Carl Schmitt el más eminente de los juristas alemanes, rechazó la desnazificación, como resultado perdió sus puestos universitarios y pasó el resto de su larga vida como un ciudadano mas.
El mundo de la derecha-liberal ha hecho todo lo posible por ignorar a Schmitt, incluso cuando reconoce de mala gana su influencia intelectual sin paralelo.
Los tratamientos de los pensadores más grandiosos sobre los aspectos más profundos del pensamiento schmitteano, el tiempo y el eventual éxito de proyectos intelectuales determinarán si simplemente tenemos el privilegio de paramos a la sombra de este gigante..
Desnazificación:
-Significaba internalizar la narrativa de que todos los alemanes tenían la culpa de las acciones del régimen alemán durante la Segunda Guerra Mundial.
-Significaba acceder a la afirmación de que todos los alemanes son malvados; de hecho, que todos
los alemanes son excepcionalmente malvados y cualquier expresión auténtica de la humanidad solo puede dar lugar a fines malvados.
-Significaba desarrollar un complejo de culpa y odio masivo a nivel nacional, pero también a un nivel muy individual.
-Significaba acosar con particular interés a los intelectuales, los profesores, los artistas, los juristas, los pensadores, los filósofos, los historiadores, cualquiera que pudiera proporcionar una contra-narrativa coherente a la de las fuerzas conquistadoras.
Rechazar la desnazificación significaba perder cualquier puesto en la vida pública, en la academia, los medios de comunicación o en cualquier lugar de importancia.
Carl Schmitt y Ernest Jünger
La izquierda y sus muchas criaturas imaginan que un hombre es prominente y respetado porque es profesor, que los estudiantes se aferran a cada una de sus palabras porque las pronuncia en una sala de conferencias. No se les ocurre que un hombre se convierte en profesor por la misma razón por la que es prominente y respetado: vale la pena escuchar lo que tiene que decir, provocando la fascinada respuesta de los estudiantes. De hecho, no se les ocurre a estos constructores de instituciones, como a veces les gusta llamarse a sí mismos, que la universidad es la parte innecesaria aunque facilitadora en esta relación.
El profesor y sus estudiantes cautivados pueden estar en algún lugar del bosque, vestidos con piel de ante y compartiendo sabiduría junto al arroyo.
Carl Schmitt no usó piel de ante entre los años 1945 y 1985. Cambió la sala de conferencias por el escritorio de correspondencia y el salón. En persona y a través de las epístolas, continuó su carrera no solo como pensador político, sino también como maestro tanto para jóvenes intelectuales como para pensadores establecidos y eminentes.
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