Atraídos por cínicos para buscar la corrección política, hemos perdido nuestras agallas.
Observamos ese muy visible nudo gordiano demasiado claramente en la descarada censura impuesta sobre el reportaje actual por Amazon, Google, Facebook y todos los otros monstruos de los medios predominantes de comunicación, tanto impresos como electrónicos, que están todos poseídos o controlados por la misma demoníaca etnia que representa la mayoría de esa incomprensiblemente adinerada supraclase.
Los candidatos presidenciales son todos o de la supraclase o poseídos por ela. Ellos son una colección de perdedores seleccionados por el judío, solamente capaces de repetir lo que les dicen que digan.
Y lo vemos en las caras en blanco de la gente que mira televisión en busca de fragmentos de esperanza y que está eternamente atrapada en su propio aburrimiento banal, retardados totales completamente indiferentes, reacios e incapaces de remediar su propia auto-destructiva situación, que en su mayoría ellos ni siquiera reconocen.
Nos hemos hecho tan blandos por el lujo y la conveniencia que no podemos construír completamente ninguna estrategia viable para nuestra propia supervivencia, tan dependiente hemos llegado a ser de sistemas que nos alimentan, nos entretienen y fingen mantener nuestra salud.
Tampoco podemos defendernos a nosotros mismos. En vez de eso llamamos al médico.
O peor aún, llamamos a la policía, lo que hoy en día es un boleto seguro para el abuso y una posible muerte.
Perdido en todas esas frustraciones está el significado implícito de todas esas actividades que son todas en último término venenosas de algún modo, no sólo al exacerbar nuestros defectos, sino realmente disminuyendo nuestra salud.
Lo que está de moda ha sustituído al sentido común. Para la mayoría de las personas, la última manía es más importante que nuestra salud total.
Las personas están siendo aterrorizadas por agitadores del miedo, y ellas simplemente no pueden encontrar su camino a casa. De hecho, considerando la situación de hoy de encierro permanente y dependencia química y electrónica, nuestros hogares simplemente no están allí más.
Los monstruos de los medios predominantes de comunicación trabajan para el Estado policial para mantener a la gente en la oscuridad. Ese síndrome de "Yo debo tener ese producto" ha destruído nuestra capacidad de pensar.
Éste es el terreno resbaladizo que conduce a nuestro deceso. El liberalismo conduce al comunismo, y el comunismo conduce al asesinato de masas y a la extinción. Así son las cosas en el Estado gángster de hoy.
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