viernes, 28 de marzo de 2014

Léon Degrelle sobre la religión





Transcribimos unos párrafos de éste libro autobiográfico de Léon Degrelle (1906-1994), líder del movimiento Rex en Bélgica en los años 30 y de la Legión Valonia de las Waffen-SS durante la II Guerra Mundial. Hombre profundamente religioso, podrá comprobarse que su espiritualidad, caballerosa, solar y viril; estaba muy alejada del rancio catolicismo estereotípico y de la santurrona mojigatería clerical, así como del oscurantismo intolerante y fanático del judeocristianismo.

Para mí, Dios es todo. Las iglesias, los cleros, son cadenas de transmisión. No son lo esencial: Ayudan a alcanzar lo esencial. Lo que cuesta es llegar al corazón del hombre, que tiende naturalmente hacia la vida espiritual. Bien sea por medio de una religión u otra. De ser ruso habría amado a Dios según el rito ortodoxo. Como árabe hubiese seguido, para alcanzarle, los caminos del Islam. Y del hinduismo si hubiera vivido en Calcuta. Lo importante es Dios. El resto, obispos, papas, mollahs, bonzos, no son más que escalones, a veces bamboleantes, por indispensables que sean a un pueblo que no puede prescindir de jalones y de guías.

Si un hombre se da, con toda la fuerza de su corazón, a Dios, los rodeos y las vueltas a las que obligan los ritos no son más que invocantes.

De niño, en el catecismo, cuando se nos explicó que el catolicismo era la única vía admisible hacia Dios me quedé sorprendido. Ese monopolio de salvación cristiana me pareció abusivo. Porque un niño que había nacido a orillas del Ganges, o del Yansetián, o del río Congo, ¿estaba perdido espiritualmente? ¿El cielo le era prohibido? ¿Y eso, sencillamente, por el hecho de que el párroco de Bouillon no hubiera ejercido su ministerio en los desiertos polvorientos de Arabia o en la selva tropical?

Esta excomunión de las cuatro quintas partes de la humanidad me resultaba chocante. Dios es el Dios de todos los hombres, del negrito del bosque ecuatorial, del hindú contemplando a su vaca, del canaco en sus mangles. Según el catecismo que se nos enseñaba, hubiese sido necesario que abandonasen todas aquellas perspectivas celestiales que no eran estrictamente católicas, y eso en virtud de interpretaciones doctrinales que esos pueblos no habían tenido ni la ocasión ni la posibilidad de analizar y comparar.

Léon Degrelle

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