viernes, 9 de septiembre de 2016

Un Intelectual Genuino



Han cometido un gran error al dejar de tomar al Hombre en serio como un pensador, además, la perspectiva de Hitler pertenecía en gran parte a la tradición intelectual occidental. En su combinación de una fe casi religiosa con un secularismo revolucionario.

Si vamos a leer a Hitler, no es para condenarlo ni elogiarlo sino simplemente para entenderlo, entonces llegamos a una conclusión muy diferente sobre su lugar en la historia europea.

El rasgo más atractivo de la ideología de Hitler era su optimismo. No era simplemente su estado de ánimo sino que era su mensaje el que llevaba un entusiasmo contagioso. Él era un Mesías secular que proclamaba una versión germánica de las "buenas nuevas". La posibilidad de la reconciliación de clases, los proyectos para un renacimiento nacional, la identificación de un enemigo universal cuya eliminación podría marcar el comienzo del milenio, todo agitaba a su público hasta lo más profundo. Hitler hablaba el lenguaje de los filósofos, un lenguaje que casi había desaparecido de la existencia en los enrarecidos estratos de la gran intelectualidad.

La cosmovisión económica de Hitler, era racional, coherente, progresista, y completamente de acuerdo con la tradición occidental.

Una lectura cuidadosa de sus discursos y escritos sugiere que él no era ni un mercantilista, ni un Keynesiano, ni un medievalista, ni un marginalista. Más bien... sus ideas económicas calzan demasiado bien en el estilo clásico-fisiocrático de pensamiento.

Era crítico tanto del capitalismo como del marxismo del primero, porque era insuficientemente democrático, y del segundo, porque era demasiado nivelador. Mientras apoyaba el crecimiento económico dentro de los límites nacionales, Hitler también tomó lo que él consideró como una postura conservadora contra el inminente mercantilismo de una economía global emergente.




Después de todo no restauró la primacía del Estado sino completamente lo contrario: subordinó al Estado mismo a una dinámica de agresiva expansión tecnológica y cultural. Al hacer esto, Hitler también se impuso contra los últimos remanentes de la civilidad aristocrática al mismo tiempo que se opuso al relativismo emergente de la cultura consumista.



Reflejando la perspectiva ideológica que prevalece en el mundo occidental hoy, los estudiosos de Hitler y la Alemania del Tercer Reich han tendido a desestimar la perspectiva intelectual del líder alemán como simplista y tosca, o incluso descabellada. Muchos minimizan o simplemente niegan el lugar de Hitler en la cultura occidental como un medio de "desinfectar" aquella cultura.



Mientras los estándares tradicionales y los valores culturales, raciales y religiosos establecidos hace mucho tiempo están sufriendo un ataque cada vez mayor, y cuando la crisis racial y cultural se hace cada vez más aguda.

Durante más de medio siglo el Hombre y sus puntos de vista han sido incesantemente demonizados en películas, por la televisión y en los medios impresos, tras décadas de difamación vehemente, los puntos de vista del Hombre tienen un atractivo duradero y peligroso, no porque ellos sean extraños y exóticos sino exactamente porque ellos son racionales y están bien enraizados en el pensamiento occidental.

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