¡Sé inteligente, Ariadna!...
Tienes oídos pequeños, tienes mis oídos:
¡Introduce en ellos una palabra inteligente!
¿No tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando
debemos amarnos a nosotros mismos?...
Yo soy tu laberinto...
Tienes oídos pequeños, tienes mis oídos:
¡Introduce en ellos una palabra inteligente!
¿No tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando
debemos amarnos a nosotros mismos?...
Yo soy tu laberinto...
Lo mejor de Nietzsche no esta en sus poemas explícitos, sino en sus escritos filosóficos, empezando por El lamento de Ariadna..tan profundo como bello..
La dimensión filosófica se halla sin dificultad en toda la producción intelectual de este radical filósofo.
Quizás por eso Nietzsche puede convertirse en ese dios de la embriaguez que habla de Ariadna como si fuera él mismo.
La transmutación de su identidad es parte de ese baile de máscaras que tanto lo sedujo. Cierto que hay una filosofía no poética y una poesía no filosófica. A riesgo de confundirme irremediablemente, confieso que sólo cuando los poemas tienen esa modulación propia de la auto-reflexividad siento que la escritura acaricia lo real, aproximándose ya no sólo al abismo del ser, sino al ser como abismo.
¡Se acabó!
mi único compañero,
mi gran enemigo
¡mi dios verdugo!...
¡vuelve!
¡Con todos tus martirios!
¡Oh, vuelve!
¡mi dolor!
¡mi última felicidad!...
... Y entre ellos vivía
Un hombre de raro saber, poseedor de las mayores riquezas del espíritu
Y maestro en toda especie de ingeniosa destreza;
Pues siempre que ponía todos sus talentos en tensión, podía mirar
con facilidad a todo lo existente, habiendo vividodiez y veinte vidas de hombres.
¡Hiere más hondo!
¡Hiere de nuevo!
¡Pica, repica en este corazón!
¿A que viene este martirio
con flechas de dientes romos?
¿Qué miras otra vez
sin cansarte del tormento humano
con malévolos ojos de rayos divinos?
¿No quieres matar,
sólo martirizar, martirizar?
¡Para qué martirizarme a mí,
malévolo dios desconocido?
Nietzsche, que solía llamar Ariadna a su amada Cósima Wagner, expresa el miedo y el ansia de Ariadna ante el amor terrible y furioso que el dios Dionisos sentía por ella.
¡No!
¡Vuelve!
¡Con todos tus martirios!
Todas mis lágrimas corren
su camino hacia ti
y para ti arde
la última llama de mi corazón.
¡Oh, vuelve,
mi dios desconocido, mi dolor!
Mi última felicidad!
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