sábado, 19 de julio de 2014
Discurso en el Congreso de Nuremberg 1934 por Joseph Goebbels
La gente creativa hizo la propaganda y la puso al servicio de nuestro Movimiento, debemos tener gente creativa que pueda usar los medios que el Estado tiene a su servicio, la propaganda y la educación prepararon el camino para el programa de ayuda social más grande de la Historia, ellas fueron su fundamento, su éxito fue que, durante un largo invierno, nadie en Alemania pasó hambre o frío...
Discurso en el Congreso de Nuremberg 1934
por Joseph Goebbels
Es difícil definir el concepto de propaganda exhaustivamente y de manera precisa. Esto es especialmente verdadero desde que, en las décadas pasadas, ha estado sujeta a definiciones desfavorables, y en parte extraordinariamente hostiles, de parte de nosotros los alemanes. Primero, entonces, debemos defenderla. Aquellos en el extranjero a veces afirman que en el pasado nosotros los alemanes estuvimos particularmente bien informados en esta área, y sabíamos cómo aplicarla, pero aquello lamentablemente no se compadece con los hechos. Aprendimos las consecuencias de nuestra negligencia demasiado claramente durante la Guerra Mundial. Mientras los Estados enemigos produjeron una propaganda de atrocidades que no tenía precedentes orientada a Alemania a través de todo el mundo, nosotros no hicimos nada y estuvimos completamente indefensos contra ella. Sólo cuando la propaganda extranjera enemiga había persuadido casi a la mayor parte incluso de los Estados neutrales, el gobierno alemán comenzó a sentir el enorme poder de la propaganda. Pero fue demasiado tarde. Tal como no estuvimos preparados militar ni económicamente para la guerra, así también sucedió en cuanto a la propaganda. Perdimos la guerra en esta área más que en ninguna otra.
El truco más astuto usado en la propaganda contra Alemania durante la guerra fue haber acusado a Alemania de lo que nuestros enemigos mismos estaban haciendo. Incluso hoy, grandes sectores de la opinión mundial están convencidos de que las características típicas de la propaganda alemana son la mentira, la crudeza, la inversión de los hechos, y otras por el estilo. Uno sólo tiene que recordar las historias que fueron propagadas en todo el mundo a principios de la guerra acerca de soldados alemanes que cortaban las manos de los niños y que crucificaban a las mujeres, para comprender que Alemania entonces fue una víctima indefensa de esta campaña de calumnias. Ella ni tuvo ni usó ningún medio de defensa.
Más de 40 millones de personas aprobaron la decisión del Führer de abandonar la Sociedad de Naciones el 12 de Noviembre de 1933. Eso le dio la capacidad de hablar al mundo en nombre de la nación, defendiendo el honor, la paz y la igualdad como los ideales nacionales de todo el pueblo alemán. Las cuestiones de desarme fueron puestas sobre fundamentos firmes y claros. Una vez más, la propaganda fue la base para la unidad nacional el 12 de Noviembre, y por lo tanto de la libertad de acción que el Führer tuvo en los asuntos exteriores. El concepto de propaganda ha experimentado una transformación fundamental, en particular como resultado de la práctica política en Alemania. En todo el mundo hoy, la gente está comenzando a ver que un Estado moderno, ya sea democrático o autoritario, no puede resistir las fuerzas subterráneas de la anarquía y el caos sin algún tipo de propaganda. No es sólo un asunto de hacer las cosas bien; la gente debe entender que la cosa correcta es la cosa correcta. La propaganda incluye todo lo que ayuda a la gente a comprender esto.
La propaganda política en principio es activa y revolucionaria. Está orientada a las amplias masas. Habla el lenguaje de la gente porque quiere ser entendida por la gente. Su tarea es el arte creativo superior de presentar los acontecimientos y hechos a veces complicados de una forma lo bastante simple como para que sean entendidos por el hombre de la calle. Su fundamento es que no hay nada que la gente no pueda entender, y que más bien las cosas deben ser presentadas de un modo que ella pueda entenderlas. Es una cuestión de ponerlas de una manera clara para ella usando el enfoque, la evidencia y el lenguaje apropiados.
