La historia, la ciencia y la vida misma nos dice de mil maneras que los seres humanos que habitan en la tierra son cualquier cosa menos iguales, en el intento de unificar las normas políticas, económicas, culturales y religiosos de todas las naciones de la tierra, uno estara pecando contra la naturaleza, debido a que viola los atributos naturales de diversos grupos raciales.
Hoy nos inclinamos a admitir que las diferencias raciales existentes en el mundo. Queremos que cada tipo de ser para encuentre esa forma de auto-expresión más ajustada a sus propias necesidades particulares.
Apreciamos el hecho de que los de otra raza son diferentes a nosotros, esta verdad científica es la base, la justificación y al mismo tiempo, la obligación sin la cual una restauración de Europa en nuestros días ya no es posible.
Los principios raciales del nacionalsocialismo son, por lo tanto, la mejor garantía para el respeto de la integridad de otras naciones. Es incompatible con nuestras ideas para pensar en la incorporación de otras nacionalidades ya que siempre se mantendrían, por su sangre y espíritu extraño, un cuerpo extraño dentro del Estado.
Tales pensamientos temerarios pueden ser consentidos en un mundo que tiene como objetivo el poder económico o expansión puramente territorial de sus fronteras.
Por esta razón, no tenemos nada en común con el chovinismo y el imperialismo.
No queremos que nuestra gente se casen con los de raza alienígena ya que a través de esa mezcla de la sangre las mejores cualidades y características de ambas razas se pierden.
Oder, verás, tengo un problemilla. Soy un fiel admirador de tu blog, y sé que eres el único –por tu don de palabra y conocimientos– que podría encontrar una solución totalmente objetiva a mi problema.
ResponderEliminarResulta que hace unos pocos meses me quedé prendado de una joven de mi edad que conocí en un intercambio. Prendado no, prendadísimo. Me miró a los ojos, y ya no supe ver nada más que luz. Ella es mi princesa, la luna del paraíso, tan bella que el azul del cielo me parece gris a su lado; capaz de revivir el mustio tallo de un rosal con una sola sonrisa, el motivo por el que me levanto cada mañana cansado y vuelvo a ella feliz. La amo.
El problema es que es gitana. Sí, gitana. Me gustaría que me dieras algún consejo, ya que no sé si seguir con una relación en la que podría arriesgarme a perder las mejores cualidades y características de mi grupo etnológico mezclándome con una persona de tan turbia procedencia. Me han sido transmitidas por mis padres desde los tiempos del rey David, y significa mucho para mi raza la preservación de la línea sanguínea, como tú bien sabrás, después de los diversos progromos dirigidos contra la estirpe judeoespañola, mía y de mis antepasados. Por favor, necesito tu opinión. A poder ser, lo más nazi posible.