamente las acciones gloriosas de los caídos".
25 de Abril de 1995
PUEBLO ALEMÁN
¡DESPIERTA FINALMENTE!
Yo fui un soldado de la Wehrmacht de la Gran Alemania, desde el primer día en el frente del Este, siempre sólo en el Este, y luego estuve unos cuantos años allí como prisionero a modo de compensación de guerra.
Tengo clara en el recuerdo la Reichskristallnacht "Noche de los Cristales" de 1938, porque me encontré con una llorosa compañera estudiante judía en el "templo judío". Pero quedé mucho más impresionado cuando vi luego en Rusia la profanación de las iglesias, en las cuales las ovejas balaban, los cerdos gruñían y las máquinas traqueteaban, y eran, como el colmo de la profanación, museos del ateísmo. Y todo eso ocurrió con la muy activa y estrecha cooperación de los judíos. De aquel minúsculo grupo de población formaba parte destacadamente como los más estrechos colaboradores de Stalin el clan Kaganovich, siete hermanos y una hermana, asesinos de masas frente a los cuales los presuntos asesinos SS eran inofensivos.
Después del "regreso a casa" tras mi confinamiento ¡qué sarcasmo para un expulsado de su patria!, tuve conocimiento de los acontecimientos de los campos de concentración, pero ninguna información sobre cámaras de gas ni gaseamientos. Por el contrario, oí que en Theresienstadt y Buchenwald-Dora incluso había burdeles para los presidiarios allí. ¡Cómo se nos mintió ya en ese entonces!
Y luego, en los "procesos de Auschwitz", y no sólo en los juicios de Nürnberg, el señor Broszat del Instituto de Historia Contemporánea dijo que los "seis millones" era sólo un número simbólico, y que dentro de las fronteras del Reich en ningún campo de concentración había evidencia de asesinatos masivos ni tampoco con gas. Sin embargo, durante décadas fueron mostrados unos no existentes edificios de gaseamiento en Buchenwald, Dachau, Mauthausen, etc. ¡Mentiras, nada más que mentiras, siempre sólo mentiras hasta hoy!
En la práctica Broszat desmentía los juicios de Núremberg, sus "testigos" y sus "evidencias", para todos los campos de la Gran Alemania. Se limitó a confirmar la tesis de gaseamiento en los campos de concentración de Polonia, supervisados entonces en 1960 por la milicia comunista, y estrictamente prohibidos a los historiadores independientes. Los "problemas" comenzaron cuando cayó la Cortina de Hierro y fueron abiertos los archivos de Moscú. Auschwitz ha dejado de ser un objeto lejano no identificado. Leuchter y Rudolf han realizado peritajes técnicos para encontrar rastros de exterminio por gas y no los han encontrado.
Aquello posteriormente fue claro para mí cuando leí docenas de libros de posguerra escritos sobre todo por judíos y anti-fascistas. Además estuve durante más de dos años en la ciudad-hospital de Pórjov, en Rusia, donde ya en el primer invierno debido a los piojos existía el peligro de una epidemia de tifus exantemático, y todos los hospitales militares y los alojamientos de tropas fueron desinfectados con el "gas de campo de concentración". Allí aprendí a conocer las estrictas medidas de precaución, a pesar de que yo no formara parte de los grupos de fumigación, y sé que TODOS los libros que he leído hasta ahora sobre campos de concentración que contienen detalles de los gaseamientos tengo que relegarlos al reino de los cuentos.
Ésta probablemente bien puede ser la razón de por qué todos los reportes de campos de concentración posteriores a 1945 hechos por las víctimas son declarados como "hechos conocidos por el tribunal" y no pueden ser cuestionados. Pero también aquí las mentiras tienen las piernas cortas. Es simplemente sorprendente que después de la desaparición de las "cámaras de gas" en los campos de concentración dentro del Reich a nadie le haya llamado la atención que hayan desaparecido también ahora los que pedían "no más gaseados".
En 1988 el canal ZDF de la televisión alemana emitió en su programa Kennzeichen D un reporte sobre Babi Yar cerca de Kiev donde se afirmó que allí naturalmente las SS habrían asesinado a 36.000 judíos dinamitando una roca. En 1991 el periódico sensacionalista "tz" de Múnich publicó un reporte de la señora Dra. Kayser sobre Babi Yar, donde declaraba que esa cantidad había sido fusilada e incinerada en profundas grietas. Al pedírsele sus referencias ella señaló una librería en Konstanz que vendía el libro "Die Schoah von Babij Jar"de Erhard Roy Wiehn, 1991. El día en que ese libro llegó a mis manos, la televisión alemana emitió un reporte desde Kiev, donde una comisión de ucranianos examinó aproximadamente 180.000 cuerpos, de los cuales se estableció entonces que todos habían sido muertos por Stalin, y no se encontró ninguna culpa de los alemanes. Y sin embargo en todas partes en el mundo hasta ahora los monumentos a Babi Yar culpan a los alemanes.
Firme coraje en la difícil aflicción;
ayuda, donde el inocente clama;
la verdad, frente a amigos y enemigos;
orgullo varonil delante del trono de los reyes.
Hermanos, cuesta bienes y sangre:
la corona para el que lo merece,
¡ruina para la raza de mentirosos!
Friedrich von Schiller, Oda a la Alegría, 1785.