Fe y Acción era un texto oficial de adoctrinamiento para la Juventud Hitleriana, editado por la propia Casa Editora Central del NSDAP. El mismo constituye una especie de Libro de Virtudes Nacionalsocialistas, en lenguaje simple, claro y sintético, con cada uno de los rasgos, valores o principios que deberían enarbolar los nacionalsocialistas.
Su autor, el entonces Obergebietsführer de la Hitlerjugend, Helmut Stellrecht, desempeñaba tareas de educación para la Juventud hitleriana al momento de su publicación y obtuvo rápidamente el visto bueno de las autoridades Nacionalsocialistas.
Cabe citar al HOMBRE cuando dice:
Cuando se me pregunta qué entiendo por nacionalsocialismo, yo debo responder, no otra cosa que poner en movimiento, exclusiva y autoritariamente, a los más capaces en cada plano de nuestra vida.
El significado del verdadero Nacionalsocialismo pone énfasis en el que fue su lema:
El bien común está antes del bien individual.
Otro de los fundamentos del movimiento es:
No lo mismo a todo el mundo, sino a cada uno lo suyo.
Con todo lo que esto, a su vez, implica en término de reconocimiento y exaltación de la Jerarquía como principio ordenador de la sociedad.
También, llegado el momento de ocuparse de La Patria, vuelve a hacerse notar la preeminencia de una pre-existencia, de un origen mítico ligado a los mejores, que a su vez la han fortificado con su misma potencia. Concretamente dice:
En ti descansan hileras interminables de pasadas generaciones. La sangre del noble y bravo que te defendió, ha caído en ti. Tú fuiste fertilizada por los mejores que produjiste.
Pasando ya a las características que tiene que tener el hombre en la nueva Alemania, se antepone la virtud del Coraje. Hasta tal punto es así, que se llega a decir:
El coraje es el atributo más bello y noble que un hombre pueda tener. Quien no tiene coraje no es un hombre.
Para hacer luego referencia a la conexión con las fuerzas de lo alto que este conlleva:
El sentimiento de haber arriesgado todo al servicio de un ideal más alto, libera, porta a un hombre como si tuviese alas, y llena su corazón.
Ser el vencedor sobre si mismo es condición ineludible para convertirse en Héroe. Y justamente es la figura del Héroe, la que es reclamada en todo momento por los líderes Nacionalsocialista como el arquetipo guía del Tercer Reich y el secreto de todo gran hombre. El dominio sobre si mismo es la verdadera fuente de la fuerza:
Si tú te controlas a ti mismo, tú controlas la vida. Ese es el secreto de toda gran personalidad. Ha ganado toda su fuerza, que ahora dirige exteriormente, superándose a sí mismo. Deberías ser el amo de ti mismo.
Hasta tal punto esto es buscado, y no sólo exclamado, que se ofrece al lector el pequeño ejercicio de hacer todos los días algo que no nos guste y dejar de hacer algo que nos guste como método a emplear para pasar del mero pensamiento a la acción.
Manifestación, tanto como condición, de lo anterior, es una de las virtudes exigidas a los portadores de la Sangre:
La Disciplina:
Los salvajes y los medio salvajes tienen valor, pero sólo las personas evolucionadas tienen disciplina, la disciplina es la habilidad de estar bajo control, la disciplina se origina desde tu interior, la aceptas porque sigues una voluntad más alta.
En el desarrollo de esta disciplina se exige también una obediencia absoluta y ciega, que a primera vista parecería estar en contraposición al gusto por la Libertad del ario, pero en la antigüedad tampoco la obediencia ciega fue menospreciada, pues hay momentos y procesos diferenciales que respetar. Así es que la obediencia extrema era inculcada en los rangos inferiores para poder templar el carácter y la voluntad, hasta el grado de hacerse dueño absoluto de uno mismo.
Aquel que no puede obedecer su propia conciencia y se ve disgregado por sus contradicciones internas, necesita la obediencia exterior para poder ponerse un límite y templarse en la práctica del autodominio. Una vez purificado y unificado en sus tendencias, reinaba en cambio la absoluta libertad.
Nuevamente vemos entonces la actitud viril de quien busca y lucha en su interior para alcanzar un fin más alto y el contacto con fuerzas superiores. Así pues se indica:
La disciplina es una actitud espiritual, la Ley y el Orden trabajan a través ella en bien de todos.
Pasamos ahora a considerar El Deber. No es este algo impuesto sino que es remontado a un más profundo significado y ligado también a la fuerza mística de la Sangre. Sobre él se dice:
El deber es el tú deberías que sientes interiormente, el deber es aquello que Familia, Pueblo y Estado demandan de ti, tú lo exiges de ti mismo, y el camino del deber más alto es también la ruta a la máxima felicidad, aun si conduce a tu muerte, la justicia proviene del deber cumplido, no existe ninguna otra justicia en el Estado nacionalsocialista.
Llegamos ahora al momento de analizar los dos valores fundamentales de la cosmovisión Nacionalsocialista, tanto como de una vida sana en general: El Honor y La Lealtad. Expresión del antiguo adagio ario: Nuestro honor es la Lealtad, que fue también el lema de la pretendida élite NS personificada en las SS. Sobre el Honor,nos enseña:
Tú vives por honor, no por pan, los esclavos creen que sólo se necesita comida y bebida para vivir, el hombre libre sabe que él necesita honor ante todo, ser honorable es ser valiente, ser honorable es ser desinteresado y leal, ser honorable es ser dueño de sí mismo.
El NS eligió, con buenos motivos, hacer de este valor la base de prácticamente todas sus concepciones y ligarlo íntimamente a la Sangre.
En cuanto a la Lealtad, tal es la importancia, que se dice aquí:
La lealtad es una palabra sagrada, rara vez dicha, debe ser tomada como por dada, tal como el aire que respiramos, lo que existe, existe por la lealtad, si eso que existe deja de ser leal, regresa a la nada, porque la deslealtad reemplazó a la lealtad, ahora está de pie sobre la base de la lealtad.
Con respecto a la aplicación en la vida diaria, se dice:
La palabra de un hombre debe ser de fiar, las promesas deben ser mantenidas, no necesitamos un apretón de manos y un juramento, cada uno puede estar sujeto a nuestra palabra, porque otra vez nos hemos hecho leales, Alemania es la tierra de la lealtad, esta habita sus vastos bosques, mora en sus caballeros y sus soldados, mora otra vez en nosotros, la lealtad es nuestro honor.
Tal fides se encuentra también como el cimiento espiritual de las diferentes unidades políticas feudales de la edad media, tanto como en general en el sacro Imperio medieval. Pero esta Fides no era apenas una regla conductual, sino que más bien se transformaba en un elemento religioso, en la posibilidad de una transfiguración personal mediante el sacrificio o la ascesis del que, mediante su superación, rinde su ego ante un fin superior para resultar elevado con él y alcanzar una más alta Libertad.