Una guerra de razas es previsible en varios países europeos, la población Blanca está siendo desplazada, una especie de genocidio está siendo realizado contra ella con la complicidad de la clase dirigente y los medios de manipulación, ya que la ideología que estas élites colaboracionistas está llena de un odio patológico contra su propia gente y de una pasión por el mestizaje.
El actual avanzado estado de decadencia debe mucho a la secularización de la caridad cristiana y su moderno vástago igualitario, los derechos humanos.
Europa se enfrenta un peligro que rechaza verlo. Ha sido colonizada por pueblos del Sur, esta invasión comenzó en los años 60 y fue en gran parte auto-engendrada, por políticos contaminados con ideas marxistas, por una clase empleadora ávida de mano de obra barata, y por ideales humanitarios utópicos y un sentimiento de culpa colonial.
Lo europeo desaparecerá y siglos después otros hombres que no serán europeos, sino hijos de otro tronco racial, o de varios troncos, verán con anhelo y como ideal el legado de esos hombres de raza tan denostada hoy.
Los inmigrantes no-europeos sirven como una clase protegida usada como un ariete por las élites dirigentes para destruír y demoler sistemáticamente los Estados del Occidente Blanco. Las leyes contra el "racismo" por lo tanto no están destinadas a castigar actos delictivos sino más bien a intimidar cualquier oposición que surja entre los europeos, manteniendo siempre a los Blancos temerosos y mentalmente a la defensiva.
Un Estado capaz de procesar a una persona por sus pensamientos es igualmente capaz de procesar a miles, y predeciblemente lo hará cuando ha consolidado su poder lo suficiente como para salir adelante con cualquier ultraje. Por esta razón, cada vez más gente en Europa será enviada a prisión no por algo que ellos hayan hecho sino por algo que ellos hayan dicho.
Los inmigrantes ilegales extranjeros son muy raramente repatriados, pero reciben pródigos beneficios de asistencia social repartidos a ellos por fuerzas anti-Blancas que tienen el control del Estado.
El multiculturalismo y la incapacidad o la desgana de las naciones occidentales para proteger sus fronteras de la infiltración extranjera, son vistos por otros como una invitación para el ataque y una señal de que el Occidente es débil y está maduro para la conquista.
Todas las naciones del mundo tratan de mantener su etnicidad. Sólo en los países occidentales de mayoría Blanca las autoridades emprenden una deliberada guerra demográfica y cultural contra la población de la mayoría. Esto es malvado, y los europeos tienen todo el derecho a defenderse contra políticas malvadas. Los Blancos han mostrado la capacidad de crear sociedades y sistemas sociales que trascienden los estrechos límites de clanes, tribus y nepotismo étnico. Éste es, desde muchos puntos de vista, un gran rasgo de carácter, pero también puede ser nuestro Talón de Aquiles si es convertido en un arma y vuelto contra nosotros. Debemos reconocer que somos inusuales, y que nuestros valores están lejos de ser universalmente compartidos.
Los occidentales Blancos han dado a otros pueblos, incluso a tribus activamente hostiles, las herramientas necesarias para multiplicarse más allá de su capacidad nativa, el transporte necesario para viajar a nuestros países, la legislación de derechos humanos necesaria para establecer aquí y allá los Estados benefactores necesarios para explotarnos.
Todas las naciones del mundo tratan de mantener su etnicidad. Sólo en los países occidentales de mayoría Blanca las autoridades emprenden una deliberada guerra demográfica y cultural contra la población de la mayoría. Esto es malvado, y los europeos tienen todo el derecho a defenderse contra políticas malvadas. Los Blancos han mostrado la capacidad de crear sociedades y sistemas sociales que trascienden los estrechos límites de clanes, tribus y nepotismo étnico. Éste es, desde muchos puntos de vista, un gran rasgo de carácter, pero también puede ser nuestro Talón de Aquiles si es convertido en un arma y vuelto contra nosotros. Debemos reconocer que somos inusuales, y que nuestros valores están lejos de ser universalmente compartidos.
Los occidentales Blancos han dado a otros pueblos, incluso a tribus activamente hostiles, las herramientas necesarias para multiplicarse más allá de su capacidad nativa, el transporte necesario para viajar a nuestros países, la legislación de derechos humanos necesaria para establecer aquí y allá los Estados benefactores necesarios para explotarnos.
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