Un día se repetirán con orgullo los nombres sagrados de nuestros muertos. Nuestro pueblo, al escuchar esa historia de gloria, sentirá hervir su sangre y reconocerá a sus hijos. Léon Degrelle
Un gran Héroe
Léon Joseph Marie Ignace Degrelle, más conocido por todos como Léon Degrelle nace el 15 de junio de 1906 en el seno de una familia numerosa en la pequeña ciudad belga de Bouillon, cerca de la frontera francesa, en la calle de Collége no 29. Contaba por aquel entonces esta pequeña y tranquila ciudad apenas tres mil almas aunque no era un pueblo sino el centro de una próspera comarca. De clase media burguesa bien acomodada, el padre, Edouard Degrelle, era de origen francés y había sido diputado permanente por esa región por el partido católico por lo cual desde la más tierna infancia la lucha política fue una constante en su educación. Por parte materna el abuelo había sido igualmente un destacado político y médico de La Roche así como un mecenas de la cultura y de la literatura siendo incluso miembro fundador del diario "Lavenir du Luxembourg" que cubría esa región, el mismo diario en donde el joven Degrelle publicará su primer aporte literario el dos de noviembre de 1925, cuando tenía tan solo dieciocho años recién cumplidos.
Como muchos otros de los jóvenes belgas, estudiaría en los jesuitas y en la Universidad Católica de Lovaina entrando en contacto con lo mejor de la intelectualidad católica de la época y siendo influenciado ideológicamente por el gran pensador francés Charles Maurras. Desde muy pronto las jerarquías religiosas se fijan en él, se hace íntimo del Monseñor Picard, encargado de las todopoderosas Juventudes de Acción Católica. Degrelle se hará cargo de las ediciones católicas REX, que estaban en plena bancarrota moral, no económica pues las seguían sosteniendo la Iglesia mediante subsidios pero nadie las leía. En unos meses Degrelle había hecho del negocio un asunto próspero, sacaba tiradas de 100.000 ejemplares en cada ocasión y supo rodearse de una serie de colaboradores magníficos como José Streel, Victor Matthys, Jean Denis, Paul Crockaert, Pierre Daye, etc, al tiempo que lograba que los más destacados intelectuales de derechas del país escribieran para su editorial.
A comienzos de los años 30 se afilió a Acción Católica y comenzó a trabajar para una pequeña editorial católica llamada Christus Rex , que publicaba un periódico homónimo. Viajó a México como corresponsal para cubrir la Guerra Cristera que se libraba entre los Camisas Doradas y el gobierno mexicano, que de acuerdo a la Constitución había impuesto restricciones a la religion católica. El grito de guerra de los cristeros, ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!, impresionó profundamente a Degrelle, quien a su regreso en 1934 fundaría Les Editions de Rex y empezaría a movilizarse en el Partido Católico belga para promover un curso de acción más militante.
Rápidamente descubrió Degrelle la importancia de la prensa y de la palabra, escrita y oral, en un mundo cada vez más ávido de información. Sacó, durante esos años, varios semanarios a la calle: "REX" de información política y de sociedad, "Vlan" de información general, "Soirées" que pretendía ser un semanario dedicado al mundo del cine, de la moda, con gran despliegue fotográfico. El éxito fue arrollador levantando en pocos meses una editorial que hasta ese momento languidecía cercana a la quiebra y tan sólo sobrevivía gracias a las subvenciones eclesiásticas. Su fama de propagandista católico hizo que las jerarquías del Partido católico considerasen que el joven Degrelle podría tener futuro en el seno del partido. De hecho, en un primer momento, el propio Degrelle creyó que se podría reformar el partido desde dentro y dar a la juventud belga una referencia en éste. En las elecciones de 1932 las ediciones REX y Degrelle jugaron un importante papel en la propaganda del Partido Católico, con el resultado de un elevado incremento de los votantes. Sin embargo pronto comenzaron las primeras desavenencias...
Rex, alternativa de futuro
Alrededor de Degrelle se agrupaban centenares de jóvenes estudiantes "rexistas", llamados así por distribuir la prensa de Rex, que comenzaban a pedir reformar dentro de las juventudes del partido Católico, un mayor compromiso social, en definitiva una ruptura con la línea tradicional del partido pero sin salirse del mismo. Degrelle se resiste, aun cree que se puede reformar desde dentro y por ello va al congreso del partido Católico de Courtrai en noviembre de 1935. Degrelle se presenta con tres centenares de camaradas e intenta participar para denunciar la situación del partido, en especial el desprestigio que supone tener a su frente a un político corrupto el ministro Segers. No se le permite intervenir, y Degrelle toma una medida drástica tomando la palabra aun en contra de los dirigentes del partido, su verbo inflama a los jóvenes presentes mientras Degrelle lanza serias acusaciones contra la dirección del partido. Es el punto de no retorno, finalmente ha comprendido que la colaboración con la derecha burguesa es inútil.
