jueves, 22 de noviembre de 2018

La deificación del individuo..


El héroe tradicional es el que realiza hechos excepcionales que lo distinguen y que exhibe una voluntad dominante, afirmando su identidad.

Hoy en día, la defensa del heroísmo suele ir acompañada de una concepción sacrificial del ideal heroico: el "héroe" se percibe como el que está dispuesto a morir por la sociedad, la nación, la patria, que olvida y niega su individualidad al margen de cualquier egoísmo en su conducta.

Lejos de sacrificarse por la sociedad, el héroe y el guerrero formaban la clase dominante, fue más bien la sociedad la que se sacrificó por el héroe, y no al revés, en el sentido de que el orden social fue diseñado en beneficio de la aristocracia guerrera. Además. 

La guerra era valorada y percibida no como un medio de negación propia, sino todo lo contrario, como el modo de realización para el individuo, una manera para que él se divinice a los ojos de otros hombres y vea sus hazañas cantadas en el eterno..

El materialismo burgués, mediante el cual uno debe comprender un estado mental burlándose y rechazando el espíritu guerrero, y negando la realidad sobre el mundo occidental. 

No contentos con rechazar las desigualdades de la ley, y abogar por las desigualdades, el liberalismo de 1789 aboga por una concepción materialista de la existencia, según la cual el individuo debe renunciar a una vida honorable, es decir, su logro heroico, y dedicarse exclusivamente al enriquecimiento, tanto el suyo como el de la nación.

La mediocridad del liberalismo clásico de 1789, que no tiene nada que ver con el pacifismo, sino que se deriva de su concepción sacrificial del heroísmo.

Con respecto a los síntomas precisos de la hegemonía de la función productiva en la sociedad occidental contemporánea, se ha argumentado comúnmente que esta hegemonía implica el predominio del estilo de vida "utilitario" asociado con la disipación de la forma de vida asociada al guerrero.


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