Para aquellos que conocen la historia de la Humanidad, no hay nada nuevo o espantoso en esto. Durante cinco mil años, los líderes políticos han estado escuchando los halagos de los judíos, y ellos tienen a todas y cada una de sus arruinadas naciones en este mismo encalladero.
A pesar de la simplicidad de este mensaje, millones de personas han sido incapaces de entenderlo.
A pesar de la simplicidad de este mensaje, millones de personas han sido incapaces de entenderlo.
La historia de los judíos demuestra dos cosas: primero, que nunca ha habido una reconciliación entre ellos y sus anfitriones; segundo, que ninguna nación ha tenido éxito alguna vez en excluírlos permanentemente. Aún más sorprendente es el hecho de que en cada caso donde los judíos fueron expulsados de una nación, a menudo en condiciones de gran sufrimiento, dentro de unos pocos años... ¡los judíos han vuelto!.
Se ha sugerido que la explicación yace en una característica rara y perversa de los judíos, en su disposición para soportar el sufrimiento, pero la idea del masoquismo de grupo deja de explicar muchas otras facetas del problema judío.
Los registros pueden ser alterados o destruídos, los hombres pueden ser persuadidos a seguir falsos dioses, pero en sólo un lugar la verdad nunca puede ser falsificada, y ése está en el alma.
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