La propaganda oficial sobre las elecciones europeas repite sin descanso que Europa es paz y prosperidad, un slogan incompatible con la misión de la Unión Europea.
Hablemos de paz:
La Unión Europea ha sido incapaz de liberar Chipre, isla europea. miembro de la UE desde 2004, ocupada por Turquía desde 1974. El ejército turco ocupa una tercera parte del territorio chipriota, donde ha instaurado una autoridad que colabora con la ocupación turca bajo la denominación de República Turca del Norte de Chipre. Los chipriotas que viven en la parte de la isla ocupada por Turquía no han podido inscribirse en las listas electorales y no podrán participar en la elección europea. Pero a la Unión Europea no sólo no le interesa el destino de esos chipriotas sino que además desembolsa miles de millones de euros en subvenciones destinadas a Turquía. Claro, Turquía es miembro de la OTAN.
Hablemos ahora de prosperidad:
Sin entrar a argumentar sobre la cuestión del gasoducto Nord Stream 2, la Unión Europea ha aplicado la estrategia antirrusa de Estados Unidos con tanta eficacia que los países miembros de la UE se han estancado mientras que el resto del mundo se desarrolla. Durante la década posterior a la crisis financiera de 2008, el crecimiento de China fue de +139%, el de la India fue de +96% y Estados Unidos creció en un 34%, mientras que el crecimiento de la Unión Europea retrocedió (-2%).
Dicho esto..hagamos un poco de historia y veamos como se inició la estafa y como continua..
Después de su victoria común en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y el Reino Unido adoptaron la imagen de su aliado soviético que les proponía el embajador estadounidense en Moscú, George Kenan. Para Washington y Londres, la URSS era un imperio totalitario que trataba de conquistar el mundo. Así que, en un giro de 180 grados, concibieron la política de contención frente a la Unión Soviética, afirmando que el mundo estaba dividido en tres partes: el mundo libre, el mundo ya dominado por los soviéticos y el mundo por descolonizar, al cual había que proteger del ogro soviético.
Inicialmente, aquel análisis pudo parecer correcto en la medida en que Stalin seguía deportando pueblos enteros.
Pero, después de su muerte, ya se hizo evidente que aquello era falso. El Che Guevara, entonces ministro de Economía de Cuba, escribió un libro contra el modelo soviético y trató de continuar la revolución en África, sin pedir permiso a la URSS, pero contando con su apoyo.
En todo caso, Estados Unidos y el Reino Unido decidieron proteger Europa occidental del yugo soviético mediante la creación de los Estados Unidos de Europa. Aunque eso recuerda el proyecto de los europeos de principios del siglo XX, que quisieron unirse en vez de guerrear entre sí, en realidad se trata de algo muy diferente, algo que debemos comparar más bien con la Liga Árabe y con la Organización de Estados Americanos, instauradas ambas en el mismo momento.
Fueron pocas las personalidades de Europa occidental que se opusieron al proyecto para Europa. Sin embargo, teniendo en cuenta las enseñanzas de la repartición del mundo que se había pactado en Yalta, los gaullistas y los comunistas franceses mantuvieron la alianza que habían establecido durante la Segunda Guerra Mundial y velaron por impedir la creación de una estructura supranacional, de manera que cada nación siguiese siendo más o menos soberana, a pesar de hallarse bajo las banderas de Estados Unidos y del Reino Unido. Fue con ese objetivo que los gaullistas y los comunistas franceses se opusieron juntos al Mando Integrado de la OTAN y a la manera como los anglosajones reformulaban la construcción europea. Los gaullistas y los comunistas franceses estimaban que Europa era todo el continente, desde Brest hasta Vladivostok. En efecto, al implementar su particular sistema jurídico, los ingleses se habían alejado de la cultura europea mientras que los rusos la extendieron con la conquista de Siberia.
Todos esos debates deberían haber terminado con la disolución de la URSS, en 1991. Pero no fue así. Más bien sucedió lo contrario. Por boca de su secretario de Estado, James Baker, Estados Unidos anunció que todos los Estados europeos liberados del yugo soviético se integrarían a la Unión Europea y a la OTAN… afirmación que todo el mundo aceptó. Simultáneamente, el propio James Baker hizo redactar el Tratado de Maastricht, documento que transformaba el Viejo Continente en una especie de Estados Unidos de Europa bajo la tutela de la OTAN. La moneda única de ese bloque supranacional, el euro, tenía que imprimirse siguiendo el modelo del dólar, lo cual sucedió tan rápidamente que no podía ser cierto. Desconfiando de Rusia –como siempre–, Washington y Londres impidieron que se le permitiese convertirse en miembro de la Unión Europea pero la asociaron en cierta medida al abrirle la puerta del G7, que se convirtió así en G8, a partir de entonces con poderes de decisión.
