sábado, 30 de mayo de 2020

Religión de Estado y Secta Destructiva..


Llamada de atención sobre el estado de locura colectiva al que nos está arrastrando la "política de la identidad" feminista-multicultural-homosexualista.

La Política de Identidad implica el fin del individuo, que es disuelto en la tribu. El Marxismo Cultural divide a la sociedad en grupos enfrentados: sí, es la lucha de sexos, razas y orientaciones sexuales sustituyendo a la de clases. Al hacerlo, colectiviza tanto la responsabilidad moral como el pensamiento, los intereses y las necesidades.

El liberalismo clásico propugnaba una sociedad en la que lo importante de cada persona fuesen sus opiniones y logros individuales, y en la que características como el sexo o la raza resultasen legal y socialmente anecdóticas. Para la Izquierda actual, en cambio, la esencia de la persona vuelve a ser, no lo que lo singulariza como individuo sino lo que lo encuadra en algún colectivo instrumentalizable por el marxismo cultural.

La Política de Identidad es vivida como una pseudo-religión, en un tiempo caracterizado por el vacío existencial y el nacimiento de los "grandes relatos".
Tal y como ocurrió en su momento con el comunismo que era como una moda, el joven contemporáneo de 20 años necesita de encontrar sentido a su vida y lo busca en la heroica lucha contra el machismo, el racismo y la homofobia..
El marxismo cultural, pues, lo obliga a vivir en permanente disonancia cognitiva. Los maestros del 68 ya llevaron el "pensamiento de la sospecha" al paroxismo. No hay que dejarse engañar por las apariencias. Bajo la aparente igualdad de hombres y mujeres subyacen recónditos micro-machismos, invisibles techos de cristal, sutiles mecanismos de discriminación.

Los feligreses que siguen ese Dogma que algunos profetas se han empeñado en llamar Justicia Social, son la juventud más sumisa de la Historia, jamás se había asumido con tanto entusiasmo la ideología oficial del momento: el Marxismo Cultural, esa religión del victimismo, el resentimiento y el odio.

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