Fuente: antiwar.com.
Dividir, Conquistar, Colonizar
por Dan Sánchez
22 de Diciembre de 2015
Tel-Aviv ha perseguido durante mucho tiempo una estrategia de "dividir y conquistar", tanto directa como indirectamente por medio de la enorme influencia que el lobby de Israel y los neoconservadores tienen sobre la política exterior estadounidense.
Un famoso artículo de principios de los años '80 del diplomático y periodista israelí Oded Yinon es más explícito en este respecto. El Plan Yinon pide la disolución del mundo árabe entero, incluyendo Egipto, Siria, Iraq y la Península Arábiga. Cada país debía conseguirse que fuera fragmentado de acuerdo a agrupaciones sectarias y étnicas, después de lo cual cada fragmento resultante sería hostil a sus vecinos. Yinon increíblemente afirmó que:
Este estado de cosas será la garantía para la paz y la seguridad en el área a largo plazo.
Según Yinon, esta balcanización debería ser realizada mediante la instigación de la discordia y la guerra entre los árabes:
Cada clase de confrontación inter-árabe nos ayudará a corto plazo y acortará el camino hacia el objetivo más importante de fragmentar Iraq en denominaciones, como en Siria y en el Líbano.
La siembra de la discordia entre los árabes ya había sido parte de la política israelí años antes del informe de Yinon.
Para contrarrestar a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), nacionalista y árabe secular, Israel apoyó un movimiento islamista en los Territorios Ocupados, comenzando a finales de los años 70 casi al mismo tiempo que EE.UU. comenzó a apoyar directamente a los fundamentalistas muyahidinesislámicos en Afganistán. El movimiento islamista palestino patrocinado por Israel finalmente dio origen a la creación de Hamás, al que Israel también apoyó y ayudó a crecer.
También a finales de los años 70 Israel comenzó a fomentar la lucha inter-árabe en el Líbano. Comenzando en 1976, Israel apoyó militarmente a los árabes cristianos maronitas, agravando la guerra civil libanesa que había comenzado recientemente. En 1978 Israel invadió el Líbano, y reclutó a gente local para crear una fuerza delegada llamada el Ejército del Sur del Líbano.
Israel invadió el Líbano nuevamente en 1982, y trató de instalar en el poder a una organización cristiana llamada la Falange. Esto fue frustrado cuando el nuevo dirigente falangista Bashir Gemayel fue muerto. En represalia, con la complicidad israelí, la Falange perpetró la matanza en los campos de refugiados de Sabra y Shatila, en Beirut, matando a cientos quizá miles de refugiados palestinos y chiítas libaneses.
La guerra civil que Israel ayudó a fomentar fracturó al Líbano durante una década y media. Fue la caótica fragmentación del Líbano lo que Yinon citó como el precedente y el modelo para el resto del mundo árabe.
Estados Unidos también ha azuzado durante mucho tiempo a naciones musulmanas, sectas y grupos étnicos unos contra otros. A lo largo de los años 80, además de patrocinar la yihad afgana y la guerra civil, EE.UU. armó a Iraq incluso con armas químicas en la invasión de éste y guerra contra Irán. Al mismo tiempo, EE.UU. también estaba vendiendo en secreto armas al lado iraní en aquel mismo conflicto. Vale la pena notar que dos funcionarios implicados en el escándalo Irán-Contras fueron los neoconservadores pro-Israel Elliot Abrams y Michael Ledeen. Abrams fue condenado aunque más tarde perdonado por cargos criminales.
Este tema también puede ser visto en A Clean Break (Una Ruptura Limpia), un documento de estrategia escrito en 1996 para el gobierno israelí por un grupo de estudios neoconservador liderado por futuros funcionarios de la administración de Bush II y arquitectos de la guerra contra Iraq. En aquel documento, el principio de dividir y conquistar se aplicaba bajo el eufemismo de una estrategia basada en el equilibrio de poderes. Esta estrategia implicaba aliarse con algunas potencias musulmanas (Turquía y Jordania) para reducir y finalmente derrocar a otras. En particular, pedía el cambio de régimen en Iraq a fin de desestabilizar a Siria. Y la desestabilización tanto de Siria como de Irán era principalmente para contrarrestar los desafíos que aquellos países planteaban a los intereses de Israel en el Líbano.
El autor primario de "Una Ruptura Limpia", David Wurmser, también escribió otro documento de estrategia en 1996, esta vez para audiencias estadounidenses, llamado "Coping with Crumbling States" (Tratando con Estados que Se Desmoronan). Wurmser argumentaba que el tribalismo, el sectarismo, y la competencia de tipo bandas o clanes era lo que realmente definía la política árabe. Él afirmaba que los regímenes árabes nacionalistas y seculares como Iraq y Siria intentaban desafiar aquella realidad, pero finalmente fracasarían y serían destrozados por ella. Wurmser por lo tanto pedía el aceleramiento y el control de aquel inevitable colapso caótico por medio del cambio de régimen en Iraq.
