Piénsalo de esta manera: racialmente hablando, los blancos son los pueblos más relacionados en el mundo.
Dejando a un lado las declaraciones sobre la relatividad racio-genética, como grupo ya somos marginados por una sociedad que siente que nuestro valor colectivo está en el mismo nivel que el estiércol de caballo.
Es importante recordar que quienes están dentro de nuestro movimiento, todos poseen la fuerza inusual de defender la verdad. Investigaciones científicas recientes han confirmado que todos los humanos son etnocéntricos como una cuestión de adecuación evolutiva. Los blancos podemos representar poco menos del doce por ciento de la población mundial, pero los pocos que realmente son racialmente conscientes no son reemplazados fácilmente. Solo eso hace que cada uno de nosotros merezca respeto.
En términos históricos, la verdadera fuerza y la gloria de la raza blanca ha sido la agencia de nuestra gente y nuestra capacidad para establecer objetivos elevados y, contra todos los pronósticos, lograrlos. Esta es la naturaleza fáustica del alma europea, y ha servido bien a los intereses de la raza blanca desde tiempos inmemoriales.
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