Tres semanas más tarde, como consecuencia de lo que se vendrá a llamar el "Golpe de Courtrai", el primado de Bélgica, Cardenal Van Roey decreta que los sacerdotes no participen en las actividades de REX, llegando incluso a pedir que se trabaje activamente para detener la ascensión de REX. Los superiores de los establecimientos de enseñanza de muchachos y muchachas emplearán todos los medios necesarios para que sus alumnos queden ajenos a la agitación rexista, decía la declaración episcopal hecha pública el 20 de noviembre de 1935. Ello excita más aún a Degrelle, que siempre ha amado los retos y pruebas difíciles, especialmente cuando iban dirigidos a su persona. Inmediatamente Degrelle organiza a su gente; Victor Matthys los CAP (Cuadros de Propaganda), Jean Denis y José Streel elaboran los programas y fundamentos doctrinales. Toda la maquinaria está en marcha y unos jóvenes de apenas veintitantos años se lanzan a la formidable aventura de hacer flotar un partido político contracorriente. Todo un reto. percibidos de la imposibilidad de seguir en el partido Católico, el 21 de febrero de 1936 rompe definitivamente el partido católico con Degrelle y prohíbe la militancia conjunta en ambas organizaciones, hasta entonces muchos eran los dirigentes juveniles de éste que colaboraba con Rex en contra de los deseos de la Iglesia. La mayoría seguirán a Degrelle en la aventura que acababa de comenzar. El 23 de ese mismo mes, Degrelle había organizado un gran mitin público en Namur, asiste a él cerca de cinco mil jóvenes, y aquí presenta públicamente el programa que habrá de regenerar la vida pública de su país. La excitación es palpable, se siente que algo nuevo está gestándose.
Las elecciones generales se convocan para el 24 de mayo y Rex decide concurrir como un partido pero tiene graves problemas financieros y está falto de cuadros y militantes. Degrelle se lanza a captar candidatos, a organizar los grupos de militantes en cada pueblo y en cuestión de semanas todo está listo y Rex se lanza de lleno a la campaña electoral. Nadie cree que Rex pueda tener éxito, pero el entusiasmo de los rexistas, la mayoría sin derecho a voto por ser bien menores de edad en aquella época 23 años o mujeres sin derecho de voto en Bélgica por entonces, hace que las perspectivas más optimistas se vean desbordadas por los resultados. Y es que no hay una valla en toda Bélgica que no tenga propaganda rexista. Los mítines se suceden, Degrelle llegará a dar hasta doce mítines en una jornada. La prensa rexista, en especial el nuevo diario, Le Pays Réel, un diario de cuatro páginas vendido a veinticinco céntimos, anuncia los mítines cada día como una agenda apretada de pueblo en pueblo. Es aquí donde se demostrará las extraordinarias dotes de Degrelle como orador y tribuno, logra mantener en vilo a un auditorio durante horas llevando así a cada rincón de su amada Bélgica el mensaje de paz y de revolución social de Rex.
Rex es ante todo un movimiento de profundas raíces cristianas. Degrelle jamás lo negaría y hasta su muerte seguiría fiel a la Iglesia Católica, con una visión social revolucionaria basada en la doctrina social de la Iglesia.
No sería hasta más cerca de la guerra mundial (años 1937-1938) cuando Rex se acercaría claramente a posiciones fascistas, y no hasta 1941-42 en que evolucionarían hasta el Nacionalsocialismo. Sin embargo la posterior evolución ideológica de Rex no debe interpretarse como una claudicación de principios iniciales. Todo lo contrario, se trata de un avance en posiciones sociales y de visión del mundo fruto de un mayor conocimiento de la realidad del continente al cual pertenecemos incorporando la doctrina social-europeísta. En palabras del propio Degrelle, en un artículo publicado durante el conflicto desde el frente del Este en una publicación europeísta, La Jeune Europe, "estábamos particularmente asqueados por la bajeza espiritual de nuestro tiempo. Preocupados por el deseo de volver a traer una gran pureza y un gran fervor a las masas ávidas de un ideal. No nos asustaba decir, al principio de Rex, que eramos la pasión ardiente de los Apóstoles.
