Alfred Schickel
Ahora, después de más de cuarenta años, un historiador suizo ha expuesto a fondo este supuesto documento de Hitler como completamente fraudulento. Wolfgang Haenel presentó los resultados de su investigación ante la conferencia anual en Mayo de 1983 del Centro de Investigación de Historia Contemporánea de Ingolstadt en Alemania Occidental, que merece crédito por su papel en la exposición de este gran fraude. Su director, el doctor Alfred Schickel, ha escrito numerosos y sustanciales ensayos históricos revisionistas, el estafador se llama Herman Rauschning, presidente del Senado en Danzig en 1933-1934, quien fue expulsado del movimiento NS y que luego hizo una nueva vida como un anti-nazi profesional.
Wolfgang Haenel
Herman Rauschning y su porquería de libro
Ningún historiador actual da crédito a sus libros. De hecho todas las afirmaciones de Rauschning son inventadas.
Veamos esta estafa..
El Hitler de Rauschning no es nada más que un revolucionario nihilista que carece completamente de ideas, objetivos, principios o ideología sistemática, y quien demagógicamente explotaba a hombres y palabras para acumular el poder para su propio bien. Él era un oportunista inteligente pero completamente inescrupuloso que no creía nada de lo que él decía. Su nacionalsocialismo, según Rauschning, era sólo una "Revolución de Nihilismo". Él estaba supuestamente preocupado por la guerra. Sus numerosas propuestas de desarme y ofertas de paz eran sólo una retórica hipócrita diseñada para engañar a sus futuras víctimas.
Del hombre que unificó Alemania, Hitler supuestamente dijo: "Bismarck era estúpido. Él era sólo un Protestante". Al parecer él reprochó a Rauschning por sus reparos: "¿Por qué murmura acerca de la brutalidad y se disgusta con el sufrimiento. Las masas quieren eso. Ellas necesitan alguna crueldad". Hitler es citado diciendo: "Quiero una juventud violenta, imperiosa, intrépida, cruel". En otra ocasión, Hitler presuntamente declaró:"Sí, somos bárbaros. Queremos ser bárbaros. Es un título honorable".
Wolfgang Haenel gastó muchos años en una investigación detallada, comparando textos y entrevistando a testigos contemporáneos. Él encontró que en vez de aproximadamente cien conversaciones con Hitler, Rauschning realmente se reunió con el líder alemán sólo cuatro o cinco veces. Y estos pocos encuentros no fueron ni privados ni larguísimos, sino siempre en compañía de oficiales de alto rango mientras visitaban a Hitler en Berlín u Obersalzberg. Rauschning nunca tuvo la oportunidad de escuchar opiniones íntimas de Hitler o proyectos secretos para el futuro, como él se jactaba en su espuria "memoria".
Haenel muestra que algunas de las palabras atribuídas a Hitler por Rauschning realmente fueron tomadas de las obras de Ernst Jünger y Friedrich Nietzsche. Hitler es citado como haciendo declaraciones que no podían haber sido probablemente hechas en los tiempos que se supone. Algunas citas supuestamente hechas en privado fueron de hecho tomadas de discursos hechos por Hitler después de 1936, el año en que Rauschning huyó a Polonia y después a Suiza, Francia, Reino Unido y finalmente a EE.UU., donde se nacionalizó. Haenel también expone serias contradicciones entre acontecimientos como presentados por Rauschning y el modo en que ellos realmente ocurrieron, como en el caso de una supuesta conversación después del incendio del Reichstag de Marzo de 1933.
Haenel muestra que el espurio relato fue encargado por algunos periodistas franceses y firmas editoriales de Nueva York como un arma literaria en la guerra propagandística contra la Alemania nacionalsocialista. Durante muchos años la cantidad pagada al económicamente en apuros Rauschning por su trabajo permaneció como un récord en Francia para un libro político.