Especialmente gracias a los esfuerzos increíblemente eficaces del neoconservador Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC), el cambio de régimen en Iraq se convirtió en la política estadounidense oficial en 1998. El destino de Iraq fue sellado cuando el 11-S golpeó mientras la presidencia estadounidense estaba dominada por neoconservadores incluyendo muchos signatarios de Una Ruptura Limpia y miembros del PNAC y sus aliados cercanos.
Comenzando con la consiguiente Guerra de Iraq, la estrategia Yinon/Wurmser de dividir y conquistar entró en una permanente alta actividad.
Después del derrocamiento del gobernante árabe nacionalista y secular Sadam Hussein, las políticas de los invasores estadounidenses difícilmente podrían haber sido mejor diseñadas para instigar una guerra civil entre suníes y chiíes iraquíes.
La "des-Baathificación" [partido Baath de Hussein] del gobierno iraquí envió a innumerables suníes seculares a la desesperación del desempleo. Esto fue acompañado por una total privación de derechos cuando la primera elección orquestada por EE.UU. entregó el poder total a los chiíes. Y fue acompañado posteriormente por la persecución cuando las milicias chiíes, armadas por los estadounidenses y apoyadas por Irán, comenzaron a limpiar étnicamente Bagdad y otras ciudades de los suníes.
La invasión también dio rienda suelta a Abu Musab al-Zarqawi, un terrorista que había estado antes escondido ocultándose de las fuerzas de seguridad de Sadam. Los disparos de extremistas suníes y los atentados suicidas contra chiíes y lugares sagrados chiíes, y las represalias anti-suníes que esto engendró, dividieron posteriormente a Iraq de acuerdo a las líneas sectarias. La banda de Al-Zarqawi se convirtió en Al-Qaeda en Iraq. Después de que muchos de sus seguidores extremistas fueron puestos por los estadounidenses en prisiones cerradas con ex-Baathistas, muchos de éstos fueron reclutados. La experiencia militar así adquirida fue crucial para el posterior surgimiento del grupo para la conquista, ahora como ISIS.
Todo esto era la receta perfecta para la guerra civil. Y cuando aquella guerra civil estalló realmente, las fuerzas armadas estadounidenses hicieron imposible la reconciliación al ponerse completamente del lado chiíta.
Ahora en la vecina Siria, EE.UU. ha estado alimentando una guerra civil durante los pasados cuatro años patrocinando a yihadistas suníes internacionales que luchan junto a ISIS y a Al-Qaeda siria en la guerra de éstos para derrocar al gobernante nacionalista árabe secular Bashar al-Assad, y purificar la tierra de chiíes, drusos, cristianos y otros apóstatas no-salafistas. Los co-patrocinadores claves de esta yihad incluyen a los regímenes musulmanes de Turquía, Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Y los aliados claves y defensores de Assad incluyen a fuerzas musulmanas tales como Hezbolá, tropas iraníes y milicias iraquíes. En algunas batallas en Siria, los soldados iraquíes y los rebeldes sirios pueden estar disparándose unos a otros con armas estadounidenses.
Muchas de las armas y reclutas que fueron derramados en Siria por EE.UU. y sus aliados terminaron por llegar a ISIS o a Al-Qaeda. Así reforzado, ISIS entonces irrumpió en Iraq donde primero surgió durante la caótica ocupación estadounidense y expulsó al ejército iraquí chiíta del Noroeste del país poblado por suníes.
El dividir y conquistar de hoy parece ser el de los años 80 pero al revés. En los años 80 EE.UU. armó una invasión iraquí sunita de Irán. Ahora, armando a las milicias conducidas por Irán que dominan el nuevo ejército iraquí, EE.UU. ha armado eficazmente una invasión iraní chiíta de Iraq. Además, en los años 80 EE.UU. armó encubiertamente a la resistencia iraní chiíta a la invasión iraquí. Ahora EE.UU. está armando encubiertamente mediante sus conductos en la insurrección siria a la resistencia iraquí sunita a la invasión iraní.
Guerras civiles plagadas de yihadistas también han sido fomentadas en Afganistán, Somalia, Yemen y Libia, esta última después del derrocamiento estadounidense de otro gobernante nacionalista árabe secular.
En estas catástrofes vemos prácticamente todo lo que pedían Yinon y Wurmser. Vemos la confrontación inter-árabe de Yinon, la disolución de países árabes que están desintegrándose de acuerdo a líneas étnicas y sectarias en fragmentos en guerra. Y vemos el colapso caótico de Wurmser acelerado por la destrucción de regímenes nacionalistas árabes seculares. También debería ser notado que Wurmser dio escasa consideración a la amenaza del fundamentalismo islámico, especialmente cuando se la comparaba con la del nacionalismo árabe.
Pero, aparte de las rebuscadas fantasías de Wurmser de monarquías hashemitas endeudadas con Israel surgiendo del caos, ¿cómo podría probablemente estar seguro Israel rodeado por tal escenario infernal? Sheldon Richman incisivamente postuló que:
La confrontación inter-árabe promovida por Estados Unidos e Israel... le convendría a los expansionistas israelíes que no tienen ningún deseo de tratar de manera justa a los palestinos y los Territorios Ocupados. Mientras más peligroso aparece el Oriente Medio, más los líderes israelíes pueden contar con Estados Unidos para no insistir en un arreglo justo con los palestinos. El pueblo estadounidense, además, probablemente será más tolerante hacia la brutalidad de Israel si el caos prevalece en los Estados vecinos.
