miércoles, 4 de septiembre de 2013

Reichsleiter Bormann y el Estado..

En esta entrada no vamos hablar de este hombre sobre donde nació..donde vivió y donde cagó, para ver si biografía hay miles de sitios..Bormann fue un eficaz responsable político del NSDAP, se consagró especialmente en perseguir toda irregularidad y corrupción administrativa, todo abuso de poder o uso ilegítimo de prebendas en el Partido o en el Estado, hizo todo lo posible por endurecer las penas contra acaparadores y defraudadores, así como contra quienes intentaban evitar sus obligaciones, logró realmente que la corrupción fuera mínima pese a las circunstancias, manteniendo su papel dirigente y transformándolo en un elemento más de la lucha del III Reich, no es de extrañar, pues, que en su testamento Hitler ordenará a Doenitz que se entregará el Ministerio del Partido a Martin Bormann. Con asiduidad se ha dicho que Bormann no era un ideólogo, es cierto que no fue un buen orador ni tampoco un escritor capacitado,no redactó obras donde sistematizara principios ideológicos, pero no porque no los tuviese sino porque él era, antes que nada, un hombre de Estado, decidido a transformar la realidad en vez de divagar y escribir sobre como hacerlo, con la tantas veces mencionada capacidad de trabajo y meticulosidad que le caracterizaba, velaba atentamente porque el Partido mantuviera la mayor pureza ideológica.
 Desde su puesto de Jefe del E.M. de Hess, primero, y de Jefe de la Cancillería del Partido, después, Bormann era, de hecho, la máxima autoridad ejecutiva interna del Partido, era política oficial del no mezclar el Partido y el Estado, no fusionarlos. Bormann siguió fielmente esta orientación política del Führer, por una parte dirigió, con mano de hierro el Partido, por otra, trato y consiguió mantener el predominio total del NSDAP en la vida política alemana, esto es cierto incluso en lo que se refiere a las SS, hoy es frecuente, al hablar del III Reich, referirse mucho a las SS para bien o para mal y muy poco al NSDAP. Como de Bormann dependían todos los ascensos en el Partido, Bormann procuraba también que toda aquella gente que abandonaba el NSDAP perdiera todo cargo público recibido en función de su anterior militancia, se eliminaba así a los arribistas que se unían al Partido para ascender en la Administración, abandonándolo después. El Partido debía ser el motor del cambio revolucionario que tenía que realizarse en Alemania, pero ese cambio sólo podía realizarse desde el Estado, por ello Bormann situó las actividades estatales también dentro de su órbita de actuación, no se encargó sólo de la dirección del Partido, sino que también tomó parte activa en la redacción de la legislación estatal, además de redactar la mayor parte de los llamados decretos del Führer y de supervisar los nombramientos.
Trabajador infatigable, como ya hemos dicho, ponía su atención sobre asuntos tan numerosos como dispares; se relacionaba con todos los Ministerios y Departamentos, inspirándoles una línea de acción NS. Se conserva una abultada correspondencia suya con todas las Administraciones del Estado.
 

Toda esta actividad suya fue posible gracias a que el 16 de enero de 1942 un decreto del Führer otorgaba a Bormann poderes para colaborar decisoriamente en la elaboración de TODAS las leyes y disposiciones de las autoridades del Reich. Dicho de otra manera, Hitler le reconocía el derecho a controlar toda la legislación  para adecuarla a los principios NS, el Reichsleiter Bormann fue uno de los NS más radicales en lo referente a la política racial.
 La Cancillería del Partido no cesaba de presionar sobre el Ministerio del Interior para que toda la legislación anti-semita fuera cumplida a rajatabla. El Partido, según su parecer, debía ser quien se enfrentara directamente con el problema judío. Para él esto sólo se lograría por la expulsión total de los judíos del territorio del Reich, y -mientras tanto- por la total imposibilitación de influir o mezclarse con el pueblo alemán.

Así, aunque los matrimonios con judíos de segundo grado no estaban prohibidos por las leyes de Nuremberg, Bormann cursó infinidad de circulares desaconsejándolos. La medida más radical que consiguió introducir fue la Disposición 13 de la Ley de la Nacionalidad Alemana junio 1943 que negaba a los judíos alemanes el derecho a ser tratados como alemanes ante los Tribunales sino como extranjeros. Si todos los NS estaban de acuerdo en la política anti-semita, no ocurre lo mismo en la política respecto los eslavos de los territorios ocupados de la URSS. Bormann pertenecía a la línea del Partido que preconizaba dureza contra los eslavos, enfrentada a la de Rosemberg, que contaba con atraerse a los pueblos del Este a la órbita alemana, y aun más a ciertas tendencias netamente pro-rusas especialmente manifiesta en varios grupos y personalidades de la Konservative Revolution que siempre habían caracterizado al nacionalismo radical alemán.

Bormann abordó, de pleno y con franqueza, el más agudo problema ideológico que se le planteaba al NS en el poder: El liberalismo y el marxismo habían sido ya derrotados, tanto a nivel ideológico como sobre la arena política. Quedaba un opositor: el cristianismo político, amparándose bajo su cariz de religión y, de acuerdo con esa proverbial capacidad de las iglesias para subsistir en cualquier situación, el cristianismo político mantenía sus fuertes posiciones en el seno del III Reich, a quien pronto en cuanto vió que podía perder la guerra, tal como su oportunismo secular ha hecho siempre declaró una lucha a muerte. Subraya MacGovern en su biografía de Bormann que "al igual que otros muchos nazis, se titulaba a sí mismo "Gottglaeubig", es decir: un creyente en Dios, pero opuesto a toda religión organizada".