La ideología rexista de primera época comparte, en gran medida, los postulados clásicos de los llamados prefascismos, es decir cercano a movimientos que en algunos casos evolucionarían hacia el Fascismo pero que también pudieron optar por convertirse en una derecha autoritaria (CEDA en España, Engelbert Dollfuss en Austria, Nasjonal Samling en Noruega). Estos principios se pueden articular entorno a varios conceptos básicos: nacionalismo unionista a favor del estado belga, autoritarismo, corporativismo, partidarios de la monarquía como cabeza del estado, confesionalismo católico. Aunque hay otros autores que ha preferido definir a Rex como una organización completamente nueva, de marcadas tendencias socializantes, así, en palabras del historiador Paul Fassange "uno puede decir que el rexismo era una clase de socialismo popular, radical, idealista y estético Además Bélgica tenía un problema nacionalista particular, la situación incompatible entre las comunidades flamencas y valonas (francófonas estas últimas) del país. Desde la formación de Bélgica como estado, a principios del siglo XIX, los flamencos habían exigido formar parte de Holanda o un estado independiente. Los valones, grupo dominante en lo intelectual y en la clase económica, siempre observaron con desconfianza las pretensiones flamencas de progreso social. Degrelle, consciente de esta situación y que las bases de Rex era mayoritariamente francófono, intenta dar una solución radical al problema basado en una convivencia separada de las comunidades, cercano al autonomismo. Esto no será siempre comprendido por algunos dirigentes valones de su movimiento.
El 24 de mayo se celebraron las elecciones generales, el resultado fue un éxito contundente, Rex cosechó 21 diputados y 12 senadores, que equivalía a un 11,49% de los votos totales del país. Sin embargo es importante considerar que Rex era un partido mayoritariamente valón y francófono. Y es allí donde Rex triunfa. En determinadas provincias valonas supera con facilidad la barrera del 30% de los votos barriendo a los partidos tradicionales, no solo de derechas sino también de izquierdas,Católico, liberal, socialista. La sorpresa fue de tal magnitud que los partidos tradicionales ahora si que tenían que comenzar a tomarse en serio las propuestas de este grupo de jóvenes radicales.
A partir de ese momento Rex comienza a articularse como un partido en toda regla, hasta entonces había sido más o menos la aspiración de un grupo de jóvenes liderados por Léon Degrelle. El llamado "frente Popular de Rex" se amplía, se crean potentes sindicatos corporativos, las secciones juveniles crecen, los locales rexistas se abren en cada rincón del país, los cuadros de dirigentes se jerarquizan. Rex participa y tiene algo que decir, en cada problema que afecta al país: huelgas mineras y portuarias, corrupción política, ascenso del nacionalismo, etc.
Envía a sus militantes delante del parlamento con escobas para avisar que su movimiento pretende limpiar el país. Este símbolo, la escoba, se ha convertido en algo mítico en Bélgica, no es raro ver partidos actuales utilizar este símbolo en sus campañas, por el ejemplo el VIaams Blok.
Degrelle es la estrella de ese año 36 en toda Europa, incluso es recibido por altas autoridades de la Iglesia, el monarca y en el extranjero por Mussolini y Hitler. En octubre suscribe un espectacular acuerdo de colaboración con los nacionalistas flamencos, el VNV que controla cerca del 20 a 25% de los votos en Flandes, para avanzar políticamente en las aspiraciones conjuntas de cada movimiento.
Degrelle está ahora convencido de estar cerca del poder. Y lo está, por ello la campaña de desprestigio que lanzan los partidos tradicionales es impresionante. No hay día en que la prensa controlada por éstos no insulte o intente manchar la imagen de Degrelle, siempre sin éxito. En Octubre, coincidiendo con una manifestación de masas en memoria de los caídos en la Primera Guerra Mundial, se suceden los rumores sobre un golpe de estado rexista, rumores sin viso de realidad. Degrelle siempre confirmó que el golpe pudo ser real, se le había ofrecido apoyo por parte de círculos militares, pero que desechó la idea. La situación del país, corrupción, desprestigio de las instituciones parlamentarias, paro, tensión nacionalista, hacia que fueran necesarias medidas drásticas para salir del atolladero, pero "siempre desde la legalidad", recordaba Degrelle.
