miércoles, 21 de enero de 2015

La Plaga del mariconismo

Los maricones, me niego a llamarlos con el  famoso anglicismo impuesto, no son seres humanos normales, del mismo modo que los judíos no son ciudadanos normales de ningún país en el cual ellos residan, la aceptación pública del  mariconismo ha sido usada por los titiriteros judíos para desestabilizar las sociedades que ellos están saqueando. Todas las sociedades están unidas sobre la base de la protección de los propios hijos y la propiedad, maricones y los judíos sabotean esta mancomunidad mantenedora de la vida, por cuanto ellos están motivados por sus propias propensiones patológicas fisiológicamente desviadas. La aceptación original y oficial del  mariconismo en la sociedad contemporánea ocurrió en 1973 después de una larga yihad de tres años de escandalosos insultos públicos a los psiquiatras por un ejército de activistas maricones y demás degenerados.


Para conseguir que los agresivos maricones dejaran de acosarlos, la Asociación Psiquiátrica sondeó a sus 10.000 miembros y por un voto declaró que el Manual de Diagnóstico y Estadística de Desórdenes Mentales II (DSM-II) ya no clasificaría al mariconismo como una patología, a cambio, sería llamada un estilo de vida alternativo. ¿Pero qué debemos tratar de entender?. Una perversión fisiológica y psicológica ?. La verdadera pregunta es por qué aquellos varones afeminados producen una cultura tan extravagantemente depravada, y la respuesta simple es porque el mariconismo es depravada, anti-natural e irresponsable al más alto grado. En un nivel sociológico, la tentativa de pretender que los maricones son normales ha resultado sólo en lo que el comportamiento de estos degenerados siempre produce:
— Ataques sexuales no deseados contra niños y adultos.
— Empeoramiento acelerado de la familia nuclear.
— Desvío del curso de las discusiones acerca de cualquier cosa debido a tener que reconocer la perspectiva del mariconismo que es impresionantemente parecida a la perspectiva judía, y...
— La completa falta de fiabilidad y de credibilidad en cualquier institución, organización o negocio que emplee a maricones, cuyo comportamiento, en el ocultamiento o en el extravagante alarde de su actitud escogida, siempre desestabiliza cualquier relación con cualquier miembro de la mayoría heterosexual. La respuesta que se consigue cuando se protesta por estas cosas es siempre: debemos tolerar a los otros que son diferentes.


La respuesta a eso siempre debería ser: no tengo ningún deseo de reconocer como normal un trastorno obvio, una desviación repugnante del comportamiento normal, porque  me da asco, y es una conducta extraordinariamente insalubre y destructiva.

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