No era pues la religión sino la casta sacerdotal y sus actividades políticas, lo que Bormann combatía. Significativo es que uno de los primeros actos de Bormann, tras ser nombrado Parteikanzlei fue enviar a los Gauleiter una extensa circular 6 junio41 sobre "Las Relaciones entre el NS y el Cristianismo". Este sensacional documento contenía las siguientes afirmaciones:

Los conceptos NS y cristianos son totalmente irreconciliables. Las iglesias cristianas fundan su obra en la ignorancia del ser humano, mientras el NS reposa sobre bases científicas.
Las confesiones cristianas se basan en la incertidumbre del destino humano y tratan de mantener esa incertidumbre en la mayor parte de la población, porque sólo de esa forma las iglesias cristianas pueden mantener su poder. Nuestra ideología NS es mucho más elevada y sublime que los conceptos del Cristianismo, que en sus puntos más esenciales han sido tomados del judaismo. Por esta razón nosotros no necesitamos al cristianismo.
Ningún ser humano conocería nada del cristianismo si no hubiera sido educado en su niñez por los pastores y curas.
Consecuentemente si en el futuro nuestra juventud no es instruida más en el cristianismo, cuyas doctrinas son muy inferiores a las nuestras, el cristianismo desaparecerá por sí sólo.
La mayor ambición de Bormann fue, siempre, la de ser el más fiel servidor del Führer, siempre estaba dispuesto, como reconocen sus más acérrimos enemigos, a aceptar y cumplir los encargos de Hitler, a toda hora, en todo lugar, para cualquier cosa, facilitaba a Hitler, como nadie, todo su trabajo, proporcionándole de forma completa, ya la vez sencilla y clara, toda la información que el Führer necesitaba. Pronto se hizo totalmente indispensable para él. La compenetración entre los dos hombres no podía ser más total y consta -expresado ante otros colaboradores y personajes de su Cuartel General- el agradecimiento personal de Hitler hacia ese infatigable trabajador, que tanto se desvelaba por ayudarle en sus tareas.

Dotado de una memoria fenomenal, de una capacidad inagotable de trabajo, y de una fidelidad indudable, Bormann se transformó en la sombra del Führer. No es de extrañar, en consecuencia, que Hitler decidiera en 1943 nombrarle oficialmente su Secretario Personal. De hecho, ya bastante antes, venía ocupándose de los asuntos privados del Führer. El era, por ejemplo, el responsable de todo el conjunto del Berghof, en Obersalzberg adquisición de terrenos, obras, etc, él era el responsable encargado por Hitler para solucionar todas las formalidades y trámites de adquisición de obras para el Museo de Linz que Hitler soñaba en instalar en la ciudad de su infancia. El era el responsable del llamado Donativo Adolf Hitler, que anualmente, desde 1933 -y no de antes- entregaban las grandes industrias al Partido.

Esta envidiable proximidad al Führer no dejaría de causarle fuertes enemistades. Es curioso el constatar como, en el proceso de Nuremberg, algunos de los acusados optaron por echar la culpa de todo al acusado ausente, Bormann. También otros jefes políticos y militares han despotricado, en sus libros y artículos, de un Bormann que ejercitaba una influencia "maléfica" sobre el Führer. Que quizás se extralimitase en esta actitud de ponerse como intermediario entre Hitler y el resto de personalidades, y quizás entre Hitler y la realidad misma, es muy posible. Pero no se debe creer que lo hiciera de mala fé y mucho menos por ambición personal...
Bormann se enfrentó con los altos líderes NS por varios motivos. El, por su carácter y personalidad - que estudiaremos más adelante- era incompatible con un Goering. No dejaba de subrayar, además, la diferencia entre la ineficaz Lutfwaffe aunque de esto no tenía toda la culpa Goering, claro está y la perfecta eficacia del Partido. Respecto a Himmler, les enfrentaba su decidida posición de mantener, siempre y en todo lugar, el predominio del NSDAP sobre las SS. Tuvo sus discrepancias con Rosemberg, como ya hemos visto. Pese a que en algunos casos colaboraron bien, se enfrentaron en temas como en el Instituto de Investigación del Judaismo que sin embargo al fin abrió sus puertas en 1941 o en la Escuela Superior del NSDAP, que no llegó a existir por las circunstancias bélicas.

Se trataba de una diferencia de caracteres y planteamientos entre un hombre que era fundamentalmente un pensador abstracto Rosemberg, poco realista y desorganizado, y un hombre de acción, eminentemente práctico, como Bormann.
Sin embargo la afirmación de que era enemigo de todos los líderes NS, por un sentido de competencia de poderes, es absolutamente falsa. Una sólida amistad le unía con Himmler, por ejemplo, pero sobretodo fue amigo íntimo de Walter Darré, con quien compartía su pasado campesino.
Bormann permaneció junto al Führer hasta el último instante. El fue quien remitió a Doenitz el telegrama por el cual el Führer le designaba su sucesor. Después de muerto ya Hitler, intentó salir de Berlín para cumplir la orden del extinto Hitler de ponerse a disposición del Gran Almirante. En ese intento murió, aunque su cuerpo quedara confundido con la multitud de cadáveres del Berlín asediado. De no haber muerto Bormann, sin lugar a dudas habría dado cumplimiento a esa última orden recibida.

Todos sabemos bien a que se debe el mito de que Bormann sigue vivo. Gracias a él se da pie a las leyendas de "renacer del nazismo" y cosas similares, que de hecho sirven como argumento para reforzar la represión sobre las fuerzas nacional-revolucionarias. Sin el mito de Bormann y similares, Simon Wiesenthal, Beate Klarsfeld y demás profesionales caza-nazis no conseguirían suscitar interés del gran público

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