Casi todo el mundo conoce al General von Choltitz, el hombre que recibió la orden de quemar París y no lo hizo, sino que se rindió con la ciudad. Sin embargo este oficial tuvo una vida anterior, por ejemplo en Sebastopol donde, el 7 de junio de 1942, participó, al frente del Regimento 16 , en el asalto a la gran fortaleza, el 30 de junio, las tropas alemanas entran en Sebastopol, la ciudad caerá definitivamente el 1 de julio, abandonada por los soviéticos. La aviación lanza un ataque masivo, mientras que el infante, e buena forma física y moral, se lanza contra el enemigo… Sin embargo la posición es extremadamente difícil de cruzar, pues está sembrada de minas. El terreno, lleno de maleza, hace que sea muy difícil mantener la cohesión y el rumbo de los grupos de asalto, incluso de los más pequeños. El infante debe batirse por cada metro de terreno, pasa al asalto, se expone a los contraataques del enemigo; y cada hora pone a prueba su capacidad de resistencia. Los puestos avanzados del enemigo estaban bien fortificados y nunca nos habíamos encontrado con un adversario tan duro y tan inquebrantable, incluso bajo un fuego tan intenso. Hizo falta entonces tomar cada agujero lanzando dentro minas, bombas de humo y granadas… Sin embargo, los rusos siguen sin ceder y siguen combatiendo con una valentía desesperada, digna de admiración. Hacemos prisioneros, son hombres graves y duros. Mientras los llevamos hacia retaguardia algunos de ellos se hacen por sorpresa con algunas de las armas que se han quedado en el suelo y retoman la lucha con una última y fatal energía”.
El regimiento de Choltitz tuvo que combatir hasta el 13 de junio para hacerse finalmente con el fuerte Stalin. Sin embargo la batalla no terminó con eso. Ahora había que quebrar la segunda línea soviética y llegar a la orilla norte de la Bahía de Severnaia. Ya en la costa, una serie de galerías profundamente excavadas también van a ser un hueso duro de roer.
Para forzar el acceso, nuestra undécima compañía avanza hasta las cuestas más abruptas, pero el ataque, con granadas, con minas, con dinamita, fracasa. Enviamos prisioneros para que convenzan al enemigo para que se rinda, por el bien de los obreros de las fábricas de municiones, de sus mujeres, de sus hijos también hay civiles refugiados en las galerías, pero sin éxito. En un acceso de desesperación un joven voluntario desciende hacia el muelle por una cuerda, con el fin de forzar la entrada con una carga de dinamita. Pero lo matan muy cerca de su objetivo. Se produce una terrible explosión. En un último acto desesperado el comisario político [para los alemanes, siempre los culpables de todo] ha volado el túnel. Con el mueren los 1.400 civiles que se habían refugiado en el interior, y aquellos de nuestros soldados que se habían instalado sobre la galería.
Con la costa norte de la bahía en manos alemanas, finalmente, queda una última operación, cruzar el brazo de mar para apoyar a las tropas que están atacando Sebastopol desde el este.
Volvamos por última vez al regimiento de Choltitz, estamos a 29 de junio, y son las 01:00 de la madrugada.
Bajo la protección de la artillería, nuestros hombres saltan dentro de las embarcaciones. Un oficial se me acerca y me pide que imponga disciplina entre los infantes y los soldados de ingenieros, que se están abalanzando hacia los barcos. Se ponen en marcha los motores y las lanchas se lanzan a cruzar el brazo de mar, casi sin protección, en un frente de 500m. Uno de los barcos que van en cabeza está conectado a la base departida por medio de un cable telefónico y, doce minutos después del inicio de la operación, me anuncian que la primera compañía ya ha llegado. Estaba avanzando en paralelo a la vía férrea construida sobre el muelle y atacaba a toda prisa hacia las alturas.
Imagen.- Impresionante vista aérea del Fuerte Máxim Gorky.
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