La propaganda es un medio para conseguir un fin. Su propósito es conducir a la gente hacia un entendimiento que permitirá que de buena gana y sin una resistencia interna se dedique a las tareas y los objetivos de un liderazgo superior. Si la propaganda debe tener éxito, debe saber lo que quiere. Debe tener en mente un objetivo claro y firme, y buscar los medios y métodos apropiados para alcanzar aquel objetivo. La propaganda como tal no es ni buena ni mala. Su valor moral está determinado por los objetivos que persigue.
La propaganda debe ser creativa. No es de ningún modo un asunto para la burocracia o la administración oficial, sino que más bien es un asunto de la fantasía productiva. El propagandista genuino debe ser un verdadero artista. Debe ser un maestro del alma popular, usándola como un instrumento para expresar la majestad de una voluntad política genuina y unificada. La propaganda puede ser en pro o en contra. En ningún caso tiene que ser negativa. La única cosa que es importante consiste en si sus palabras son expresiones verdaderas y genuinas de los valores de un pueblo o no. Durante su período de oposición, el movimiento nacionalsocialista demostró que la crítica puede ser constructiva; de hecho, en un momento en que el gobierno está en las manos de poderes destructivos, ella puede ser el único elemento constructivo.
El concepto de la instrucción pública es fundamentalmente diferente. Ésta es fundamentalmente defensiva y evolutiva. No da golpes de martillo o de tambor. Es moderada en su tono, procurando enseñar. Explica, clarifica e informa. Es, por lo tanto, usada más a menudo por un gobierno que por la oposición. El Estado Nacionalsocialista, que nace de una revolución, tenía la tarea de conducir centralmente tanto la propaganda como la educación, uniendo dos conceptos que están relacionados pero que no son idénticos, moldeándolos en una unidad que a largo plazo puede servir al gobierno y a la gente.
Incluso durante la época en que estuvimos en la oposición, tuvimos éxito en rescatar el concepto de la propaganda desde la desaprobación o el desprecio. Desde entonces, la hemos transformado en un arte realmente creativo. Fue nuestra arma más aguda en la conquista del Estado. Y permanece como nuestra arma más aguda en la defensa y la construcción del Estado. Aunque esto quizás todavía no sea claro para el resto del mundo, era obvio para nosotros que teníamos que usar el arma con la cual habíamos conquistado el Estado para defender el Estado. De otro modo encarábamos el peligro de que podríamos perder a la gente aunque tuviéramos el poder, y que, sin la gente, perderíamos el poder. Pusimos lo que habíamos aprendido durante nuestro ataque contra el pseudo-Estado de Noviembre al servicio de nuestro Estado. La gran riqueza de ideas y la creatividad nunca desfalleciente de nuestra propaganda, demostrada durante nuestra lucha por el poder, fue perfeccionada hasta el último detalle. Ahora la pusimos al servicio del Estado mismo, para encontrar modos significativos y formas flexibles para influír sobre el pensamiento de la gente. La gente debería compartir las preocupaciones y los éxitos de su gobierno. Sus preocupaciones y éxitos deben ser por lo tanto constantemente presentados y martillados sobre la gente de modo que ella piense que las preocupaciones y los éxitos de su gobierno serán sus preocupaciones y éxitos. Sólo un gobierno autoritario, firmemente comprometido con la gente, puede hacer esto en el largo plazo. La propaganda política, el arte de anclar las cosas del Estado en las amplias masas de modo que la nación entera se sienta parte de ellas, no puede permanecer por lo tanto simplemente como un medio para el objetivo de ganar el poder. Debe convertirse en un medio de construír y mantener el poder.
Esto requiere la atención despierta hacia los acontecimientos del día, y una creatividad entrenada y viva que debe incluír un conocimiento completo del alma del pueblo. La gente debe ser comprendida en sus profundidades más hondas, o entendida intuitivamente, porque sólo entonces uno puede hablar de una manera que la gente entenderá. La propaganda debe ser la ciencia del alma del pueblo. Requiere un sistema organizado y resuelto si debe ser exitosa a largo plazo.