Los medios de comunicación democráticos, que dedicaron interminables columnas impresas y horas de tiempo de emisión en denunciar los llamados diarios de Hitler como falsos, curiosamente ignoraron la historia de la exposición de este gran engaño histórico. Una excepción fue el generalmente sobrio diario alemán occidental Die Welt (19 de Mayo) que, sin embargo, sepultó su informe en la página 21. La prensa diaria estadounidense no publicó nada.
Para su crédito, el historiador estadounidense John Toland no hizo ningún uso del trabajo de Rauschning en su detallado estudio, Adolf Hitler. Y el historiador alemán Werner Maser hizo notar en su biografía de Hitler que las declaraciones de Rauschning pueden ser, a lo más, consideradas una fuente histórica secundaria. Ellas no tienen ningún valor documental.
Es siempre más fácil producir un documento falsificado o una memoria falsa que demostrarlos después como falsos. Pero es todavía notable que haya tomado mucho tiempo a alguien desenmascarar el trabajo de Rauschning como fraudulento. Cualquier lector de mente abierta familiarizado con la literatura sobre Hitler puede determinar bastante rápidamente que el libro mencionado es un bebistrajo imaginativo. Simplemente carece de la sensación de autenticidad. En contraste, la memoria genuina de Otto Wagner, Hitler aus naechster Naehe, proporciona información extensa y detallada sobre el pensamiento de Hitler y sus opiniones privadas. Como primer jefe del Estado Mayor de las SA "camisas marrones" y director del Departamento Económico-Político del Partido Nacionalsocialista, Wagner llegó a conocer a Hitler íntimamente. Ellos pasaron cientos de horas juntos entre 1929 y 1932, muchas de ellas solos.
La desacreditación largamente atrasada hecha por Wolfgang Haenel de las "memorias" de Rauschning es una contribución bienvenida al proceso lento y penoso de clarificación en una época de ofuscamiento histórico.
Una de las más extensamente citadas fuentes de información sobre la personalidad de Hitler y sus intenciones secretas es la supuesta memoria de Hermann Rauschning, presidente nacionalsocialista del Senado en Danzig en 1933-1934, quien fue expulsado del movimiento de Hitler poco tiempo después y que luego hizo una nueva vida como un anti-nazi profesional.
En el libro, conocido en alemán como Conversaciones con Hitler, Gespraeche mit Hitler y publicado la primera vez en Estados Unidos en 1940 como La Voz de la Destrucción, Rauschning presenta página tras página lo que se pretende que son las opiniones y planes más íntimos de Hitler y sus proyectos para el futuro, supuestamente basados en docenas de conversaciones privadas entre 1932 y 1934. Después de la guerra dicho relato fue presentado como el documento de prueba de la fiscalía AliadaUSSR-378 en el proceso principal por "crímenes de guerra" en Nuremberg.
Entre las citas condenatorias atribuídas a Hitler por Rauschning están estas declaraciones memorables:
«Debemos ser brutales. Debemos recuperar una conciencia tranquila acerca de la brutalidad. Sólo entonces podremos nosotros expulsar la ternura desde nuestro pueblo... ¿Propongo yo exterminar a nacionalidades enteras? Sí, se agregará a aquello... Naturalmente tengo el derecho de destruír a millones de hombres de razas inferiores que aumentan como bichos... Sí, somos bárbaros. Queremos ser bárbaros. Es un título honorable».
También se supone que Hitler confidenció a Rauschning, un oficial provinciano casi desconocido, unos planes oficiales, fantásticos, para un Imperio mundial alemán que incluiría África, Sudamérica, México y, finalmente, Estados Unidos.
Muchos historiadores prestigiosos, incluyendo a Leon Poliakov, Gerhard Weinberg, Alan Bullock, Joachim Fest, Nora Levin y Robert Payne, usaron citas selectas del trabajo de Rauschning en sus obras de Historia. Poliakov, uno de los escritores más destacados del "Holocausto", expresamente elogió a Rauschning por su "exactitud excepcional", mientras Levin, otro historiador del "Holocausto" ampliamente leído, lo llamó "uno de los más penetrantes analistas del período nacionalsocialista".
