Ríos de sangre, de Enoch Powell..

Extractos del discurso de los "Ríos de sangre" de Enoch Powell, en Birmingham el 20 de abril de 1968.

Este fenómeno trágico e intratable está unido con la historia y la existencia de los propios Estados, nos sobreviene por nuestra propia voluntad y por nuestra propia negligencia.
Solo una acción resuelta y urgente lo evitará. Todo lo que sé es que ver y no hablar, sería la gran traición.

Hasta ahora ha sido la fuerza de las circunstancias y los antecedentes lo que ha hecho que la idea de integración sea accesible para la mayor parte de la población inmigrante o cualquier pequeña minoría.

Cualesquiera que sean las desventajas, los inmigrantes surgieron de la ley, de la política pública y de la administración. 
Pero mientras que, para el inmigrante, la entrada a este país era la admisión a los privilegios y las oportunidades buscadas ansiosamente, el impacto sobre la población existente era muy diferente. Por razones que no podían comprender, y en cumplimiento de una decisión por defecto, sobre la cual nunca fueron consultados, se encontraron extraños en su propio país.

La función suprema de la habilidad de los estadistas es evitar los males evitables. Al tratar de hacerlo, encuentra obstáculos profundamente enraizados en la naturaleza humana.

Una es que por el mismo orden de cosas tales males no son demostrables hasta que hayan ocurrido: en cada etapa de su aparición hay lugar para la duda y para disputar si son reales o imaginarios. Por la misma razón, atraen poca atención en comparación con los problemas actuales, que son indiscutibles y apremiantes: de ahí la tentación de toda política de preocuparse por el presente inmediato a expensas del futuro.

La gente está dispuesta a cometer errores al predecir problemas por causar problemas e incluso por desear problemas.