Otra línea del pensamiento estratégico fue revelada por el New York Times en 2013:
Muy silenciosamente, los israelíes han sostenido cada vez más que el mejor resultado para la guerra civil de Siria que dura ya dos años y medio, al menos por el momento, es que no haya ningún resultado.
Para Jerusalén, el statu quo, horroroso como pueda ser desde una perspectiva humanitaria, parece preferible a una victoria del gobierno del señor Assad y sus respaldadores iraníes, o a un reforzamiento de los grupos rebeldes, cada vez más dominados por yihadistas suníes.
Ésta es una situación de definiciones en la cual usted necesita que ambos equipos pierdan, o al menos usted no quiere que alguno gane. Nos conformaremos con un empate, dijo Alon Pinkas, un ex-cónsul general israelí en Nueva York. Dejémoslos que se desangren, en una hemorragia hasta la muerte: ése es el pensamiento estratégico aquí. Mientras permanezca dicha situación, no hay ninguna verdadera amenaza de parte de Siria.
Tan amenazante como lo son los terroristas yihadistas para los civiles, y tan horroroso como lo es la guerra civil para aquellos directamente afligidos, el régimen israelí prefiere estar rodeado por ambos males que colindar con siquiera un solo Estado musulmán o árabe estable que no esté sometido a la voluntad de Washington y Tel-Aviv.
Esto es en parte debido a un simple imperialismo, hecho especialmente agresivo por la ideología sionista de Israel. Israel quiere un espacio vital, que incluye tanto un territorio adicional para sí mismo como un acceso forzoso a recursos y mercados en territorios extranjeros en la región. Los Estados musulmanes y árabes no-clientes simplemente se están interponiendo en dicho camino. Cada Estado desea un espacio vital. Lo que hace del deseo de Israel algo particularmente peligroso es su apoyo de cheque en blanco de parte de la superpotencia estadounidense.
Pero está también la cuestión más concreta de mantener un trozo particular de espacio vital ya conquistado: la ocupación israelí de Palestina. No importa cuán débiles como Sadam y mansos como Assad sean los gobernantes árabes con respecto a ese asunto, la noción misma del nacionalismo árabe es una amenaza permanente para los israelíes como ocupantes permanentes y desposeedores sistemáticos de los árabes. Israel odia al Baathismo por la misma razón que odiaba a la OLP antes de que ésta fuera domada. Un mundo árabe nacionalmente consciente nunca aceptará totalmente la Ocupación.
Israel tiene prejuicios contra la estabilidad regional, porque un Estado árabe estable y coherente es más probable que tenga tanto la motivación como los medios necesarios para resistir a los designios israelíes en su país, y posiblemente incluso para defender a los palestinos.
Uno podría preguntarse cómo los yihadistas y la guerra civil son de algún modo mejor en este respecto. No parece que los recursos naturales bajo las "bombas de barril" de Assad o los furtivos tipos del ISIS estén más fácilmente disponibles para Israel. Y, dejando a un lado las teorías relacionadas con el Mossad sobre ISIS yAl-Qaeda, no parece que los extremistas islamistas sean necesariamente mucho más perdonadores de la Ocupación que los nacionalistas árabes.
Pero los yihadistas son preferidos por Israel, no como vecinos permanentes sino como catalizadores para un recrudecimiento militar. Al derrocar a los moderados para beneficio de los extremistas, la política exterior estadounidense ocupada por los israelíes está acelerando más la guerra al polarizar al mundo, y está haciendo las divisiones entre árabes e israelíes y entre occidentales y musulmanes más severamente en blanco y negro, eliminando las "zonas grises" de la co-existencia. Ésta es la propia estrategia de ISIS también.
Los "halcones" israelíes prefieren ISIS, Al-Qaeda y Hamás a Sadam, Assad y Arafat, porque la gente de Occidente es menos probable que esté dispuesta a coexistir con los primeros que con estos últimos. Especialmente a medida que los ataques terroristas y las crisis de refugiados aumentan en Occidente, la aparición y el reinado de los terroristas puede finalmente vencer a la oposición pública a un compromiso de tropas, y requerir la invasión occidental y la ocupación permanente del Gran Oriente Medio, seguido, por supuesto, de su explotación perpetua por parte de Israel y las corporaciones israelíes, entre otros favoritos de Washington.
El Occidente puede llegar a convertirse en un Israel Global, siempre ocupando, siempre despojando, siempre bombardeando y eternamente inseguro. Y el Oriente Medio puede llegar a convertirse en una Palestina Global, perpetuamente ocupado, perpetuamente desposeído, perpetuamente bombardeado y por siempre desesperadamente violento. Así es cómo la guerra está materializando la Israelización del mundo.–
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