El 14 de julio de 1933 se promulgó la "Ley para la Prevención de la Transmisión de las Enfermedades Hereditarias". Esa ley obligaba a la esterilización de todos aquellos individuos que presentaran casos de deficiencia física o mental, tales como idiotez congénita, esquizofrenia, insanidad maníaco-depresiva, epilepsia hereditaria, baile de San Vito crónico, ceguera hereditaria, sordera y serios defectos corporales. Por añadidura se aplicó a alcohólicos crónicos.
Werner Hoche justificó esa norma sobre la base de que permitía establecer un equilibrio en la política de población de la Nueva Alemania:
"Desde el Alzamiento Nacional la opinión pública está cada vez más preocupada con el cada vez mayor descenso de la natalidad... Mientras que la familia sana sólo tiene por término medio dos hijos, las familias con taras hereditarias arrojan una cifra media de tres a cuatro hijos por matrimonio. Tal relación corre el riesgo de cambiar un pueblo de generación en generación. Ello significa, a la larga, la muerte de las familias que atesoran los valores superiores. Quedan en juego por tanto los valores supremos de una raza; se está hablando del futuro de nuestro pueblo".
Hoche llegará incluso a defender la necesidad de esa ley por el costo económico que suponía la atención sanitaria de esas personas. Coincidía en este punto con el argumento que aportaba el profesor R. Deisz cuando destacaba que el Reichalemán debía de soportar anualmente una carga de 350 millones de marcos en gastos de Seguridad Social, de cuyo importe una gran parte venía originado por personas asociales y disminuídos mentales.
Walter Gross, Pensamiento Racial Nacionalsocialista
El argumento económico también lo empleará Walter Gross (1904-1945), dirigente nacionalsocialista y jefe de la Oficina del Reich para la Ilustración Política Popular y el Bienestar Racial:
El incremento de la parte más sana de la población en los pasados 70 años fue sólo del 50%, mientras que la enferma y de hecho aquella que se ajustaba mejor a la vida en un asilo, se había multiplicado nueve veces en el mismo tiempo, o sea un 450%. El cuidado de estos últimos cuesta a la población de Alemania la considerable suma de mil millones de marcos al año, mientras que todos los costos administrativos del Reich, las provincias y comunidades, cuestan 713 millones de marcos. Era por lo tanto un acto de defensa propia lo que causó que el Estado nacionalsocialista promulgara la ley para la prevención de la transmisión de enfermedades hereditarias.
El incremento de la parte más sana de la población en los pasados 70 años fue sólo del 50%, mientras que la enferma y de hecho aquella que se ajustaba mejor a la vida en un asilo, se había multiplicado nueve veces en el mismo tiempo, o sea un 450%. El cuidado de estos últimos cuesta a la población de Alemania la considerable suma de mil millones de marcos al año, mientras que todos los costos administrativos del Reich, las provincias y comunidades, cuestan 713 millones de marcos. Era por lo tanto un acto de defensa propia lo que causó que el Estado nacionalsocialista promulgara la ley para la prevención de la transmisión de enfermedades hereditarias.
El 24 de noviembre de 1933 los nacionalsocialistas decidieron que los delicuentes habituales contra la moral pública debían ser castrados.
En realidad, el programa de esterilización masiva no encontró mucha oposición en los países occidentales. Al contrario, las sociedades eugenésicas de Estados Unidos y Gran Bretaña la recibieron son satisfacción. En este sentido los autores alemanes de la ley admitieron que habían reproducido el programa de esterilización que se realizaba en California.
A su vez, las autoridades académicas alemanas dieron doctorados honoris causa a los estadounidenses Leon Whitney, Madison Grant y Harry Laughlin, conocidos por su racismo y por ser dirigentes y miembros conocidos del movimiento eugenésico. Los doctorados fueron acompañados de cartas de felicitación escritas directamente por Hitler. Esas manifestaciones de simpatía no suscitaron escándalo en la época ya que las teorías raciales estaban muy difundidas. De hecho, hacia 1935 Suecia, Dinamarca, Finlandia, un cantón suizo y varios Estados americanos habían legalizado la esterilización como medida eugenésica.
Mientras tanto, la Iglesia Católica, arriesgándose a una feroz represión, se opuso enérgicamente. La Conferencia Episcopal alemana, reunida en Fulda, respondió rápidamente a la propuesta de ley de esterilización. Para evitar un conflicto abierto, Hitler presentó la ley el 25 de Julio de 1933, veinte días después de firmar el Concordato con la Iglesia. La ley entró en vigor en Enero de 1934. Los nacionalsocialistas buscaron debilitar la oposición católica dando voz a profesores universitarios favorables a la esterilización y, al mismo tiempo, ofreciendo a la Iglesia exenciones para los católicos.
A su vez, las autoridades académicas alemanas dieron doctorados honoris causa a los estadounidenses Leon Whitney, Madison Grant y Harry Laughlin, conocidos por su racismo y por ser dirigentes y miembros conocidos del movimiento eugenésico. Los doctorados fueron acompañados de cartas de felicitación escritas directamente por Hitler. Esas manifestaciones de simpatía no suscitaron escándalo en la época ya que las teorías raciales estaban muy difundidas. De hecho, hacia 1935 Suecia, Dinamarca, Finlandia, un cantón suizo y varios Estados americanos habían legalizado la esterilización como medida eugenésica.
Mientras tanto, la Iglesia Católica, arriesgándose a una feroz represión, se opuso enérgicamente. La Conferencia Episcopal alemana, reunida en Fulda, respondió rápidamente a la propuesta de ley de esterilización. Para evitar un conflicto abierto, Hitler presentó la ley el 25 de Julio de 1933, veinte días después de firmar el Concordato con la Iglesia. La ley entró en vigor en Enero de 1934. Los nacionalsocialistas buscaron debilitar la oposición católica dando voz a profesores universitarios favorables a la esterilización y, al mismo tiempo, ofreciendo a la Iglesia exenciones para los católicos.
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