Pero no todo el mundo ha sido tan crédulo. El historiador suizo Wolfgang Haenel pasó cinco años investigando diligentemente dicha "memoria" antes de anunciar sus conclusiones en 1983 en una conferencia de historia revisionista en Alemania Occidental. Las famosas Conversaciones con Hitler, él declaró que son un fraude total. El libro no tiene ningún valor "excepto como un documento de propaganda Aliada de guerra".
Haenel fue capaz de establecer concluyentemente que la afirmación de Rausching de haberse reunido con Hitler "más de cien veces" es una mentira. Los dos realmente se encontraron sólo cuatro veces, y nunca solos. Las palabras atribuídas a Hitler, mostró Haenel, fueron simplemente inventadas o sacadas de muchas fuentes diferentes, incluyendo escritos de Jünger y Friedrich Nietzsche. Un relato acerca de Hitler escuchando voces, despertando por la noche con chillidos convulsivos y señalando con terror hacia una esquina vacía gritando "¡Allí, allí, en la esquina!" fue tomado de un cuento del escritor francés Guy de Maupassant.
La fraudulenta memoria fue diseñada para incitar a la opinión pública en países democráticos, sobre todo en Estados Unidos, a favor de la guerra contra Alemania. El proyecto fue la creación del periodista nacido húngaro Emery Reves, que dirigía una influyente agencia de propaganda y prensa anti-alemana en París durante los años '30. Haenel también ha encontrado pruebas de que un destacado periodista británico llamado Henry Wickham-Steele ayudó a producir dicha "memoria". Wickham-Steele era un hombre de confianza de Sir Robert Vansittart, quizás la figura más vehementemente anti-alemana en Gran Bretaña.
Un informe sobre las sensacionales conclusiones de Haenel apareció en la edición de Otoño de 1983 del The Journal of Historical Review. Más recientemente, las revistas semanales más influyentes de Alemania Occidental, Die Zeit y Der Spiegel (7 de Septiembre de 1985), han publicado artículos larguísimos sobre este engaño histórico. Der Spiegel concluyó que las Conversaciones con Hitler "son una falsificación, una distorsión histórica desde el principio hasta la última página... Haenel no sólo demuestra la falsificación sino que él también muestra cómo la impresionante impostura fue rápidamente compilada y qué ingredientes fueron mezclados".
Hay algunas lecciones valiosas para ser aprendidas de la historia de este sórdido engaño, que tomó más de 40 años para ser desenmascarado finalmente: Esto muestra que hasta el fraude histórico más descarado puede tener un impacto enorme si sirve a intereses importantes; que es más fácil inventar una gran mentira histórica que denunciar una, y, finalmente, que cada uno debería ser sumamente cuidadoso incluso con las representaciones "autoritativas" emocionalmente cargadas de la época de Hitler.
Del hombre que unificó Alemania, Hitler supuestamente dijo: "Bismarck era estúpido. Él era sólo un Protestante". Al parecer él reprochó a Rauschning por sus reparos: "¿Por qué murmura acerca de la brutalidad y se disgusta con el sufrimiento. Las masas quieren eso. Ellas necesitan alguna crueldad". Hitler es citado diciendo: "Quiero una juventud violenta, imperiosa, intrépida, cruel". En otra ocasión, Hitler presuntamente declaró:"Sí, somos bárbaros. Queremos ser bárbaros. Es un título honorable".
Wolfgang Haenel gastó muchos años en una investigación detallada, comparando textos y entrevistando a testigos contemporáneos. Él encontró que en vez de aproximadamente cien conversaciones con Hitler, Rauschning realmente se reunió con el líder alemán sólo cuatro o cinco veces. Y estos pocos encuentros no fueron ni privados ni larguísimos, sino siempre en compañía de oficiales de alto rango mientras visitaban a Hitler en Berlín u Obersalzberg. Rauschning nunca tuvo la oportunidad de escuchar opiniones íntimas de Hitler o proyectos secretos para el futuro, como él se jactaba en su espuria "memoria".
