miércoles, 7 de septiembre de 2016

Todos somos hermanos blancos..

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Esta claro que primero debemos salvar a la raza blanca europea de su extinción, evitando y revirtiendo el actual proceso de aniquilamiento que propulsa el judaísmo internacional contra nosotros. Oponerse a las hordas de inmigraciones masivas como primera medida protectora sea hace necesario, luego expulsar y esterilizar las poblaciones en nuestros respectivos países es el paso siguiente para evitar el exterminio.

La generación de contaminados, diarreicos garbanceros e ignorantes de hoy naturalmente se darán cabezazos y patalearan por la "ofensa a los más sagrados derechos humanos", bla bla bla..

Sólo existe, sin embargo, un derecho sagrado y ese derecho es un deber para con lo más sagrado, consistiendo en velar por la pureza racial. Por la defensa de la parte más sana de la humanidad, se hace posible un perfeccionamiento mayor de la especie humana.

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A lo que  vamos, todos los nacionalsocialistas actuales debemos coincidir en que la supervivencia de la raza blanca depende de que nosotros estemos unidos, todos los blancos desde los nórdicos hasta los no-nórdicos, todos formamos parte de una gran familia, más allá de las fronteras políticas.

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¿Cuál es la pureza que busca el nacionalsocialismo cuando se refiere a la raza?. La respuesta es bien clara y la encontramos en
 Mi Lucha, Vol II Cap. II EL ESTADO:


Dice:

Si nos preguntásemos como debería estar constituido el Estado que nosotros necesitamos, tendríamos que precisar, ante todo, la clase de hombres que ha de abarcar y cual es el fin al que debe servir.



Desgraciadamente nuestra nacionalidad ya no descansa sobre un núcleo racial homogéneo. El proceso de la fusión de los diferentes componentes étnicos originarios no esta tampoco tan avanzado como para poder hablar de una nueva raza resultante de él. Por el contrario, los sucesivos envenenamientos sanguíneos que sufrió el organismo nacional alemán, en particular a partir de la Guerra de los Treinta Años, vinieron a alterar la homogeneidad de nuestra sangre y también de nuestro carácter.



El hecho de la inexistencia de una nacionalidad sanguíneamente homogénea nos ha ocasionado daños dolorosos. Sin embargo, lo que, en el pasado y en el presente, causó nuestra desgracia, puede ser nuestra salvación en el futuro. Por más perjudicial que haya sido la falta de fusión de los diferentes elementos raciales, lo que impidió la formación de la más perfecta unidad nacional, es incontestable que, por otro lado, consiguió que por lo menos una parte del pueblo, la de mejor sangre, se conservase en su pureza, evitando así la ruina de la raza..



Ciertamente, una completa fusión de los primitivos elementos raciales originaria una unidad más perfecta, pero, como ser verifica en todos los cruzamientos, la capacidad creadora seria menor que la poseída por los elementos primitivos superiores. Significa una bendición el que gracias a esa incompleta promiscuidad poseamos todavía en nuestro organismo nacional germano grandes reservas del elemento nórdico germano, de sangre incontaminada, las que podemos considerar como el tesoro más valioso de nuestro futuro.



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