domingo, 19 de octubre de 2014

Multiculturalismo...esa estafa..

Ninguna sociedad exitosa muestra una tendencia espontánea hacia el multiculturalismo o el multi-racismo. Las sociedades exitosas y duraderas muestran un alto grado de homogeneidad. Aquellos que apoyan el multiculturalismo o bien no saben esto o, lo que es más probable, comprenden que si ellos deben transformar las sociedades occidentales en burocracias estrictamente reguladas, multi-raciales y feministas, deben debilitar primero aquellas sociedades. A diferencia de la implantación obviamente foránea que fue el comunismo, lo que hace del multiculturalismo algo particularmente insidioso y difícil de combatir es que éste usurpa la infraestructura moral e intelectual de Occidente. Aunque afirme defender las más profundas creencias mantenidas en Occidente, es de hecho una perversión y un debilitamiento sistemático de la idea misma de Occidente. Hoy, por supuesto, se nos hace creer que la diversidad es fuerza, que la perversidad es virtud, que el éxito es opresión, y que la repetición implacable de estas ideas una y otra vez es "tolerancia y diversidad". En efecto, la revolución multicultural lleva a cabo la subversión en todas partes, tal como lo hicieron las revoluciones comunistas: el activismo judicial socava el imperio de la ley; la "tolerancia" debilita las condiciones que hacen posible la verdadera tolerancia; y las universidades, que deberían ser paraísos de la libre investigación, practican la censura de un modo que rivaliza con el de los soviéticos.  En la Era comunista, el Estado totalitario estaba construído sobre la violencia. Las purgas de los años '30 y el Gran Terror (que fue el modelo de Mao para su Revolución Cultural) usaron la violencia contra los "enemigos de clase" para obligar a la lealtad. Los miembros del partido firmaban sentencias de muerte para los "enemigos del pueblo" sabiendo que los acusados eran inocentes, pero creyendo en la corrección de las acusaciones. En los años '30, la culpa colectiva justificó el asesinato de millones de campesinos rusos. Como lo menciona Robert Conquest en "The Harvest of Sorrow. Soviet Collectivization and the Terror-Famine" (p. 143), la visión que tenía el Estado de esta clase campesina era que "ninguno de ellos era culpable de nada, pero ellos pertenecían a una clase que era culpable de todo". Al estigmatizar a instituciones y grupos enteros se hace mucho más fácil realizar el cambio en gran escala.
Éste, por supuesto, es el atractivo de palabras como "racismo" y "sexismo" para los atacantes de la cultura de hoy: el pecado puede ser extendido mucho más allá de los individuos para incluír a las instituciones, la literatura, el lenguaje, la Historia, las leyes, las costumbres y civilizaciones enteras. La acusación de "racismo institucional" no es diferente de declarar a una clase económica entera como enemiga del pueblo. "Racismo" y "sexismo" son las armas de asalto del multiculturalismo, sus Grandes Ideas, tal como la guerra de clases lo era para los comunistas; y los efectos son los mismos. Si un crimen puede ser colectivizado, todos pueden ser culpables, porque ellos pertenecen al grupo incorrecto. Cuando los jóvenes de raza blanca son víctimas de preferencias raciales, ellos son la versión actual de los campesinos rusos. Incluso si ellos mismos nunca han oprimido a nadie, ellos "pertenecen a la raza que es culpable de todo".

El objetivo de estas campañas multi-culturales es destruír el yo. Los movimientos de la boca, los gestos correctos, siguen, pero son la boca y los gestos de un zombie, del nuevo hombre soviético o, actualmente, del hombrepolíticamente correcto. Y una vez que suficientes personas han sido condicionadas de esta manera, la violencia ya no es necesaria. Ya alcanzamos el totalitarismo estable, en el cual la gran mayoría sabe lo que se espera de ellos y desempeñan sus roles asignados.

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