martes, 24 de abril de 2018

El camino hacia la servidumbre y la fatalidad.




He leído los libros de varios filósofos y figuras influyentes a lo largo de la historia, tanto los que estuvieron de acuerdo conmigo como los que no, permitieron comprender su forma de pensar. Para mí, este es el punto más importante para leer libros: a diferencia de muchas personas que solo leen o escuchan a quienes creen que confirmarán su posición, trato de entender la opinión contraria para que, si son correctas en un área, pueda adaptarme mis creencias en consecuencia, y si están equivocadas, puedo saber cómo refutarlas de la manera más efectiva posible.




En esencia, ven a las personas como simples masas, en lugar de seres autoconscientes con personalidades y capaces de razonar. No dan ninguna importancia a los individuos, y los ven como meras herramientas para usar. 

De ahí la Teoría Crítica, que establece que todo es una cuestión de opresión; cada interacción y estructura es un grupo que oprime al otro. Eres, según ellos, un carnicero o ganado, por lo que te esfuerzas por ser el primero.


Desde esta mentalidad se concluyen que todo es un mecanismo de control, incluida la moralidad. No ven la moralidad como algo verdadero o universal, sino más bien como un medio para controlar a las personas. 



Es la diferencia entre el determinismo y el libertarismo, si las personas son materia inerte que reaccionan a fuerzas externas, entonces no tienen ningún valor moral.



No importa lo que hagan o lo que les pase, así como no importa moralmente si una roca rueda por un acantilado y aplasta un tronco viejo, porque ambas son materia inerte incapaz de deliberación, razonamiento o emoción.



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