Esto es de lo que carecimos durante la guerra. Aquí es donde nuestro enemigo fue superior a nosotros. Debemos compensar esto. Debemos tomar las técnicas y el dominio del aparato de opinión del otro lado, que es todo lo que ellos realmente tenían, y llenarlos con el fuego del alma y el brillo de nuevas ideas.
La propaganda, también, tiene un sistema. No puede ser detenida y comenzada cuando quiera que uno desee. A la larga, sólo puede ser eficaz al servicio de grandes ideales y principios con visión de futuro. Y la propaganda debe ser aprendida. Debe ser conducida sólo por gente con un instinto agudo y seguro en relación con los sentimientos a menudo cambiantes de las personas. Ellos deben ser capaces de alcanzar el mundo de las amplias masas y deducir sus deseos y esperanzas. El propagandista eficaz debe ser un maestro del arte del discurso, de la escritura, del periodismo, del cartel y del folleto. Debe tener el talento para usar los principales métodos de influír sobre la opinión pública, como la prensa, el cine y la radio, para servir a sus ideas y objetivos. Esto es particularmente necesario en un momento en que la tecnología está avanzando. La radio es ya una invención del pasado, ya que la televisión probablemente llegará pronto. Por una parte, la propaganda exitosa debe ser dominadora de estos métodos de la opinión política, pero por otra, no puede llegar a deteriorarse al utilizarlos. Debe encontrar nuevos caminos y métodos cada día para alcanzar el éxito. La naturaleza de la propaganda sigue siendo la misma, pero los medios proporcionados por el avance de la tecnología están llegando a ser cada vez más amplios y de gran alcance. Uno sólo tiene que considerar el impacto revolucionario de la invención de la radio, que dio a la palabra hablada una verdadera eficacia masiva. La tecnología de la propaganda ha cambiado enormemente en años recientes, pero el arte de la propaganda ha permanecido el mismo.
Entendida de esta manera, la propaganda ha dejado hace mucho tiempo de merecer odio por su inferioridad, heredado del pasado. Hoy está en primera fila entre las artes con las cuales se conduce una nación. Es indispensable para la construcción de un Estado moderno. Es una especie de eslabón conector entre el gobierno y el pueblo.
Toda propaganda tiene una dirección. La calidad de esta dirección determina si la propaganda tiene un efecto positivo o negativo. La buena propaganda no necesita mentir; en realidad, no puede mentir. No tiene ninguna razón para temer la verdad. Es un error creer que la gente no puede recibir la verdad. Ellos pueden. Es sólo un asunto de presentar la verdad a la gente en una forma que ellos sean capaces de entender. Una propaganda que miente demuestra que tiene una mala causa. No puede ser exitosa a largo plazo. Una buena propaganda siempre será la que sirve a una buena causa. Pero la propaganda es todavía necesaria si una buena causa ha de tener éxito. Una buena idea no gana simplemente porque sea buena. Debe ser presentada adecuadamente si debe ganar. Su presentación la convierte en la mejor propaganda. Dicha propaganda es exitosa sin ser desagradable. Depende de su naturaleza, no de sus métodos. Trabaja sin ser notada. Sus objetivos son inherentes a su naturaleza. Ya que es casi invisible, es eficaz y poderosa. Una buena causa perderá frente a una mala si depende sólo de su rectitud, mientras el otro lado usa los métodos para influír sobre las masas. Estamos, por ejemplo, firmemente convencidos de que peleamos la guerra por una buena causa, pero no fue suficiente. El mundo también debería haber sabido y haber visto que nuestra causa era buena. Sin embargo, carecimos de los medios eficaces de la propaganda de masas para dejar aquello en claro frente al mundo. El marxismo ciertamente no luchó por grandes ideales. A pesar de ello, en Noviembre de 1918 venció al Káiser, al Reich y al ejército porque fue superior en el arte de la propaganda de masas. El Nacionalsocialismo aprendió de estos dos ejemplos. Sacó las conclusiones prácticas correctas de aquel conocimiento. El ideal de una comunidad nacionalsocialista no permaneció como mera teoría con nosotros sino que se convirtió en una realidad viva en los pensamientos y los sentimientos de los 67 millones de alemanes. Nuestra propaganda de palabra y hecho creó las condiciones para aquello. Al dominarlas, alejó al Nacionalsocialismo del peligro de seguir siendo el sueño y las añoranzas de sólo unos pocos miles. Por medio de la propaganda, se convirtió en la realidad diaria, dura y acerada.
