viernes, 15 de junio de 2018

Lealtad a la propia naturaleza..



Existen dos caminos y actitudes éticas: lo tradicional y lo "moderno". La piedra angular es ser uno mismo y permanecer leal a uno mismo. Uno debe saber lo que uno "es", en lugar de intentar la autorrealización en una forma que es diferente de lo que uno es.


Todo ser posee, desde su nacimiento, su propia "naturaleza", es decir, su propia cualidad, su propia personalidad, aunque más o menos diferenciada, aunque la arrogancia vacía del ignorante descarta el principio fundamental de la naturaleza humana.


La mayor parte de las crisis, desórdenes y tensiones no resueltas que caracterizan a la sociedad moderna dependen de la sustitución subrepticia de una visión del mundo por otra. Esta nueva actitud se ha celebrado como un triunfo, cuando en realidad representa una desviación y una degeneración.

Como es bien sabido, esta forma de desviación ha llegado a su forma extrema a las naciones, la democracia y el liberalismo han formado un frente común. Las cosas han llegado al punto en que muchos ven las diferencias innatas y naturales como hechos donde la absurdidad de la idea de que todo debe estar abierto a todos, que todos tienen los mismos derechos que deben imponerse en la misma medida a todos, con completa indiferencia hacia diferentes naturalezas y diferentes dignidades internas.

La ética individualista indudablemente sostiene que cuando las razas se mezclan, las costumbres se confunden, se vuelve cada vez más difícil ver claramente en el propio ser, y aumenta la inestabilidad interna, que es un signo de falta de verdaderas raíces.

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