viernes, 18 de junio de 2021

La Voluntad de Poder Como Principio

 

Atacando los bastiones ideológicos del poder globalista.


El europeo medio todavía no está muy preocupado de que su país se esté hundiendo lentamente en las arenas movedizas del sistema globalista. El colapso demográfico y la desindustrialización son amenazas verdaderamente mortales, pero sus efectos se manifiestan gradualmente. Uno puede hacer ajustes e ignorar el peligro inminente, al igual que la proverbial rana que se hierve viva lentamente.

Por ahora, amplios segmentos de las sociedades europeas siguen satisfechos con sus estrechas esferas personales de comodidad, seguridad y entretenimiento. Muchos europeos se consideran apolíticos.

Monumento a Otto von Bismarck en Berlín


Solo una ideología que enfrente la totalidad de los problemas planteados por la globalización puede asegurar el éxito. Necesitamos una doctrina nacionalista que centre la atención de nuestros partidarios en los problemas esenciales: contracción demográfica, desempleo juvenil, inmigración masiva, subcontratación de trabajos de fabricación y el poder económico y político excesivo de los superricos. Una cosmovisión nacionalista integral ayudaría a las fuerzas patrióticas a evitar atascarse en problemas falsos , que el sistema es tan bueno en generar.

Dado que el próximo enfrentamiento será una confrontación entre ideologías, debemos tener una cosmovisión que vaya más allá de la mera negación del globalismo. Si las ideas antiglobalistas triunfaran, el resultado podría ser similar al resultado de la cruzada anticomunista de la Guerra Fría. Los anticomunistas de Europa del Este tuvieron éxito en hacer retroceder al comunismo durante los levantamientos populares de 1989-1991. Pero su falta de una agenda de reforma concreta abrió la puerta a la dominación de sus países por parte de los globalistas. El ideal de libertad jugó un papel importante en los trastornos democráticos de esa época, como ocurre a menudo en los períodos revolucionarios, pero no logró consolidar una independencia significativa.

Si los nacionalistas quieren estar a la vanguardia, deben pensar en desarrollar un concepto de seguimiento, una visión suficientemente concreta de cómo el ciudadano individual interactuará con su estado-nación; cómo las naciones europeas interactuarán por separado entre sí; y cómo los europeos tratarán colectivamente con el resto del mundo.

La oposición nacionalista necesitará una idea consolidada no solo para arrebatar el poder a los internacionalistas. Cuando y si las nuevas fuerzas patrióticas triunfan en las elecciones nacionales, ya deberían tener en su poder planes creíbles para rehacer el ruinoso paisaje de Europa. Y, por último, pero no menos importante, los nuevos nacionalistas tendrán que producir un concepto de vida política que resistirá los futuros desafíos ideológicos de los internacionalistas, que ciertamente no se rendirán.

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