Allí donde el Nacionalsocialismo tenía la razón, fue brillantemente exitoso.
Mirado en retrospectiva, uno se sorprende no tanto por aquello en lo que los primeros teóricos estuvieron equivocados sino por en cuánto ellos tuvieron razón.
Uno ciertamente puede tomar una posición anti-Hitler por cualquier cantidad de razones, uno nunca podría criticar a un polaco o a un ruso por hacer aquello, pero uno no puede hacer una evaluación honesta del líder alemán sin un involucramiento serio con la ciencia evolutiva que inspiró las doctrinas centrales del Nacionalsocialismo.
El Nacionalsocialismo fue en sí mismo una especie de fanática religión civil, que tenía las ventajas y las desventajas de todas las revoluciones religiosas: la cultura de la sociedad, los valores y el comportamiento fueron en efecto radicalmente transformados de acuerdo con la nueva fe, una exitosa religión puede ser considerada como una especie de programación cultural, pero eso también necesariamente significó inflexibilidad y dogmatismo.
Sólo podemos especular si un victorioso patriotismo pan-germano del TercerReich hubiera cedido finalmente a un grado de sentimiento común europeo: los científicos evolutivos de Alemania generosamente financiados, la camaradería pan-europea de la sangre y la hermandad de aquella nueva élite que era la Waffen-SS, y los intereses continentales objetivos del gran empresariado alemán y europeo, ciertamente habrían militado en aquella dirección. Pero éstas son sólo consideraciones ociosas, la materia de novelas especulativas más bien que de la Historia...
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