jueves, 7 de marzo de 2013

La importancia de la raza en el Reich

La gran importancia que atribuye el Nacional-Socialismo a la conservación de la raza alemana nace de la observación de la naturaleza misma, en la cual no se conoce la mezcla de diferentes especies de animales. Cuando entre los animales domésticos se cruzan especies distintas, como en el caso de la mula, la naturaleza castiga este delito contra sus leyes eternas con la esterilidad. El Nacional-Socialismo se da cuenta perfectamente del hecho de que el actual pueblo alemán no constituye una raza pura, sino que presenta una mezcla de diferentes razas, como la nórdica, la dálica -ambas de ojos azules y pelo rubio- con las razas mediterránea y dinárica, ambas de ojos obscuros y pelo negro, y algunas otras parientes. Pero todas ellas pertenecen a la "Raza Aria", que es equivalente a los "Pueblos Indoeuropeos". Esta raza aria no es invento de los Hitlerianos, como se ha aseverado. Hasta los judíos reconocen la diferencia entre la "Raza Aria" y la "Semita". En el año de 1903, el diario judío: “Juedisches Volksblatt”, de Viena, escribió: «Nosotros los judíos estamos separados de los arios... por una distancia invencible en el terreno etnológico, ideal y cultural...».
Además, no se debe creer que a los arios pertenecen sólo los germanos; a ellos pertenecen en igual forma los eslavos, los celtas, los romanos, etc. Lo que persigue el Nacional-Socialismo es evitar que entren en la constitución del pueblo alemán razas diferentes, como la "Semita" (judía), o la "Raza Negra", por ejemplo, porque la mezcla de razas muy heterogéneas causa una degeneración en los instintos sanos de un pueblo. Para evitar que vuelvan tales períodos de degeneración de la homogeneidad sana del pueblo alemán, se ha decretado la "Ley Aria de Nuremberg". Esta prescribe que el empleado público alemán, lo mismo que los miembros del ejército, deben tener antepasados arios. No habla de antepasados de raza germana, de modo que se excluye solamente a los semitas, pero de ningún modo a las personas que tengan antepasados de raza romana, celta o eslava. La Prensa Internacional aprovechó esta ley para una nueva campaña contra Alemania, indicándolo como una nueva persecución hacia los judíos.

La Prensa se cuida mucho y no comunica a sus lectores que los judíos que deben abandonar sus puestos, se jubilarán con la renta que corresponde a los años de servicio, y tratándose de judíos que han luchado en la guerra, recibirán su sueldo íntegro hasta alcanzar la edad, a la cual se deberían jubilar. Tampoco informa la Prensa Internacional que las "Leyes de Nuremberg" garantizan a la comunidad judía su propia vida en límites legalmente fijados. Una de las disposiciones permite a los judíos ostentar sus colores bajo la protección del Estado. Del mismo modo, las leyes citadas, permiten al judío la libertad religiosa y una vida cultural y enseñanza propias. Bajo las "Leyes de Nuremberg" se les ha concedido una organización de la vida cultural judía, que comprende hoy ya más de 100.000 miembros. Esta “Liga Cultural Judía” mantiene en Berlín un teatro propio, que en el invierno de 1934-35 fue visitado por más de 300.000 espectadores judíos, que eran miembros de la mencionada liga. Además, hay una orquesta judía que da conciertos regulares en la capital, y muchas orquestas en las principales ciudades de Alemania.


También hay numerosas compañías de comedias, coros, operetas, varietés, que hacen giras por las diferentes ciudades alemanas, y que pertenecen también a la “Liga Cultural Judía”. Está de más decir que les es permitido a los judíos visitar como espectadores los teatros alemanes. Lo único que no se les permite, es intervenir en forma activa como actores en el arte alemán. Una interesante comprobación del buen tratamiento de los judíos en Alemania, se la debemos al "Comité Judío de Holanda", que tiene a su cargo la protección de los judíos emigrados del país de Hitler. En su informe oficial correspondiente al año de 1936, este “Jewish Refugees Committee” dice que se ha recibido y atendido a 4.567 judíos refugiados de Alemania, cuya emigración a otros países fue organizada por el comité citado. Difícilmente el lector adivinará cuál ha sido el país de inmigración preferido por estos judíos que habían escapado a las persecuciones de los camisas pardas de Hitler. El informe del Comité Judío lo revela: ha sido Alemania. 1.062 de los 4.500 judíos han vuelto al país de las "Leyes de Nuremberg"; no hay otra parte del mundo hacia donde hayan emigrado tantos de los “pobres perseguidos”.


Esto coincide con otra observación hecha por las autoridades alemanas, que tienen que defenderse continuamente contra los judíos polacos que tratan de entrar sin autorización ni pasaportes a Alemania. El lector comprenderá que no puede ser tan terrible la suerte de los judíos en Alemania, si este país tiene que vigilar sus fronteras para evitar que los judíos de Polonia inmigren clandestinamente. En el libro “Hitler y Alemania” citamos el diario vienés “Juedisches Volksblatt”, que había escrito en 1903: «Nosotros los judíos estamos separados de los arios, y en primera línea de los germanos por nuestra raza, por nuestra descendencia oriental y por una distancia invencible en el terreno etnológico, ideal y cultural; por esto no participamos en lo más mínimo de las costumbres alemanas, y, expresándolo en una sola palabra: no tenemos nada que hacer con los alemanes». En el mismo libro sacamos de esto la consecuencia lógica, que, en vista de esta confesión hecha por los judíos mismos, los alemanes, con razón, no admiten tales personas extrañas en la dirección del Estado. Por esto, las "Leyes de Nuremberg" son nada más que la consecuencia lógica del punto de vista de los judíos.


Las "Leyes de Nuremberg" prohiben también el casamiento de personas arias con judíos, lo que constituiría otra "barbaridad", según la Prensa Internacional. 
 tampoco en este caso puede entenderse la razón del enojo de los judíos, porque con esto el Gobierno Nacional-Socialista da forma jurídica a la opinión defendida desde siglos por la religión judía, y mantenida hasta hoy día por todos los judíos. Uno de sus jefes más altos era Leo St. Leví, Presidente de la Orden Masónica: "B’nai Brith", que se compone exclusivamente de judíos. En sus obras, editadas después de su muerte por la misma orden masónica, vemos que Leo St. Leví llama bastardo al matrimonio entre "judíos" y "no judíos". En la página 249, escribe: «Me parece claro que debe evitarse el matrimonio con los no judíos como ellos deben evitarlo con nosotros, del mismo modo que evitamos casarnos con enfermos, tísicos, escrofulosos, etc.» Dejando a un lado la estimación poco amable que se expresa al comparar a "los no judíos" con escrofulosos, tísicos, etc., vemos que los jefes de los judíos comparten la opinión del Nacional-Socialismo acerca de la importancia de la pureza de la raza, y no se comprende por qué, la misma idea, defendida y puesta en práctica por Hitler, debe considerarse como abominable.

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