jueves, 12 de febrero de 2015

Europa, amada Europa, despierta ¡¡

No es sólo una guerra ideológica la que se nos planta en nuestra propia casa, es también una guerra demográfica. Cambiará el sustrato étnico y lingüístico-cultural de nuestro continente, la Europa europea desaparecerá, los europeos milenarios desapareceremos, nuestra cultura se pudrirá en los en los museos, en los laboratorios...nuestra cultura, nuestro sentido, nuestro ser simbólico milenario. Que los pueblos tengan en cuenta su historia, estamos alimentando un monstruo que amenaza claramente con destruírnos, estos huéspedes indeseables han dejado claras sus intenciones de dominio, es o ellos o nosotros, estamos recibiendo la amenaza de unos extranjeros que nunca serán europeos que siempre serán extranjeros en nuestra Europa, que odian todo lo europeo, todo lo nuestro, que ya nos amenazan, nos intimidan, violan a nuestras mujeres y apalean a nuestros jóvenes, atacan nuestras propiedades, insultan nuestras tradiciones...nadie los detiene, ni gobernantes ni políticos..sin embargo, se les deja hacer, se les deja crecer.. Invoco aquí la antigüedad y la sabiduría de estos pueblos, la ancestral y autóctona, que brille, que renazca y se oponga al poder espiritual extranjero. Es una guerra secular, milenaria, en esta guerra son los pueblos los que han perdido en cada batalla, en cada momento de expansión de algunas de las ideologías totalitarias religiosas o políticas, en cada oleada, los pueblos hemos sido destruídos, pisoteados, humillados, y espiritualmente, culturalmente y simbólicamente alienados, es desde las culturas étnicas que tenemos que librar esta última batalla, desde lo nuestro, en defensa de lo nuestro ancestral y autóctono, no nos dejaremos arrebatar el legado milenario..nunca más. Los gobiernos tienen las manos atadas. Hemos llegado a tal punto que cualquiera de las medidas que se establezcan para librarnos de la población extranjera nos causará problemas, internos y externos, problemas económicos, y problemas militares; dentro y fuera, es inevitable la guerra que viene. Tiempos malos, muy malos, nos vienen a nosotros, los europeos. Vientos terribles soplan, vientos de guerra, de destrucción y muerte. Europa no podrá resurgir de esta derrota, será nuestro último avatar, sin tierra, y sin memoria, no se cantarán nuestras gestas, ni nuestros logros, somos ya un pueblo sin futuro. Ha de ser toda Europa la que tiene que ponerse en pie, la del norte y la del sur, la del este y la del oeste, del Ártico al Mediterráneo, del Atlántico al Pacífico, las naciones y todos los pueblos europeos, el pueblo de Europa se enfrenta a la muchedumbre extranjera que la invade. ¡Fuera de aquí!, necesitamos generaciones airadas y conscientes del peligro, de la situación, bien informados...¡¡ decididos y firmes ¡¡.Así como una manzana es buena para nuestra salud. Nos viene bien, nos hace bien. Nos hace más fuertes, más sanos, hay también lo que nos nace mal, nos hace daño; es malo, la bondad y la maldad de las cosas y sucesos, con respecto a nosotros. Aquí está la medida de la bondad, lo bueno y lo malo, aquí, y ahora, no un "nosotros" universal no un urbi et orbi, sino un "nosotros" local, relativo a un pueblo.


La "bondad" y la "maldad", pues, son relativas, el comportamiento bueno y el comportamiento malo. Lo que es bueno para la propagación extranjera en Europa es malo para los europeos, simplemente. Cualquier comportamiento por parte de los europeos que coadyuve a esta propagación, es malo para nosotros los europeos. Aquí no caben las "buenas intenciones", o la abstracta "bondad"; aquí importa la acción, y el resultado de la acción. Si favorece o no favorece, si hace bien, o hace mal a nuestra salud, a nuestro pueblo, a Europa. A corto, a medio, a largo plazo.

Es una pésima actuación para Europa. Nos arrepentiremos de este período.

La "bondad" universal, abstracta, hipócrita, fea, la no-bondad, la que trae malas consecuencias, la que hace mal.


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