domingo, 12 de junio de 2016

La Corrupción de la Sangre



Se debe considerar el mestizaje como causa de la degeneración de los individuos y de las civilizaciones, escribía Von Leers, se ha expresado a lo largo de la Historia, cuando un pueblo conquista un país extraño y somete a una población extranjera, la validez jurídica del matrimonio aparecía aquí ligada a la consanguinidad o igualdad de linaje. Sin equiparación racial no hay connubium. De este punto de vista parten casi todos los sistemas jurídicos de los pueblos europeos.



Vacher de Lapouge señaló que la pérdida de vitalidad de los individuos es una de las principales consecuencias del mestizaje y que afecta de manera muy particular a los mestizos de razas muy dispares.




El biólogo inglés J. Huxley concluía, por su parte, que el cruce racial podía dar lugar a extremas y peligrosas variaciones para los mestizos que, asimismo, podían acabar como individuos totalmente inadaptados.



El propio Adolf Hitler dirá, mucho tiempo después, que todo cruzamiento de dos seres cualitativamente desiguales da como resultado un término medio entre el valor cualitativo de los padres; es decir, que la cría estará a un nivel superior con respecto a aquel elemento de los padres que es racialmente inferior, pero no será de igual valor cualitativo que el elemento racialmente superior de ellos.


Y Chamberlain afirmará que la continua promiscuidad entre dos sobresalientes razas de animales conduce sin excepción, al aniquilamiento de los caracteres sobresalientes de ambos; la misma ley puede aplicarse a las razas humanas, como lo prueban la Historia y la etnología.

Los nobles caracteres no surgen de la casualidad o de la promiscuidad sino del mantenimiento de la pureza de la raza y del cultivo de sus mejores cualidades. Así, personalidad y raza están relacionadas del modo más íntimo.



Pero, según el filósofo nacionalsocialista H. A. Grunsky, la mezcla de sangre destruye la personalidad, creando una serie caótica de conglomerados humanos descastados, porque el propio ser del individuo híbrido o mestizo descansa sobre la descomposición del mundo unitario de la sangre.



La mezcla racial también afecta a la cohesión y unidad de la comunidad nacional. Según Gobineau, el mestizaje es el peor golpe para hacer vacilar la vitalidad de una nación, ya que destruye su homogeneidad y hace que sea imposible la armonización de los intereses comunes, única razón de ser de la sociedad. La mezcla de razas hace desaparecer el espíritu comunitario, que nace de la conciencia de pertenencia a un mismo linaje, de tener un mismo origen y de concebir la vida de igual manera.



La infiltración de sangre extraña en el organismo de un pueblo conduce a la disociación del carácter nacional, lo cual se manifiesta en el lamentable súper-individualismo de muchos».Porque, según J. Graf, la ruina racial es la causa de la decadencia moral entre todos los pueblos de la época moderna; allí donde la raza es dañada por sangre extraña, se desgarra también el vínculo anímico que liga a los antepasados con los descendientes y éstos a su vez entre sí, dentro de su comunidad.





Hay tres grandes troncos raciales. La raza negra, considerada como la más ínfima, es a la que corresponde, no obstante, un flujo de energías poderosas manifestado en el deseo y la voluntad, pero nunca residenciado en el dominio intelectual, como una proyección de las fuerzas más elementales y subconscientes de la naturaleza humana. Por su parte, a la raza amarilla nos la presenta como la antítesis de la negra, poco vigorosa, apática, con tendencia a la mediocridad y respeto a toda regla que le pueda garantizar un orden de vida. Y, por último, la raza blanca y, esencialmente, la del tipo dolicocéfalo, rubio y de alta estatura, cuya superioridad se encontraría en el completo dominio de la inteligencia, en un instinto extraordinario para la lucha y la conquista, un gusto pronunciado por la libertad, la personalidad y el honor.



La raza blanca poseía originariamente el monopolio de la belleza, la inteligencia y la fuerza, mientras que de su unión con otras variedades surgieron mestizos bellos sin ser fuertes, fuertes sin ser inteligentes y también ni inteligentes ni fuertes. A este grupo de mestizos pertenecerían, por ejemplo, los pueblos semitas, cruce de la raza blanca con tipos negroides y orientaloides.

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