Aquello que nosotros sólo imperfecta e inadecuadamente comprendimos durante la guerra se convirtió en un arte virtuosamente dominado durante el ascenso del movimiento nacionalsocialista. Hoy uno puede decir sin exageración que Alemania es un modelo de propaganda para el mundo entero. Hemos compensado los fracasos pasados y hemos desarrollado el arte de la influencia de masas hasta un grado que pone los esfuerzos de otras naciones en las sombras. La importancia que la dirigencia nacionalsocialista asignó a la propaganda se hizo clara cuando estableció un Ministerio de Instrucción Popular y Propaganda poco después de que asumió el poder. Este ministerio está completamente dentro del espíritu del Nacionalsocialismo, y proviene de ello. Une lo que aprendimos como movimiento de oposición confrontando al enemigo y bajo la persecución de un sistema enemigo, a veces más por necesidad que por deseo. Recientemente algunos han tratado de imitar este ministerio y su concentración de todos los medios de influír sobre la opinión, pero aquí también se aplica el lema: "A menudo imitado, nunca igualado".
La unión organizativa de las manifestaciones de masas, la prensa, el cine, la radio, la literatura, el teatro, etc., son sólo el lado mecánico del asunto. No se trata tanto de que todos estos medios estén en una sola mano. Lo importante consiste en que esta mano sepa cómo dominarlos y controlarlos. Establecer una oficina central no es difícil. Lo que es difícil es encontrar a la gente que sea experta en un área que previamente no era una preocupación del Estado. No podríamos haber hecho esto nosotros mismos si no hubiera sido por medio de la gran escuela de nuestro partido. Ella fue nuestro maestro. Durante 14 años de oposición juntamos una cantidad enorme de conocimiento, experiencia, sabiduría y capacidad. Esto nos hizo capaces de usar los métodos de la propaganda gubernamental de gran alcance sin correr el riesgo de perder el espíritu que estaba detrás de ellos. La propaganda eficaz evita cualquier forma de burocracia. Requiere decisiones ultra-rápidas, creatividad despierta e inventiva inagotable. La maquinaria de la organización permanecería sin vida y rígida si no fuera constantemente conducida por el motor del espíritu y la idea.
Es, por lo tanto, también equivocado pensar que un ministerio podría reemplazar lo que el movimiento solo es capaz de hacer. La cooperación entre el partido y el gobierno era necesaria para los éxitos principales de los que estamos orgullosos. Sólo cuando todos los medios de propaganda están concentrados y su aplicación unificada queda asegurada, es posible realizar importantes batallas educativas y de propaganda, como lo hicimos antes del 12 de Noviembre de 1933 [el referéndum al que Hitler llamó para aprobar la retirada de Alemania de la Sociedad de Naciones] o el 19 de Agosto de 1934 [el referéndum llamado para aprobar el poder absoluto de Hitler después de la muerte de Hindenburg], que fueron de una verdadera significancia histórica.
Si tal arte de la activa influencia sobre las masas mediante la propaganda se une con la educación sistemática a largo plazo de una nación, y si ambas son conducidas de un modo unificado y preciso, la relación entre la dirigencia y la nación siempre permanecerá cercana. Desde la autoridad hacia abajo, se desarrollará aquel tipo de democracia moderna para la cual Alemania es el modelo para el mundo entero en el siglo XX.
Aquélla es también la exigencia básica para cualquier actividad política práctica. Un gobierno que desea ser exitoso a largo plazo no puede ignorar aquello. Sus planes y proyectos fracasarían si ellos no estuvieran apoyados por la gente. Pero la gente debe entenderlos a fin de llevarlos a cabo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario