En el actual y tan liberal mundo desarrollado existe, sin embargo, un auténtico terrorismo intelectual que se prohíbe en algunos países bajo pena de cárcel que se investigue y se propague cualquier opinión o investigación que siquiera cuestione la veracidad de este Dogma del Holocuento, por lo tanto existe una fuerte corriente de pensamiento revisionista en círculos academicos en Europa y Estados Unidos que sostienen que no ha quedado adecuadamente demostrado que seis millones de judíos murieran a manos de la Alemania y Austria nacionalsocialista. Así, se ha perseguido e incluso encarcelado a historiadores como el francés Robert Fuarisson, a centros de investigaciones como el Instituto de Revisionismo Histórico de California, al investigador alemán Ernst Zundel y, más recientemente, el prestigioso historiador inglés David Irving quien fuera arrestado en Austria bajo un viejo cargo que data del año 1989 cuando osó dar una conferencia en la que cuestionó la historia oficial de los 6 millones de judíos muertos en los campos de concentración alemanes durante la segunda guerra mundial, aseverando como mantienen muchos investigadores que más allá de la persecución de los judíos en la Alemania nacionalsocialista, no existe sustente serio y verificable a esa tremenda cifra de los 6 millones. Esta cifra casi emblemática y cabalística de 6 millones hoy se acepta como buena, no porque se halle avalada por investigaciones históricas serias y sólidas, sino porque se la ha repetido,
dramatizado y taladrado en el imaginario colectivo gracias a los cientos de miles de millones de dólares invertidos a lo largo de sesenta años de propaganda en películas, documentales propagandísticas, libros, novelas, entrevistas, actos, monumentos, recordatorios, "memorias activas", y muchas otras acciones psicológicas colectivas tendientes a imponer el Holocuento de los 6 millones como una realidad, a pesar de carecer tal cifra de un riguroso sustento fáctico.
Uno de los tantos instrumentos de guerra psicológica utilizados en este proceso es la neoyorquina Anti-Difamation League (ADL – www.adl.org), una de las organizaciones de choque encargada de ejercer presión de todo tipo contra quienes cuestionen el Mito del Holocuento en cualquier parte del mundo. Utilizando una metodología agresiva, copiosamente financiada y con amplia cobertura entre los multimedios monopólicos mundiales, la ADL ejerce una suerte de terrorismo intelectual tendiente a acallar toda crítica hacia el sionismo, sus objetivos mundiales y sus operadores, esgrimiendo a menudo con tono rayano en la histeria la acusación de “¡antisemitismo!” contra quienes pretendan promover un estudio serio de estos temas fundamentales, o cuestionen las políticas israelíes, equiparando erróneamente “antisemitismo” con “antisionismo” Señalemos que la ADL opera estrechamente con la muy influyente y exclusiva logia masónica judía B´Nai B´Rith. Las investigaciones serias sobre este complejo tema están hoy vedadas de hecho en buena parte del mundo occidental, y prohibidas por ley en países como Francia, Canada, Alemania y Austria. ¿A qué se le tiene tanto miedo? ¿A que un estudio serio haría que los números “no cierren”?
El escritor judio estadounidense, Norman Finkelstein, en su libro “La industria del Holocausto” explica muy bien la manera en que el Mito del Holocuento es utilizado por Israel para conseguir permanente apoyo financiero y político de EEUU, sus aliados y de sectores debidamente alineados de la Diáspora judía en todo el mundo.
En el museo del campo de concentración de Auschwitz durante los años en que Polonia estuvo ocupada por la ex-Unión Soviética, hubo una placa que recordaba que ahí habían sido ejecutados “4 millones” de aquellos supuestos 6 millones de judíos asesinados. En los años noventa, sin embargo, tras la caída del Muro de Berlin y posterior libertación de Polonia, esa placa fue discretamente retirada y reemplazada por otra que indica un total de “1.500.000 muertos…” ¿Donde están entonces los seis millones del “Holocuento”?
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