viernes, 31 de julio de 2015

El libro de historia sigue abierto.

Los cuentos, las legendas históricas, los miedos incomprendidos, son partes de la psique colectiva donde la mayoría decide que creencias sostener, cuales desterrar o encriptar para no tener que verlas de frente.

La historia entonces se convierte en la manera de describir los eventos colectivos que provocaron el diseño del presente, al menos ese es el pensar de la masa, que fácilmente es manipulada, peor aún, también es el sentir de la clase intelectual de dicha sociedad , cuyo trabajo, en gran parte, es definir valores fundamentales, pero una vez que siente las presiones de las creencias populares, no se atreve a romper silencio, y dar el verdadero entendimiento sobre sucesos y eventos que son discutibles con razón justa, es el miedo al despojo de la autoridad intelectual.

El rompimiento de la ortodoxia histórica frente un colectivo decido a proclamarla como un evento inamovible es improbable sin la oportunidad siquiera de dialogar, y analizar eventos que no son sustentables ante el escudriño aplastante de datos y memorias, cuyas fuentes y argumentos son de testigos circunstanciales y sin más evidencia probatoria que un cumulo de historietas a manera de anecdotario.

El holocuento en el que se dice que 6 millones de judíos perecieron en su mayoría en cámaras de gases, manejadas en los campos de concentración como Aushwitz, el más famoso por su elevado número de víctimas según los historiadores ortodoxos que defiende estas teorías a pesar de aceptar que el numero de siete millones de judíos asesinados en cámaras similares esta aun por ser probado que sus cuerpos no han sido encontrados ni hay pruebas suficientes para sostener este argumento. El libro de historia sigue abierto.

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