miércoles, 7 de octubre de 2015

El buenista antiracista

Toda civilización enferma tiende a censurar la realidad de su mal y a hacer de ella un tabú, no se habla de sogas en la casa del ahorcado, la ideología hegemónica procede así con su sucio trabajo de silencio.
¿Por qué los poderes niegan que la inmigración es de hecho un cataclismo social, que está en marcha una colonización, por qué se comportan como si la emigración no existiese? El estado se ha vuelto de nuevo censor, a veces se refiere a las poblaciones afro-magrebíes como representantes de la población que vive en la periferia… asombroso eufemismo.
Los poderes públicos, atontados por la psicosis antiracista y el tabú étnico, disimulan voluntariamente las cifras de la inmigración.

La humanidad está dividida por su propia personalidad, cultura y hecho biológico, entre los africanos, como entre los asiáticos la naturalidad del hecho racial no ofrece problemas, se reivindica con toda tranquilidad, la negación psicótica del hecho racial en Europa se apoya en la esperanza de que el hecho racial puede purgar el pecado original del racismo y crear al mismo tiempo una sociedad idílica, un paraíso extraterrestre.…




La diversidad biológica es un hecho incontestable, esta diversidad es una riqueza, es la base de civilizaciones diferentes, una sociedad multirracial es por necesidad una sociedad multirracista y por un  hecho tan simple como que no se puede hacer cohabitar sobre el mismo territorio a poblaciones biológica y culturalmente diferentes...

De una parte la ideología oficial niega la existencia de las razas humanas, señalan las diferencias insignificantes en los cromosomas personales, pero por el otro la ley prohibe las discriminaciones raciales en nombre de la pertenencia o no pertenencia a una raza, étnia o religión. 

Entonces, ¿las razas existen o no existen? En la simple lógica aristotélica o leibniziana, es un absurdo reprimir a quienes cometen un delito contra un sujeto jurídico que no existe de hecho. Por otra parte se proclama la inutilidad de las distinciones raciales, pero se aplican legalmente cuotas de favoritismo racial. Se niegan las diferencias raciales pero se pone el punto en las discriminaciones raciales positivas.

Como toda realidad antropológica y, más generalmente, natural, el hecho racial no es un hecho absoluto, pero es un hecho. Su negación actual por la ideología dominante constituye el signo y la prueba de que la cuestión racial ha devenido fatídicamente. 


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