lunes, 6 de febrero de 2017

El proyecto de Russell H. S. Stolfi,

Fuente; counter-currents.com.

En Palabras de Stolfi, la predilección de los biógrafos de Hitler por el sarcasmo gratuito, el forzado escepticismo y la escritura desde alturas preconcebidas de antipatía, ha dejado al mundo con un retrato peligrosamente impreciso de Hitler.
Stolfi es implacable, agudo e incansable en su crítica a los grandes biógrafos.

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La capacidad que tenga uno de simpatizar con los grandes hombres depende en gran parte de los propios principios morales. Un nietzscheano o un darwinista social, por ejemplo, encontraría más fácil simpatizar con una bestia humana de presa que un cristiano o un demócrata liberal. Incluso así, es posible que cristianos y liberales escriban biografías de grandes conquistadores como Alejandro Magno, Julio Cesar, Mahoma, Genghis Jan y Napoleón sin borrarse a sí mismos en paroxismos de hipócrita denigración moralista de miles de páginas.
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Hitler, por supuesto, depara problemas aún mayores para los biógrafos, porque su demonización es un sostén de la hegemonía judía contemporánea, y hay consecuencias para cualquier escritor que desafíe ese consenso.
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Si los grandes hombres son aquellos que dejan su sello en la Historia, entonces Hitler fue un gran hombre. Pero los grandes hombres presentan grandes problemas para los biógrafos. Los grandes hombres no son necesariamente hombres buenos, e incluso los hombres buenos, cuando tienen poder político, a menudo encuentran necesario matar a gente inocente. La gente malvada no encuentra difícil aquello, pero los hombres buenos sí. Así, un hombre bueno, si ha de ser un gran hombre, también debe ser también un hombre duro. Pero es difícil para los biógrafos, los cuales son hombres corrientes, simpatizar con los grandes hombres, especialmente con hombres que son inusualmente malos o duros.

Pero los biógrafos deben al menos tratar de entrar imaginativamente en la mente de los personajes que ellos abordan. Ellos deben sentir los sentimientos de éstos y pensar sus pensamientos. Deben sentir simpatía o empatía por sus sujetos de estudio. Tal simpatía no es una violación de la objetividad sino una herramienta de ella. Es necesario contrapesar la antipatía y el resentimiento que la dureza, la crueldad y la grandeza a menudo inspiran. La simpatía es necesaria para que un biógrafo pueda descubrir y expresar las virtudes de intelecto y carácter necesarias para lograr cualquier cosa grande en este mundo, para bien o para mal.


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Hitler: Beyond Evil and Tyranny, de Russell H. S. Stolfi, es uno de los mejores libros sobre Hitler. No es una biografía de Hitler, aunque está organizado cronológicamente. Es, más bien, una especie de "meta-biografía", un ensayo acerca de la interpretación de la vida de Hitler. El proyecto de Stolfi tiene aspectos positivos y negativos: Stolfi crítica las interpretaciones existentes de la vida de Hitler como un todo y sobre episodios específicos en la vida de Hitler, a la vez que plantea sus propias interpretaciones.


La crítica de Stolfi de las biografías de Hitler.

El establishment existente considera que un retrato exacto de Hitler es más peligroso que uno impreciso. Cuatro ejemplos de esa tendencia bastarán:
(1) Ian Kershaw afirma que, fuera de la política, Hitler era un "paria", una nulidad, lo cual ignora completamente las voraces lecturas realizadas por Hitler, su serio involucramiento con y su comprensión de filósofos como Schopenhauer, su amor por la pintura y las bellas artes, su notable conocimiento y habilidad arquitectónicos, y su amor por la música clásica, incluyendo un profundo conocimiento de las óperas de Richard Wagner que impresionó a la familia Wagner y a otros individuos altamente perceptivos.


(2) Los biógrafos de Hitler invariablemente denigran su origen humilde y corriente, en forma de parodias, de las peores formas de esnobismo social. Pero, por supuesto, los mismos autores se esmerarían torpe y deshonestamente en describir el ascenso de cualquier otro hombre desde la pobreza y la oscuridad hasta la fama y la fortuna. Como Jesse Owens, por ejemplo.


(3) Stolfi refuta una de las más indignantes libertades que se toma Joachim Fest, como sigue: «Todos los grandes biógrafos desacreditan las teorías nacionalsocialistas de las diferencias raciales, a las que ellos caracterizan como pseudo-científicas y basadas en un prejuicio empedernido, y sin embargo uno de ellos [Fest] pudo afirmar con toda confianza, sin sugerir ninguna posibilidad de ser contradicho, que el sujeto de su biografía tenía "características criminales" en un "rostro psicopático"» (p. 268).


(4) Los grandes biógrafos regularmente menosprecian el servicio de Hitler como soldado durante la Primera Guerra Mundial, a pesar de que, como señala Stolfi, Hitler ganó la Cruz de Hierro de Primera Clase, la Cruz de Hierro de Segunda Clase, y un reconocimiento oficial de parte de su regimiento por valentía. Él fue herido seriamente dos veces. Hitler nunca habló mucho de lo que hizo para ganar esas condecoraciones, en parte por su característica modestia y reserva, pero también probablemente porque no deseaba revivir experiencias dolorosas. Pero incluso eso es distorsionado por sus biógrafos para expresar difamaciones sobre la bravura y el carácter de Hitler. Stolfi señala que con ninguna otra figura histórica los biógrafos se sienten con derecho a tomarse tales libertades.

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Kershaw es el más tendencioso de los grandes biógrafos, caracterizando repetidamente a Hitler como un "paria", una "nulidad", una "mediocridad" y un"fracaso". Esos epítetos deben seguramente hacer sentirse bien a Kershaw y a los lectores que piensan como él, pero si ellos fueran verdad, entonces la carrera de Hitler es completamente incomprensible. Stolfi es implacable, agudo e incansable en su crítica a los grandes biógrafos.

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