Esa etapa de incertitud terminó en 1999, con la caída de Boris Yeltsin y la llegada al poder de Vladimir Putin en Moscú. Las instituciones bajo control de Washington adoptaron una actitud más dura, se reactivó la estrategia de contención que había fracasado durante la guerra fría– y el oso ruso sustituyó al oso soviético en la imaginación de los anglosajones. Hoy, con diversos pretextos o incluso sin pretexto alguno, Washington ha instaurado contra Moscú todo tipo de sanciones económicas, políticas y militares y Rusia ha sido expulsada del G8.
Fuente base: www.mentealternativa.com
Dicho esto..hagamos un poco de historia y veamos como se inició la estafa y como continua..
Después de su victoria común en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y el Reino Unido adoptaron la imagen de su aliado soviético que les proponía el embajador estadounidense en Moscú, George Kenan. Para Washington y Londres, la URSS era un imperio totalitario que trataba de conquistar el mundo. Así que, en un giro de 180 grados, concibieron la política de contención frente a la Unión Soviética, afirmando que el mundo estaba dividido en tres partes: el mundo libre, el mundo ya dominado por los soviéticos y el mundo por descolonizar, al cual había que proteger del ogro soviético.
Inicialmente, aquel análisis pudo parecer correcto en la medida en que Stalin seguía deportando pueblos enteros.
Pero, después de su muerte, ya se hizo evidente que aquello era falso. El Che Guevara, entonces ministro de Economía de Cuba, escribió un libro contra el modelo soviético y trató de continuar la revolución en África, sin pedir permiso a la URSS, pero contando con su apoyo.
En todo caso, Estados Unidos y el Reino Unido decidieron proteger Europa occidental del yugo soviético mediante la creación de los Estados Unidos de Europa. Aunque eso recuerda el proyecto de los europeos de principios del siglo XX, que quisieron unirse en vez de guerrear entre sí, en realidad se trata de algo muy diferente, algo que debemos comparar más bien con la Liga Árabe y con la Organización de Estados Americanos, instauradas ambas en el mismo momento.
Fueron pocas las personalidades de Europa occidental que se opusieron al proyecto para Europa. Sin embargo, teniendo en cuenta las enseñanzas de la repartición del mundo que se había pactado en Yalta, los gaullistas y los comunistas franceses mantuvieron la alianza que habían establecido durante la Segunda Guerra Mundial y velaron por impedir la creación de una estructura supranacional, de manera que cada nación siguiese siendo más o menos soberana, a pesar de hallarse bajo las banderas de Estados Unidos y del Reino Unido. Fue con ese objetivo que los gaullistas y los comunistas franceses se opusieron juntos al Mando Integrado de la OTAN y a la manera como los anglosajones reformulaban la construcción europea. Los gaullistas y los comunistas franceses estimaban que Europa era todo el continente, desde Brest hasta Vladivostok. En efecto, al implementar su particular sistema jurídico, los ingleses se habían alejado de la cultura europea mientras que los rusos la extendieron con la conquista de Siberia.
Todos esos debates deberían haber terminado con la disolución de la URSS, en 1991. Pero no fue así. Más bien sucedió lo contrario. Por boca de su secretario de Estado, James Baker, Estados Unidos anunció que todos los Estados europeos liberados del yugo soviético se integrarían a la Unión Europea y a la OTAN… afirmación que todo el mundo aceptó. Simultáneamente, el propio James Baker hizo redactar el Tratado de Maastricht, documento que transformaba el Viejo Continente en una especie de Estados Unidos de Europa bajo la tutela de la OTAN. La moneda única de ese bloque supranacional, el euro, tenía que imprimirse siguiendo el modelo del dólar, lo cual sucedió tan rápidamente que no podía ser cierto. Desconfiando de Rusia –como siempre–, Washington y Londres impidieron que se le permitiese convertirse en miembro de la Unión Europea pero la asociaron en cierta medida al abrirle la puerta del G7, que se convirtió así en G8, a partir de entonces con poderes de decisión.
Esa etapa de incertitud terminó en 1999, con la caída de Boris Yeltsin y la llegada al poder de Vladimir Putin en Moscú. Las instituciones bajo control de Washington adoptaron una actitud más dura, se reactivó la estrategia de contención que había fracasado durante la guerra fría– y el oso ruso sustituyó al oso soviético en la imaginación de los anglosajones. Hoy, con diversos pretextos o incluso sin pretexto alguno, Washington ha instaurado contra Moscú todo tipo de sanciones económicas, políticas y militares y Rusia ha sido expulsada del G8.
Fuente base: www.mentealternativa.com
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