La batalla por controlar la estratégica ciudad de Stalingrado decidió el destino de la Segunda Guerra Mundial. Stalingrado fue el primer revés serio para las tropas del Eje y fue la forja de donde surgió el Ejército Rojo que derrotaría a los nazis e izaría la bandera Soviética sobre el mismismo Reichtag. Uno de los episodios más destacables de la batalla de Stalingrado fue la toma y defensa de “la Casa de Pavlov” por parte de las tropas soviéticas. Un episodio de valor desconocido para la mayoría de gente y que es necesario destacar por el nivel de heroísmo y sufrimiento que demostraron los habitantes de “la Casa de Pavlov”. El ejército soviético fue el que más contribuyó a derrotar al Eje y el que más sacrificó en la guerra. Hay que honrarlo como se merece: recordando su heroísmo siempre.
El combate en Stalingrado es un combate urbano, un combate que lo deciden las posiciones ocupadas, el que mejores posiciones de la ciudad ocupa obtiene el predominio sobre su enemigo. Entre las enormes masas de cascotes, vigas retorcidas y ruinas, las casas más resistentes son autenticas fortalezas que se alzan dominantes sobre el discontinuo frente urbano. La casa de Pavlov era una de estas posiciones, que se reveló como un objetivo estratégico de primer orden para la toma o defensa de Stalingrado. Sus suelos se bañarán con la sangre de los numerosos soldados alemanes y rusos que lucharán como fieras por controlar la casa.”La casa de Pavlov” se defenderá a sangre y fuego.
Luego de engrasar sus armas automáticas, acumular granadas y afilar las palas de combate, usadas como armas de cuerpo a cuerpo por los rusos, partieron en fila india rumbo a la casa. A medio camino entre el puesto de mando y el edificio a conquistar se hallaba un silo de granos abandonado donde el sargento apostó a Turgunov con órdenes de pedir refuerzos si el asalto fracasaba y si triunfaba unirse al grupo en 10 minutos.
Con la noche iluminada por la luna y por cientos de bengalas el sargento Pavlov y sus dos hombres restantes se infiltran en la casa sin ver rastro de alemanes por ninguna parte. Tras inspeccionar la planta baja sin encontrar ni un alemán, el grupo, con Turgunov de nuevo entre ellos sale a la plaza y recorre unos 15 metros hasta la otra entrada que tiene el edificio en busca de los alemanes.
Dejando dos hombres en la puerta, Pavlov recorre la planta baja en compañía de Turgunov sin hallar alemanes. Pero de pronto escuchan voces en alemán en una habitación, Pavlov arroja una granada al interior de la habitación y cierra la puerta. Tras el estallido de la granada entran él y Turgunov lanzando ráfagas de ametralladora, dentro de una lujosamente amueblada habitación encuentran tres alemanes muertos alrededor de una ametralladora emplazada en una ventana que domina la plaza. Mientras observa la escena, Pavlov oye un ruido y descubre a una docena de alemanes saliendo de la casa y corriendo hacia otro edificio cercano, sin perder un instante se pone al mando de la ametralladora emplazada y derriba a unos cuantos.
Tras reunirse con el resto del grupo y registrar el edificio piso a piso, Pavlov y sus muchachos descubren extrañados que no hay más alemanes, todos han huido, dejando incluso la comida caliente en la mesa. En mi opinión seguramente pensaron que el grupo de Pavlov era más numeroso, eso unido a la sorpresa de un ataque nocturno les hizo huir a toda prisa. Pero no tardarían en volver, el mando alemán no podía permitir perder esa posición y ordenó la reconquista inmediata del inmueble, a cualquier precio.
