jueves, 23 de octubre de 2014

No Solo los Revisonistas lo dicen..

Según una encuesta realizada a mediados de 1999, de un total de 1.600 palestinos, libaneses, sirios y jordanos, el 82,3% dijo no sentir pena alguna por las supuestas víctimas judaicas del Holocuento, cuando se les preguntó el motivo, el 53% respondió que la razón era que el Holocuento nunca ocurrió. El negacionismo no es un fenómeno nuevo, nadie, ni siquiera el más simple de los hombres, toma seriamente la mentira respecto a los seis millones de circuncidados que fueron imaginariamente asesinados.  Un articulista tildó al entonces Secretario de Estado estadounidense, el  negro Colin Powell de poseer un cerebro de un pájaro por haber visitado en Israel el museo del falso Holocuento de la que parasita la  judiada en ocasión de su viaje por Medio Oriente en Marzo de 2001. La moda está ampliamente esparcida. Los judíos han inventado la leyenda del Holocausto, sostiene el líder del Hezbolá Hassan Nasrallah. El genocidio judaico es un cuento inventado sin base alguna dice la website oficial del Hamás, ni idea de cómo ni cuántos fueron supuestamente asesinados, dijo el presidente sirio Bashar al-Assad a un entrevistador. Por su parte, el jeque Nafez Azzam, líder Palestino en Gaza, atribuyó proporciones cósmicas al asunto, dijo que la intención de enseñar el Holocausto en escuelas palestinas contradice el orden natural del universo.  Los registros del Holocaust Memorial Museum de Washington D.C. muestran que ningun líder árabe ha visitado oficialmente el museo en sus trece años de vida. En algunos países de la región la película "La Lista de Schindler" fue prohibida, en tanto que la negación del Holocausto está ampliamente difundida y aceptada en la literatura, la prensa, la cultura popular e intelectual y el discurso político árabe y musulmán. A continuacion  pongo  un articulo demoledor. 
El “Nacional-socialismo” del Gran Mufti de Jerusalén


La simpatía con la que las naciones árabes vieron a la Alemania nazi estuvo ciertamente basada en aspectos nacionales e intereses políticos, tales como resentimiento hacia Francia e Inglaterra así como oposición a la inmigración judía a Palestina. Después de todo, el exterminio colectivo de los judíos pondría término, radical y definitivamente, a las aspiraciones sionistas de crear un Hogar Nacional Judío en Palestina. Sin embargo, el fuerte nexo entre el nazismo y el mundo árabe trascendió los dictados de la realpolitik, basándose en valores y actitudes comunes hacia los judíos.

En palabras de Haj Amín al-Husseini –por aquel entonces Gran Mufti de Jerusalem, Presidente del Consejo Supremo Musulmán y Presidente del Alto Comité Árabe–, la más prominente figura religiosa y política de la época en el Medio Oriente: "Hay una similitud definitiva entre los principios del Islam y los principios del Nazismo".

Dicha "similitud" quedó claramente plasmada en la práctica. El Tercer Reichinvirtió considerable capital en las actividades del mufti y otros dignatarios árabes pro-nazis. Una porción del presupuesto de la cancillería alemana y las SS de Himmler estaban asignadas a financiar actividades árabes pro-nazis, entre otras, las revueltas árabes que el mufti orquestó en 1936 en Palestina. En 1941, Al-Husseini fue recibido en Roma y en Berlín, respectivamente por Mussolini y Hitler. En general mantuvo regulares contactos con los nazis en Alemania, los fascistas en Italia y los japoneses, convirtiéndose de facto en el 4º integrante del Eje. A principios de la década del 40 estableció una escuela para líderes religiosos musulmanes en Alemania, así como un "Instituto para la Investigación de la Cuestión Judía en el Mundo Musulmán", basado en un modelo alemán.

En Berlín se albergó en una gran casa en la calle Klopstock, la que hasta1939 había sido una escuela judía. Desde su base en Alemania, el muftisupervisó las políticas de propaganda, operaciones de espionaje, actos de sabotaje, y el reclutamiento de musulmanes a milicias pro-nazis en países ocupados por el Eje en el Norte de África y Rusia. Tenía a su disposición estaciones de radio en Berlín, Zeissen, Bari, Roma, Tokio y Atenas, desde las cuales conducía la propaganda pro-nazi hacia el Medio Oriente. El mufti regularmente difundía mensajes por radio "y sus emisiones estaban entre los pronunciamientos pro-Eje más violentos alguna vez generados".


Ya en 1939 era publicado en Berlín un periódico en lengua árabe, Barid al-Sharq, para ser distribuído en el Medio Oriente. Los cuarteles del mufti en Ginebra y Estambul le permitían propagar sus actividades de espionaje a lo largo de todo el Medio Oriente, dónde tenía agentes en Palestina, Siria e Iraq además de mantener contactos con agentes de inteligencia alemanes en Turquía. Alemania correspondió la cortesía del mufti. En una carta con fecha 2 de Noviembre de 1943, Heinrich Himmler elogiaba la "alianza natural que existe entre el Nacionalsocialismo de la Gran Alemania y los musulmanes amantes de la libertad de todo el mundo". Haj Amín al-Husseini no limitó su apoyo al Führera la esfera declarativa solamente. Unos pocos meses luego de su arribo a Berlín, el mufti comenzó a reclutar a estudiantes árabes en Alemania, prisioneros de guerra árabes e inmigrantes, a una Legión Árabe pro-nazi. Un destacamento germano-árabe ya había sido formado con voluntarios árabes en Alemania, los que vestían el uniforme alemán portando un emblema con la frase "Frei Arabien".

El mufti aspiraba a reclutar 500.000 soldados marroquíes, tunecinos y argelinos. No se limitó tampoco a árabes étnicos sino que apeló a los musulmanes, especialmente en Bosnia y la Unión Soviética; solamente en los Balcanes reclutó decenas de miles a la Wehrmacht. En momentos en que el único refugio posible de los judíos europeos era Palestina, el mufti no escatimó esfuerzos en bloquear este único escape posible. Desde Berlín, entre 1942 y 1944, Al-Husseini trabajó sin cansancio para impedir el rescate de judíos de Hungría, Rumania, Bulgaria y Croacia. Wilhelm Melchers durante los juicios de Nürenberg dijo que "El mufti era un enemigo fiero de los judíos y no ocultó [el hecho de que] le gustaría verlos a todos liquidados". La comunidad judía mundial intentó (en vano) en 1947 someter almufti ante el Tribunal de Nürenberg bajo cargos de crimenes de guerra a partir de su involucramiento en los planes genocidas hitlerianos. Haj Amín al-Husseini murió como hombre libre, por muerte natural, en Beirut en el año 1974.

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