miércoles, 11 de marzo de 2015

La Edad Moderna es la Edad Judía..

En efecto, la Edad Moderna es la Edad Judía, y el siglo XX muy ciertamente fue el Siglo Judío. La Judería organizada una mafia criminal subversiva internacional que actúa a través de todo el globo llegó a dominar y controlar en gran parte la política y los gobiernos occidentales, la banca y las finanzas internacionales, los medios de comunicación, la academia y otros aspectos de sociedad occidental durante el curso del siglo pasado.

Escribiendo en Mein Kampf, el HOMBRE resumió perfectamente el tema central del siglo XX, un siglo que equivalió a un total triunfo judío y a la destrucción de la civilización occidental, escribió: La ignorancia de las amplias masas en cuanto al carácter interno del judío, y la carencia de instinto y visión mostrada por nuestras clases altas, está entre los motivos que explican cómo es que tantas personas caen fácil presa de la campaña sistemática de falsedad que el judío lleva a cabo.

Sin embargo, durante muchos siglos el judío fue siempre considerado como un elemento extraño, incluso hostil, en la sociedad europea, a saber, por ser el asesino de Jesucristo e involucrarse en prácticas comerciales corruptas, incluyendo la práctica ilegítima y anti-cristiana del préstamo usurero de dinero a interés a terceros.

El doctor F. K. Wiebe, un intelectual alemán, publicó Alemania y el Problema Judío en 1939 de parte del Instituto para el Estudio del Problema Judío de Berlín. Él dijo lo siguiente acerca de la naturaleza de la raza judía, y del proceso por el cual este grupo hostil y ajeno llegó a infiltrarse y usurpar la sociedad europea:


La cuestión judía indudablemente se remonta aproximadamente a hace dos mil años. En sentido estricto es incluso más antigua, a saber, tan antigua como la historia de los judíos. La cuestión judía aparece en todas partes donde la nómada raza judía entra en contacto con otros pueblos que tienen una morada establecida.


Es un fenómeno único, y en último término inexplicable, el que por una parte los judíos nunca han sido capaces de encontrar un hogar permanente en el cual desarrollar una existencia política y social "sui generis", mientras que por otra parte ellos nunca se han demostrado capaces de ser absorbidos por ninguno de los innumerables países en los cuales ellos han buscado la hospitalidad.


Es un hecho histórico indiscutible el que aquellos pueblos con una morada establecida que a través de las épocas proporcionaron hospitalidad a tribus judías nómadas, invariablemente consideraron a estas últimas como una raza esencialmente distinta y no simplemente como una comunidad religiosa diferente. De aquí que la hospitalidad sólo fue concedida a los judíos bajo condiciones especiales. Es interesante observar en conexión con esto que en cada caso donde un Estado europeo era débil y financieramente empobrecido, las restricciones impuestas sobre los judíos fueron enormemente relajadas y finalmente revocadas. La preponderancia numérica de los judíos en Europa del Este que se ha convertido en la reserva de la Judería en los tiempos modernos es en gran medida atribuíble a la debilidad política y financiera del antiguo reino de Polonia. 



La apertura de la llamada "Era moderna" pareció sin embargo anunciar un período de paz y descanso permanentes para el judío errante hasta entonces inquieto. Aquella fue la época de la Ilustración, del liberalismo, de la creencia en los ideales del progreso y de los derechos del Hombre. En conformidad con los principios de moda en esa época, los judíos se diferenciaban sólo por su religión de los otros ciudadanos y, como tales, disfrutaron de igualdad junto con los adherentes de otros organismos religiosos. Ellos ya no fueron considerados como pertenecientes a una raza diferente, o, en otras palabras, como forasteros. La diferenciación sobre razones étnicas entre los judíos y la población nativa fue en principio abolida por la Revolución francesa, y a este principio se adhirieron igualmente la legislación y la costumbre social de las décadas siguientes.


El siglo XIX fue de esta manera dominado por el principio de la emancipación y la asimilación de los judíos.


Antes del siglo XX los judíos buscaron, y finalmente consiguieron, igualdad de derechos y aceptación social, al menos oficialmente, dentro de sus sociedades anfitrionas, a menudo después de soportar hostilidad, desprecio y sospecha. Las ideas judeo-masónicas de "igualdad", "libertad" y "fraternidad" finalmente prevalecieron en Occidente, y en gran parte sustituyeron a las ideas racialistas o nacionalistas de la organización política. El liberalismo inspirado por los judíos léase: comunismo erosionó y finalmente destruyó la concepción natural del nacionalismo racial, sobre todo después de la derrota de la Alemania Nacionalsocialista en la campaña de destrucción fratricida y genocida instigada por los judíos comúnmente conocida como la Segunda Guerra Mundial.

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