Media hora después de tomar la casa, el soldado Glushenko, que estaba de vigía descubre un grupo de 15 alemanes arrastrándose por la plaza hasta la casa. Tras comunicárselo a Pavlov, éste decide no disparar hasta que los alemanes estén muy cerca de la casa. Cuando suena el silbato del oficial alemán y el grupo se incorpora para lanzarse al asalto los cuatro rusos abren fuego y les siegan con sus metralletas y ametralladoras. Seis alemanes caen muertos y el resto se pone a cubierto, tras abatir a otro alemán que se acercaba a la casa el grupo de ocho supervivientes alemanes se retira. Al cuarto de hora siguiente los alemanes emprenden un ataque similar, fracasando de nuevo. Los rusos disponían de una magnifica posición para defenderse de ataques frontales, cada cuarto de hora durante tres horas los alemanes lanzaron asaltos de ese tipo, fracasando todos ellos y llenando la plaza de muertos y heridos. Tras esas horas, los rusos dispusieron del resto de la noche para descansar. Los cuatro hombres habían resistido valientemente todos los ataques, lo cual es toda una hazaña. En mi opinión los alemanes estaban mandados por un obstinado y poco imaginativo oficial, que humillado se obstinaba en lanzar constantes asaltos frontales, ataques que contra una casa fuerte como aquella eran un suicidio. La casa domina totalmente la plaza y bloquea a los alemanes atrincherados en los otros tres edificios que componen la plaza. Sin esa casa el resto de sus posiciones pierden importancia y se abren a la conquista.
Al Amanecer los alemanes no reanudan sus esfuerzos, lo cual es aprovechado por Pavlov para fortificarse, comer un poco de la comida de los anteriores inquilinos alemanes y examinar desde la azotea las posiciones alemanas. Al atardecer Pavlov manda a Turgunov a pedir refuerzos, una hora más tarde los defensores de la casa ya no son cuatro, se compondrán de veinte hombres armados hasta los dientes con ametralladoras y fusiles antitanques. Los restantes días los alemanes vacilan y aguardan sin atacar, lo cual es aprovechado por los rusos para abrir numerosas trincheras, con la ayuda de unos 30 habitantes civiles que no habían huido, que les comuniquen con su puesto de mando y con otras “casas fuertes” de la zona. Además los rusos aprovechan la tregua momentánea para colocar minas y trampas anticarro y crear numerosos puestos fortificados de ametralladora y fusiles antitanques. Además crearon emplazamientos camuflados para alojar a los francotiradores soviéticos que solían acudir a la casa a “cazar alemanes”, uno de estos visitantes será el insigne Vasili Zaitsev, que durante la batalla de Stalingrado abatió a 240 alemanes, incluido el profesor de la escuela alemana de francotiradores, el mayor Koning, (hechos reflejados en la película “enemigo a las puertas”).
Tras este respiro los alemanes lanzaron ataque tras ataque, con todo lo que tenían a su alcance, soldados y tanques se lanzaban contra la casa y sus defensores, que resistían y rechazaban a los atacantes. Tras el fracaso de los ataques los alemanes bombardeaban terriblemente la posición y volvían a la carga. Día tras día, ataque tras ataque la casa resistía. El estrés de combate para los defensores era terrible, pero estaban luchando por defender su tierra, lo cual les alzaba la moral, ya habían visto de que eran capaces los alemanes y preferían morir peleando antes de dejar a la madre Rusia en sus manos. En su diario Pavlov anotó por esas fechas: “Stalingrado ya no es una ciudad. De día es una enorme nube de humo cegador, un gran horno iluminado por los reflejos de las llamas. Y cuando llega la noche, los perros se arrojan al Volga porque las noches de Stalingrado los aterrorizan”.
La casa fue defendida durante 50 días, a sangre y fuego, combatiendo sin descanso, pero sin ceder un centímetro. Los alemanes atacaban incesantemente, para ellos “La Casa de Pavlov” era una humillación constante, su fama se había extendido por toda la ciudad y servia de ejemplo para otros soldados que defendían otras casas, “la Casa de Pavlov” era toda una bofetada en la mejilla de Hitler.
Después de haber resultado gravemente herido en su baluarte y ser evacuado hasta un hospital, Pavlov, tras la victoria de Stalingrado retornó al frente, para combatir enmarcado en otras unidades. Sufrió de nuevo heridas, pero pudo recuperarse y volver a la contienda, para seguir peleando siempre a sangre y fuego hasta el fin de la guerra y la caída de Berlín. Cierta vez, en un descanso vio el documental de cine titulado La Casa de Pavlov, pero a nadie dijo que él era el Pavlov de esa casa y que por él llevaba su nombre. En el verano de 1945, en Alemania, en los días de la desmovilización, el sargento Pavlov se enteró de que había sido distinguido con la medalla de “Héroe de la Unión Soviética” .Su vida había sido el combate sin tregua. Tras la guerra su nombre se recuerda aun en toda Rusia como un héroe ejemplar. Siempre se recordará “La Casa de Pavlov” y sus habitantes.
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