martes, 12 de septiembre de 2017

La moral de esclavos debe ser superada..


Existen hombres humanos, muy humanos, y otros... inhumanos. 
El día que se comprenda de una vez que aquello que llaman inhumanidad, es precisamente una enunciación esencialmente humana por excelencia.



La humanidad es un concepto biológico. No debería ser otra cosa. No obstante se le ha otorgado, mediante particular idealismo, una faceta que tiene que ver con lo moral y por lo tanto ha de asumirse, aunque sólo como concepto... para dilapidarlo. 



Desde luego existen aquellos una visión torticera que alcanza lo patológico: aquello que no se rige bajo los preceptos morales que yo sigo, son semejantes a las bestias. 

Esta idea es en sí misma criminal, pues es más fácil matar a una bestia que a una persona. Cuando se concibe una teoría así, los criminales ideológicos sólo necesitan un empujón para animarse.

No hay hombres malos ni hombres buenos, sólo hombres que actúan según sus preceptos o los de otros, o bajo su capricho: capricho del que luego se sienten culpables, por esa imposición de lo moral y de una sola forma de lo humano. 


Hombres que hacen en cualquier momento lo que creen que es lo correcto, o lo necesario que tenían que hacer. Y es que si moral ha de haber, hemos de tener en cuenta que nuestra moral es nuestra propia conducta, nuestro propio hacer, y entonces la dimensión moral alcanzará su grado originario: el de costumbre. 

Y entonces la bondad alcanzará otro valor, el de la acción, el de la estética y el de la expresión de lo bello, habiendo ya no hombres encumbrados en la bondad o en la maldad por servir ciertos preceptos o por propio endiosamiento, sino hombres y mujeres naturalmente diferenciados entre el bien y el mal por su propio hacer, por su propio imperativo moral.

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