Goethe nunca fue capaz de recrear artísticamente las personalidades violentas del pasado, en el lado contrario está precisamente el tipo de personalidad por el que Nietzsche es adorado.
Ambos hombres se esforzaron durante toda su vida de forma estricta y disciplinaria. Ambos hombres eran casos límite, al igual que Goethe fue el último de los clásicos, Nietzsche el último sin más.
Pero el siglo XVIII poseía el tipo más alto de sociedad que la Europa Occidental ha conocido. El siglo XX no tiene ni una sociedad distinguida ni ningún otro tipo de atributos formales, sólo los restos dispersos de la tradición de la clase media y aristocrática.
Por otra parte, es imposible inventar un nuevo método de ver y decir como el de ellos. Alemania también puede traer mentes impresionantes en el futuro, sin embargo son casos aislados, porque hemos llegado al final del gran desarrollo. Y siempre serán eclipsados por las dos grandes figuras de Goethe y Nietzsche.
Una característica esencial del clasicismo occidental fue su intensa preocupación por el mundo contemporáneo. Mientras trata de controlar los impulsos humanos que tienden en direcciones opuestas, se intentó realizar que el pasado y el futuro se aglutinaran en la situación contemporánea.
Por otra parte, es imposible inventar un nuevo método de ver y decir como el de ellos. Alemania también puede traer mentes impresionantes en el futuro, sin embargo son casos aislados, porque hemos llegado al final del gran desarrollo. Y siempre serán eclipsados por las dos grandes figuras de Goethe y Nietzsche.
Una característica esencial del clasicismo occidental fue su intensa preocupación por el mundo contemporáneo. Mientras trata de controlar los impulsos humanos que tienden en direcciones opuestas, se intentó realizar que el pasado y el futuro se aglutinaran en la situación contemporánea.
La máxima de Goethe implica que hizo una llamada a los diversos tipos de figuras y acontecimientos del pasado, los griegos, el renacimiento, Götz von Berlichingen, Faust, y Egmont, con el fin de infundirles el espíritu de su propio tiempo, el resultado es que no somos del todo conscientes de los precedentes históricos.
A diferencia, Nietzsche, que carecía de la habituación a la experiencia práctica regular, nunca se familiarizó con la democracia de su tiempo en toda su fuerza y debilidad. Para estar seguros, se rebeló contra el instinto de la manada con la ira de su alma muy sensible, pero la principal causa de su ira se encontraba en algún lugar del pasado histórico.
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