Haenel muestra que algunas de las palabras atribuídas a Hitler por Rauschning realmente fueron tomadas de las obras de Ernst Jünger y Friedrich Nietzsche. Hitler es citado como haciendo declaraciones que no podían haber sido probablemente hechas en los tiempos que se supone. Algunas citas supuestamente hechas en privado fueron de hecho tomadas de discursos hechos por Hitler después de 1936, el año en que Rauschning huyó a Polonia y después a Suiza, Francia, Reino Unido y finalmente a EE.UU., donde se nacionalizó. Haenel también expone serias contradicciones entre acontecimientos como presentados por Rauschning y el modo en que ellos realmente ocurrieron, como en el caso de una supuesta conversación después del incendio del Reichstag de Marzo de 1933.
Haenel muestra que el espurio relato fue encargado por algunos periodistas franceses y firmas editoriales de Nueva York como un arma literaria en la guerra propagandística contra la Alemania nacionalsocialista. Durante muchos años la cantidad pagada al económicamente en apuros Rauschning por su trabajo permaneció como un récord en Francia para un libro político.
Los medios de comunicación democráticos, que dedicaron interminables columnas impresas y horas de tiempo de emisión en denunciar los llamados diarios de Hitler como falsos, curiosamente ignoraron la historia de la exposición de este gran engaño histórico. Una excepción fue el generalmente sobrio diario alemán occidental Die Welt (19 de Mayo) que, sin embargo, sepultó su informe en la página 21. La prensa diaria estadounidense no publicó nada.
Para su crédito, el historiador estadounidense John Toland no hizo ningún uso del trabajo de Rauschning en su detallado estudio, Adolf Hitler. Y el historiador alemán Werner Maser hizo notar en su biografía de Hitler que las declaraciones de Rauschning pueden ser, a lo más, consideradas una fuente histórica secundaria. Ellas no tienen ningún valor documental.
Es siempre más fácil producir un documento falsificado o una memoria falsa que demostrarlos después como falsos. Pero es todavía notable que haya tomado mucho tiempo a alguien desenmascarar el trabajo de Rauschning como fraudulento. Cualquier lector de mente abierta familiarizado con la literatura sobre Hitler puede determinar bastante rápidamente que el libro mencionado es un bebistrajo imaginativo. Simplemente carece de la sensación de autenticidad. En contraste, la memoria genuina de Otto Wagner, Hitler aus naechster Naehe, proporciona información extensa y detallada sobre el pensamiento de Hitler y sus opiniones privadas. Como primer jefe del Estado Mayor de las SA "camisas marrones" y director del Departamento Económico-Político del Partido Nacionalsocialista, Wagner llegó a conocer a Hitler íntimamente. Ellos pasaron cientos de horas juntos entre 1929 y 1932, muchas de ellas solos.
La desacreditación largamente atrasada hecha por Wolfgang Haenel de las "memorias" de Rauschning es una contribución bienvenida al proceso lento y penoso de clarificación en una época de ofuscamiento histórico.
Las Falsas "Conversaciones con Hitler"
de Rauschning
En el libro, conocido en alemán como Conversaciones con Hitler, Gespraeche mit Hitler y publicado la primera vez en Estados Unidos en 1940 como La Voz de la Destrucción, Rauschning presenta página tras página lo que se pretende que son las opiniones y planes más íntimos de Hitler y sus proyectos para el futuro, supuestamente basados en docenas de conversaciones privadas entre 1932 y 1934. Después de la guerra dicho relato fue presentado como el documento de prueba de la fiscalía AliadaUSSR-378 en el proceso principal por "crímenes de guerra" en Nuremberg.
