Un portador de la antorcha llegue al comienzo de los históricos Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín. Según cuenta la historia manipulada hicieron creer a todo el mundo que en el 1936 durante los Juegos Olímpicos Jesse Owens desairó a Hitler cuando Owens ganó una medalla de oro, Hitler, indignado, salio fuera del Estadio Olímpico, por lo que no tendría que felicitar a Owens por su victoria, eso es lo que les han contado a los mas ignorantes y manipulables.
William J. Baker, biógrafo de Owens, dice que los periódicos componen toda la historia, el propio Owens originalmente insistió en que no era cierto.
El Führer era imparcial
Los hechos son simples. Hitler no felicitó Owens, pero ese día no felicito a nadie tampoco, ni siquiera los ganadores alemanes.
Ese primer día habria habido problemas con los miembros del Comité Olímpico, ellos le dijeron que para mantener la neutralidad Olímpico, él tendría que felicitar a todos o nadie, Hitler eligió honrar a nadie.
Varios otros conceptos erróneos acerca de los Juegos Olímpicos de 1936 son frecuentes, Owens no fue rechazado por el público alemán en el estadio de Berlín tampoco, William J. Baker informa que a Owens se le dio varias ovaciones ensordecedoras.
Alemania ganó más medallas que todos los demás países juntos.
A Owens le habían preparado para una recepción hostil;. Un entrenador le había advertido de antemano que no se molestase por lo que pueda suceder en las gradas Ignorar los insultos, a Owens se le dijo, usted va a estar bien, ignora los insultos, más tarde Owens recordó que él había conseguido las mayores ovaciones de su carrera en Berlín.
Otra creencia popular es que los juegos marcaron un momento de humillación para los nacionalsocialistas porque unos pocos negros se alejaron con un puñado de medallas, mientras que Hitler había predicho los muchachos teutónicos serían los grandes ganadores.
La realidad, era otra cosa que una humillación alemana, se olvida que Alemania logró recoger más medallas que todos los demás países juntos.Hitler se mostró satisfecho con el resultado. Al Führer no le tembló la mano para felicitar a Owens después.
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