Hay dos clases de ignorancia, dice Sócrates: una consiste en creer saber lo que no se sabe y otra, en no saber algo y darse cuenta de ello. Esta última es la nos permite avanzar en el conocimiento de uno mismo y de las cosas y la primera nos transforma en necios.
El no saber y creer que se sabe es lo que produce el error y la equivocación, mientras que el no saber algo y darse cuenta lo evita pues preguntamos al que sabe.
La hegemonía que ejercen sobre nuestras conciencias los mensajes mass mediáticos nos han transformado en necios, pues a diario, veinticuatro horas sobre veinticuatro, nos convencen de cómo se piensa, qué se piensa, dónde se piensa, quiénes piensan y para qué se piensa.
Hoy el hombre cree saber lo que no sabe e ignora lo que debe saber. Así, cree saber que fueron seis millones los muertos en los campos de concentración, cuando esa cantidad de judíos no había en toda Europa e ignora el holodomor ucraniano del 33 al 35 que dejó diez millones de muertos cristianos. Claro está, ningún mass media nacional e internacional lo afirma.
Es que existe un discurso mediático en donde los buenos son los negros, los maricones, los judíos, los indios, las mujeres delgadas, el relativismo de los valores y los malos todos los otros.
La producción de sentido de los mass media radica en la selección e interpretación de las noticias que realizan a diario.
El círculo mediático de producción de sentido funciona así: se lanza una idea, por ejemplo en estos últimos años, se condena al asesinato de las mujeres e inventan una palabra nueva, femicidio, que luego es recogida por el discurso de los políticos como un topos insoslayable, posteriormente se crean Ongs y organismos del Estado reivindicando ese objetivo, que terminan recaudando dinero público y privado, parte del cual será invertido como propaganda en los propios medios.
De modo tal que hoy y desde hace más de medio siglo, el discurso político es el producido por los medios de comunicación y no por aquellos que dicen gobernarnos. Se ha producido una subordinación del discurso político al discurso mediático, de los políticos a los periodistas y de estos, verdaderos presstitutes, a los medios donde trabajan.
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