lunes, 7 de julio de 2014

Hoy lo vemos claro..



Cuando el Hombre emprendió su misión histórica de reorganizar Alemania hace aproximadamente 70 años, la nación alemana entera estaba de rodillas económicamente, militarmente y políticamente. Después de la derrota en la Primera Guerra Mundial, Alemania no sólo perdió todas sus colonias sino una parte enorme de su territorio europeo poblado por varios millones de alemanes que se encontraron desgajados de su país materno, viviendo una vida miserable como minorías en países extranjeros que sólo deseaban borrarlos. Lo que quedó de Alemania fue totalmente desmilitarizado, y el peso de las indignantes reclamaciones de reparaciones propuestas por los vencedores provocó la inflación más horrible en la historia mundial y aplastó cualquier posibilidad de recuperación económica. En esta situación, una pequeña minoría de inmigrantes judíos del Este lentamente consiguió el control de la destrozada economía, así como de la vida cultural y política entera del país. Comparado con esta situación, todo lo que se habla acerca de una actual crisis económica es ridículo. Materialmente, cualquier país de Occidente y la mayoría de los países comunistas son por lejos más prósperos que lo que Alemania era en los años '20. En Alemania esto era simplemente una cuestión de sobrevivencia. Moralmente, sin embargo, nosotros nos enfrentamos con una amenaza mucho más grave que la del Hombre. Su Alemania era todavía un país bastante homogéneo, donde la mayoría de la gente compartía un conjunto de valores y normas comunes y una creencia común en la tradición cultural de la nación. Ellos querían recobrar su antiguo poder, y querían ser fuertes y respetados por otras naciones. El Hombre no tuvo que pedirles que amaran a su gente y a su raza. Él podía dar por hecho que ellos lo harían. Sus valores y normas no estaban necesariamente en concordancia con la filosofía Nacionalsocialista, pero eran una base sana sobre la cual podía ser construído un Estado Nacionalsocialista sin demasiadas dificultades, y de ese modo el Hombr pudo concentrar su propaganda política sobre cosas más mundanas.


A él le tocó vivir en tiempos completamente revolucionarios, en los cuales la necesidad de trabajo y de comida era de una importancia suprema, y él sabía que un programa que pudiera asegurar estas cosas le daría el apoyo de los votantes y le permitiría de ese modo conseguir el poder para que pudiera tratar de materializar su visión política que, por supuesto, iba mucho más allá de la necesidad inmediata de cosas materiales.


Sin embargo, como sabemos, el Nacionalsocialismo no era la única fuerza revolucionaria en Alemania en ese entonces. Los comunistas tenían exactamente las mismas ventajas que el Hombre: una población que pasaba hambre dispuesta a intentar casi cualquier cosa para sobrevivir. Ellos también tenían sobre el Hombre la ventaja de que podían señalar la exitosa revolución efectuada en Rusia. El Hombre no tenía nada por el estilo con lo cual él pudiera relacionar su lucha. Y es significativo que él no vinculó su movimiento a ninguna de las poderosas ideologías derechistas del pasado, como la monarquía o las iglesias. Su enfoque era completamente izquierdista e igualmente opuesto al Establishment y al Partido Comunista. Cuando finalmente él derrotó a los comunistas, aquello no ocurrió por haberlos golpeado hasta reducirlos al silencio, sino arrebatándoles su apoyo al hacerse cargo de los mismos temas de los comunistas e indicando una mejor solución, todo lo cual convenció al trabajador alemán de que él podía ser un mejor líder y más competente que Thaelmann, quien era el jefe del Partido Comunista alemán. El Hombre habló a la gente sobre lo que a ésta le preocupaba con un lenguaje de su tiempo, y adoptó un estilo militar que era popular en un país lleno de ex-militares que tenían todas las razones para sentirse traicionados por el gobierno, estilo que era también útil en una situación donde había que luchar contra las numerosas pandillas criminales comunistas, que usaban muchísimo el mismo estilo y lenguaje del Hombre.




Tratar de imitar hoy el estilo del Hombre sería un suicidio político. Como una cuestión de hecho, ello ha significado el final de cada grupo que lo ha intentado hasta ahora. Tampoco usted puede hacerse cargo del material propagandístico del Hombre. Traducirlo, reimprimirlo o imitarlo en un contexto diferente, salvo como material de estudio histórico, es ridículo. El Hombre estaba sirviendo a las masas alemanas de los años '30. Aparte de todo lo demás, debemos comprender y aceptar que no hay manera de ganarse a las masas en la situación actual. Hoy, buscamos un pequeño número de idealistas. Para encontrarlos, tenemos que volver nuestra atención hacia los problemas que preocupan exactamente al tipo de gente que buscamos: la contaminación, la amenaza nuclear, la maldición del capitalismo multinacional, etc. La mayor parte de estos problemas eran desconocidos para los contemporáneos de Hitler, ¡pero ésa no es razón para no enfrentarlos!. Nuestro mundo se ha hecho mucho más complicado que lo que lo era hace 50 años, y cualquier movimiento político que deje de tomar esto en cuenta se reduce a un fósil anacrónico.


Debemos admitir que generalmente hemos tendido a hablar y a escribir demasiado acerca de la Alemania Nacionalsocialista. A pesar de todo lo bueno que podamos ser capaces de mostrar que Hitler hizo por Alemania, la gente que buscamos hoy realmente no está muy interesada en lo que sucedió hace 50 años. Ellos están preocupados por su propia época, y por el futuro. Cuando nos aferramos tan desesperadamente al pasado, una de las razones es, por supuesto, el que la Alemania Nacionalsocialista es el único ejemplo de Nacionalsocialismo aplicado que el mundo haya visto alguna vez, y que aquellos breves 12 años representan la única gloria y éxito que nuestro Movimiento haya tenido alguna vez. Esto es comprensible. Lo necesitamos en estos tiempos difíciles de humillación y persecución. Lo necesitamos para mostrarnos a nosotros mismos que el Nacionalsocialismo fue victorioso alguna vez, a pesar de toda la adversidad.


Sin embargo, es extremadamente peligroso cuando este respeto y admiración por el pasado, en vez de ser una inspiración productiva, se convierte en una obsesión nostálgica de una época pasada, un amor ciego por la parafernalia del NSDAP, por los uniformes, los símbolos, las filas, los cortes de pelo, y hasta por el estilo lingüístico de los años '30. Lo importante no es la apariencia externa sino la idea inherente, y tenemos que desarrollarnos a partir de allí. Al igual que Hitler, debemos evitar ser atrapados por la Historia. En otras palabras, debemos mostrar cómo el Nacionalsocialismo puede resolver el problema del desempleo hoy, no simplemente mostrar cómo Hitler lo solucionó en 1933.


La idea que está detrás del Nacionalsocialismo trasciende a Hitler y al Nacionalsocialismo mismo. Hitler la aplicó a una época y un lugar anteriores; nosotros tenemos que aplicarla a nuestra propia situación. Dicha idea es eterna, porque representa el mismo principio según el cual la Naturaleza vive y crea. Tal principio ha existido desde el comienzo del tiempo y va a existir para siempre, mientras el universo exista, independientemente de si exista o no la raza aria, o la Humanidad como tal, para el caso. El Hombre ha abandonado este principio, y nuestra tarea es mostrarle que él no puede hacer aquello de manera impune, y que todos sus actuales problemas han sido causados por la insana creencia de que el Hombre está elevado por encima de la Naturaleza. Al hacer aquello, deberíamos estar tan pocos amarrados a la Alemania Nacionalsocialista como los otros izquierdistas están ligados a la Unión Soviética.

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