Entre las citas condenatorias atribuídas a Hitler por Rauschning están estas declaraciones memorables:
«Debemos ser brutales. Debemos recuperar una conciencia tranquila acerca de la brutalidad. Sólo entonces podremos nosotros expulsar la ternura desde nuestro pueblo... ¿Propongo yo exterminar a nacionalidades enteras? Sí, se agregará a aquello... Naturalmente tengo el derecho de destruír a millones de hombres de razas inferiores que aumentan como bichos... Sí, somos bárbaros. Queremos ser bárbaros. Es un título honorable».
También se supone que Hitler confidenció a Rauschning, un oficial provinciano casi desconocido, unos planes oficiales, fantásticos, para un Imperio mundial alemán que incluiría África, Sudamérica, México y, finalmente, Estados Unidos.
Muchos historiadores prestigiosos, incluyendo a Leon Poliakov, Gerhard Weinberg, Alan Bullock, Joachim Fest, Nora Levin y Robert Payne, usaron citas selectas del trabajo de Rauschning en sus obras de Historia. Poliakov, uno de los escritores más destacados del "Holocausto", expresamente elogió a Rauschning por su "exactitud excepcional", mientras Levin, otro historiador del "Holocausto" ampliamente leído, lo llamó "uno de los más penetrantes analistas del período nacionalsocialista".
Pero no todo el mundo ha sido tan crédulo. El historiador suizo Wolfgang Haenel pasó cinco años investigando diligentemente dicha "memoria" antes de anunciar sus conclusiones en 1983 en una conferencia de historia revisionista en Alemania Occidental. Las famosas Conversaciones con Hitler, él declaró que son un fraude total. El libro no tiene ningún valor "excepto como un documento de propaganda Aliada de guerra".
Haenel fue capaz de establecer concluyentemente que la afirmación de Rausching de haberse reunido con Hitler "más de cien veces" es una mentira. Los dos realmente se encontraron sólo cuatro veces, y nunca solos. Las palabras atribuídas a Hitler, mostró Haenel, fueron simplemente inventadas o sacadas de muchas fuentes diferentes, incluyendo escritos de Jünger y Friedrich Nietzsche. Un relato acerca de Hitler escuchando voces, despertando por la noche con chillidos convulsivos y señalando con terror hacia una esquina vacía gritando "¡Allí, allí, en la esquina!" fue tomado de un cuento del escritor francés Guy de Maupassant.
La fraudulenta memoria fue diseñada para incitar a la opinión pública en países democráticos, sobre todo en Estados Unidos, a favor de la guerra contra Alemania. El proyecto fue la creación del periodista nacido húngaro Emery Reves, que dirigía una influyente agencia de propaganda y prensa anti-alemana en París durante los años '30. Haenel también ha encontrado pruebas de que un destacado periodista británico llamado Henry Wickham-Steele ayudó a producir dicha "memoria". Wickham-Steele era un hombre de confianza de Sir Robert Vansittart, quizás la figura más vehementemente anti-alemana en Gran Bretaña.
Un informe sobre las sensacionales conclusiones de Haenel apareció en la edición de Otoño de 1983 del The Journal of Historical Review. Más recientemente, las revistas semanales más influyentes de Alemania Occidental, Die Zeit y Der Spiegel (7 de Septiembre de 1985), han publicado artículos larguísimos sobre este engaño histórico. Der Spiegel concluyó que las Conversaciones con Hitler "son una falsificación, una distorsión histórica desde el principio hasta la última página... Haenel no sólo demuestra la falsificación sino que él también muestra cómo la impresionante impostura fue rápidamente compilada y qué ingredientes fueron mezclados".
Hay algunas lecciones valiosas para ser aprendidas de la historia de este sórdido engaño, que tomó más de 40 años para ser desenmascarado finalmente: Esto muestra que hasta el fraude histórico más descarado puede tener un impacto enorme si sirve a intereses importantes; que es más fácil inventar una gran mentira histórica que denunciar una, y, finalmente, que cada uno debería ser sumamente cuidadoso incluso con las representaciones "autoritativas" emocionalmente cargadas de la época de Hitler.