La situación que eligió Degrelle para intentar derribar al gobierno se le presentó en la primavera de 1937, después de haber mostrado su fuerza en Bruselas donde reunió en enero a más de 20.000 oyentes cada noche en las "seis días de Rex" que se celebraron en el palacio de los deportes. La mayor concentración política hasta entonces celebrada en Bélgica. Confiado, hizo dimitir a un diputado por Bruselas y se presentó personalmente retando al principal dirigente parlamentario, Van Zeeland, a competir por la plaza vacante. Aceptó el reto, sin embargo ningún otro partido presentó candidaturas. Normalmente hubieran sido 6 o 7 candidatos para la plaza por lo que bastaría con obtener un 15 0 20% de los votos para ganar. Y esto era lo que tenía Degrelle asegurado. Hasta los socialistas y comunistas hicieron frente común con los católico liberales para derrotar a Degrelle, que sólo lo apoyaban además de Rex, los autonomistas del VNV. Y lo consiguieron. Degrelle perdió la elección con un 19% de los votos. Y la Iglesia había vuelto a tomar partido contra Degrelle, rompiendo su independencia nuevamente en la lucha personal que libraban contra Rex.
En la declaración episcopal del que después colaboraría felizmente con los ocupantes alemanes, el Cardenal Van Roey recordaba a todos los católicos belgas, "estamos convencidos que constituye un peligro para el país y para la Iglesia. Y en consecuencia el deber de todo católico leal el 11 de abril es evidente. Y toda abstención debe ser reprobada". De todas maneras no se trataba de un fracaso,una quinta parte de los votos en la capital del país, cuando enfrente estaban todos los demás partidos del espectro político, aun cuando se propagó un sentimiento de desánimo entre las filas rexistas, los más conservadores y procatólicos, burgueses en definitiva, comenzaron a abandonarlo. lnfluyó, y esto lo creyó siempre el propio Degrelle, en esta derrota la inesperada intervención del Cardenal Van Roey, siempre dispuesto a participar cuando se trataba de interferir en la trayectoria de Degrelle. Apenas dos días antes de las elecciones parciales este cardenal primado había pedido el voto para Van Zeeland, algo que hasta se podría entender al ser éste del partido Católico, pero el cardenal incluso llegó a condenar y prohibir a los católicos votar a Degrelle.
En un país profundamente confesional como la Bélgica de 1937 esto era un tremendo problema de conciencia para un católico practicante. El resto del año 37 es igualmente desmoralizador para Rex. Dimiten y abandonan el movimiento viejos camaradas como Hubert d'Ydewalle, Pierre Daye; se rompe el acuerdo con el VNV, la prensa de Rex comienza a tener graves problemas económicos y se observa en la calidad del papel y en la presentación. egrelle, ante la situación debe tomar medidas drásticas. Sabe que la partida no está perdida y que ha llegado el momento de reavivar las ilusiones de sus militantes y simpatizantes.
A partir de ahora entra en una nueva fase el movimiento rexista, mucho más interesante y de clara evolución profascista. El punto culminante de esta evolución se encuentra en el congreso de Lombeek-Notre-Dame, municipio cercano a Bruselas donde el alcalde es rexista, el 10 de julio de 1938. Allí se concentran más de 60.000 militantes y simpatizantes a fin de demostrar a sus detractores que el movimiento rexista no está acabado y que Degrelle tiene un poder de convocatoria elevado. Nunca antes se había reunido tal masa de personas en un acto político en Bélgica. La estética es claramente fascistizante: Degrelle aparece ante un auditorio uniformado de negro; las banderas ondeando al viento; los discursos inflamados desde una tribuna decorada con motivos nacionalistas. Nadie podrá negar su parecido a los congresos del partido de Nuremberg. Durante la guerra Degrelle recordará que los rexistas se sentían muy solidarios con el Nacionalsocialismo, con el Fascismo, con la Falange y con los otros movimientos nacionalistas y socialistas que levantaba la esperanza de la juventud revolucionaria de toda Europa.
La Europa de los podridos y la Europa de las Patrias Unidas comenzaba su duelo a muerte. Sin embargo los resultados en las municipales de octubre no son esperanzadores. Pero Degrelle no se desanima. En abril de 1939 las elecciones legislativas arrojan 4 diputados y 4 senadores (4,43% de los votos globales). Rex sigue siendo una fuerza importante, aunque se haya querido manifestar lo contrario, pero reducido a determinadas zonas. En el Luxemburgo cosecha en determinadas zonas más del 20% de los votos, en conjunto el 12,7% y desaparece prácticamente de Flandes. En esta ocasión es elegido el propio Léon Degrelle, marcando otro récord pues es el diputado más votado de Bélgica en su circunscripción. Degrelle sigue confiando en su estrella y en la fe en un ideal pero la guerra se acerca peligrosamente y su estallido producirá una profunda ruptura, no sólo para Degrelle, sino para toda Europa.
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